Argentina Ante La Guerra Fría
Enviado por ozielgarcia7 • 2 de Octubre de 2013 • 2.519 Palabras (11 Páginas) • 373 Visitas
Situación de Argentina:
El peronismo es impensable si no se observa que sucedía en 1943 y Perón no hubiese tenido espacio político si en la década del 32 al 42 en la Argentina no se hubieran dado una serie de circunstancias propicias: el fraude nuevamente se había instalado en cada elección; la gente descreía de los partidos políticos tradicionales; se descubrieron negociados; nuestro país se realineó con el imperio británico a partir del Pacto Roca-Runciman, hubo un declinar de la moralidad en el orden público, en el estado. Estos elementos se conjugaron, la gente esperaba algo nuevo, pero no se advertía entonces porqué camino iba a surgir la novedad. Se dio el golpe de 1943, que en su primera etapa no tuvo un proyecto político sino que tenía objetivos simplemente administrativos: ordenar todo ese desorden que había y que era muy militar en su concepción.
En octubre de 1943 apareció en escena el coronel Juan Perón al frente del Departamento Nacional de Trabajo -que era una dependencia del Ministerio del Interior que no cumplía función social alguna sino que llevaba las estadísticas del mundo del trabajo, pero no intervenía cuando había conflictos. Un mes después, a fines de noviembre, creó la Secretaría de Trabajo y Previsión, se puso al frente de este organismo el 2 de diciembre del 43 y anunció el comienzo de la era de la política social en la Argentina. Perón convocó a los grandes sindicatos, que estaban manejados por los socialistas y anarquistas algunos, y por los comunistas otros. Convocó a todos los sectores, los escuchó y expuso su pensamiento sobre la justicia social en la Argentina. Este proceso comenzó en diciembre del 43 y se extendió durante todo el 44 y parte del 45.
En 1945, acontecimientos internacionales modifican la realidad. Al finalizar la segunda Guerra Mundial, los países vencedores se repartieron el mundo en Yalta. El embajador norteamericano Spruille Braden intentó seducir al entonces Secretario de Trabajo y Previsión para que se integrara a la estrategia de los Estados Unidos frente a la Unión Soviética. Al no lograrlo se produjo un profundo distanciamiento. Braden se dedicó a conformar una fuerza opositora a Perón. En julio de ese año, un pequeño grupo de la Unión Cívica Radical, Junta Renovadora, se acerca a Perón y es la primera agrupación en proclamarlo candidato. Los hechos se precipitaron e incluso por desinteligencias entre las Fuerzas Armadas, el 9 de octubre del 45 le fue pedida la renuncia a Perón. Para entonces, el líder ocupaba tres cargos: era Vicepresidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo. Renuncia a los tres, y los acontecimientos que desembocan en el apoyo masivo del 17 de octubre van a confirmar que el proyecto de Perón era posible. A pesar de que no tenía partido, la clase obrera, el partido laborista, la UCR-Junta Renovadora, y un tercer grupo que se llamó "Centros Independientes Coronel Perón" apoyaron la campaña para la presidencia del Coronel y el 24 de febrero del 46 fue elegido presidente. Con respecto al 17 de octubre, fecha que marcó el nacimiento simbólico del justicialismo, este comenzó a gestarse días antes, cuando la destitución del funcionario comenzó a generar señales de inquietud y descontento entre los trabajadores. Recientemente, el Departamento de Estado de EEUU ha desclasificado documentos que implican directamente al antiguo secretario de Estado Henry Kissinger y otros altos responsables norteamericanos en los crímenes cometidos por la dictadura argentina, que puso en marcha una campaña de asesinatos, torturas y "desapariciones" tras asumir el poder en marzo de 1976. Los 4.677 documentos desclasificados muestran la estrecha colaboración y el apoyo otorgado desde los más altos niveles del poder en Washington a los militares argentinos, responsables de la muerte de al menos 30.000 argentinos, una gran parte de ellos jóvenes estudiantes. Una gran parte de esta documentación está compuesta por los telegramas, memorándums y cables que fueron intercambiados entre la Embajada de EEUU en Buenos Aires y el Departamento de Estado en Washington. Estos escritos ponen en evidencia que tres Administraciones estadounidenses consecutivas -las de Ford, Carter y Reagan- colaboraron con la junta militar, pese a ser plenamente conscientes de los crímenes y atrocidades que se estaban cometiendo en Argentina en el nombre de la "lucha contra el terrorismo". Los gobiernos norteamericanos estaban bien informados de lo que sucedía gracias a la estrecha relación de los funcionarios de la Embajada con los militares que dirigían los "escuadrones de la muerte" y los centros de tortura.
Sin embargo, Washington veía estas acciones criminales como algo necesario para salvaguardar los intereses de EEUU y los de la élite gobernante argentina.
Los documentos fueron desclasificados basándose en una petición de varias organizaciones argentinas de defensa de los derechos humanos, incluyendo la de las Madres de Plaza de Mayo, formulada a la entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, durante una visita de ésta a Buenos Aires en el año 2000. Sin embargo, los documentos hechos públicos pertenecen sólo al Departamento de Estado. Los de la CIA y el Pentágono, que podrían aportar informaciones incluso más relevantes, en especial acerca de los responsables militares y de inteligencia de EEUU involucrados más directamente en los crímenes de la dictadura argentina, continúan clasificados.
El lenguaje diplomático utilizado en los documentos del Departamento de Estado oculta en buena medida el papel jugado por EEUU en la represión de Argentina. El nivel real de la implicación norteamericana queda reflejado en algunos documentos en los que se detallan fricciones entre los diplomáticos de carrera estadounidenses destinados en Argentina, que sermoneaban en diversas ocasiones a los militares argentinos por sus violaciones de los derechos humanos, y algunos responsables políticos y militares de Washington que pedían a aquéllos que continuaran con su represión. Entre los documentos más relevantes puede citarse un cable enviado por el embajador norteamericano, Richard Hill, al Departamento de Estado en octubre de 1976. En él se describe la reacción "eufórica" del ministro de Exteriores de Argentina, Almirante César Guzzetti, tras una visita a Washington donde mantuvo conversaciones con el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger; el vicepresidente, Nelson Rockefeller, y otros altos responsables.
Según el cable, en sus conversaciones con Guzzetti, Kissinger y Rockefeller manifestaron que "comprendían" que la dictadura argentina "se viera obligada" a emplear métodos represivos y pidieron únicamente a la junta militar que "acabara con el problema del terrorismo tan rápidamente como
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