BOLIVAR MOSON
Enviado por clarimarPEREZ1 • 21 de Abril de 2013 • 7.859 Palabras (32 Páginas) • 278 Visitas
Desde el momento de nacer, ese jueves del 24 de julio de 1783, en una Caracas de 45 mil habitantes, Simón Bolívar queda al cuidado de una amiga de su Madre, doña Inés Manceba de Miyares y, luego, de esa negra Hipólita, su madre de pecho que le sigue con bondad y ternura hasta en sus últimos caprichos. En España reinaba entonces Carlos III y desde 1777 las provincias venezolanas quedaban sujetas a una nueva organización, la Capitanía General, que se prolongó hasta que se inició la Independencia, en 1810. A los tres años pierde a su padre, don Juan Vicente Bolívar Ponte, de 60 años; a los nueve, a su madre, doña Concepción Palacios Blanco, de 32; y a los 10 a su abuelo materno y tutor, don Feliciano Palacios Sojo. Toda una infancia sin mayor afecto familiar.
A los diez años, un encuentro inesperado e inolvidable con ese joven de espíritu libre y creador, de increíbles audacias intelectuales, de apenas veintiún años, que era Simón Rodríguez, su Maestro decisivo. Y a los once, ese otro encuentro con la excelencia de ese joven de inteligencia formidable, Andrés Bello López, de sólo 13 años, el futuro Maestro de América.
A los dieciséis años, Bolívar viaja, el 19 de enero de 1799, a España; se familiariza con las ideas de la Revolución Francesa, las vive en París mismo; se casa a los diecinueve, el 26 de mayo de 1802, en Madrid, con María Teresa Toro Alaiza; y queda viudo a los veinte, el 22 de enero de 1803, en su hacienda de San Mateo, en el Estado Aragua, a 91 Km. de Caracas. Ese infortunio forja su espíritu acerado y tenaz, de implacable perseverancia y de increíble fortaleza
Su ingreso a la Masonería
Simón Bolívar ingresó a la Masonería a los 21 años, en Cádiz, en su segundo viaje a Europa, en enero de 1804, ya viudo de María Teresa Toro, después de ocho meses de su matrimonio.
Había partido el 23 de octubre de 1803 y permanece tres años y medio en el viejo continente, de donde regresa a mediados de 1807. En sus tres viajes a Europa, en 1799, 1803 y 1810, permaneció allí algo más de siete años.
Cádiz era un importante centro de actividades masónicas, en cuyas logias había ministros y oficiales de las Secretarías de Estado. Dada la influencia de la Masonería, que venía siendo persistentemente denunciada, el Rey de España, Fernando VI, la había proscrito en 1751. Menéndez y Pelayo cuenta que ya en 1748 había en Cádiz una logia con ochocientos afiliados (Historia de los Heterodoxos Españoles, 1880-1882). En Cádiz, Bolívar se encuentra con sus tíos Esteban y Pedro y se pone en contacto con los patriotas venezolanos y de las demás colonias americanas Cádiz era el puerto con los mayores nexos de España con sus dominios de ultramar y gente importante de todos los continentes se movía allí entre las agitadas actividades comerciales y las influencias de las nuevas ideas. Se trataba de terminar con el poder despótico y evitar que los esfuerzos libertarios siguieran siendo indefinidamente postergados. Una concepción que las logias masónicas alentaban con sostenida visión.
A partir de su ingreso a la Orden Masónica, Bolívar lleva una vida muy activa e intensa en Cádiz y, luego, en París, hasta buena parte de 1807. Lúcido y visionario como era, penetró y bebió rápida e intensamente la doctrina masónica, ya muy desarrollada en el Viejo Continente. En la primavera de 1804 llega a París y participa activamente en la Logia San Alejandro de Escocia, en su sede del boulevard Poissoniére, donde reitera sus juramentos de fidelidad al sistema republicano “como el más conveniente al Gobierno de las Américas”. Las reuniones ordinarias se celebraban el primer y tercer miércoles de cada mes. Militares y médicos eran los profesionales más abundantes, si bien, también, se registraban, en buen número, científicos, abogados, propietarios y varios artistas. Incluso había miembros de la Legión de Honor como lo señala la escritora francesa Gilette Saurat en su biografía sobre Bolívar, de acuerdo con documentos que se conservan en la Biblioteca Nacional de París. El historiador Ramón Díaz Sánchez adquirió en París el documento manuscrito, en lengua francesa, relativo a la recepción masónica de Simón Bolívar en el Grado de Compañero, y que entregó en propiedad, el 1º de octubre de 1956, al Supremo Consejo del Grado 33 de Venezuela. La recepción de Bolívar tuvo lugar, según el Diploma, “el undécimo día del undécimo mes del año de la Gran Luz 5805″, es decir el 11 de noviembre de 1805.
El joven criollo dio entonces las gracias a los asistentes “en un francés fluido y elegante” mientras sus hermanos de la Logia, puestos de pie, lanzaron la triple aclamación tradicional de ¡huzé!, ¡huzé!, ¡huzé! (¡viva, viva, viva!) No era extraño, porque el general Guillermo Miller, que trató a Bolívar en el Perú en 1823-1825, recuerda que tenía una voz gruesa y áspera, que hablaba elocuentemente y, sobre todo, se distinguía en improvisar contestaciones “elegantes y adecuadas”.
Antes de terminar el año de 1806, en fecha que no ha sido posible precisar, Bolívar era promovido al último de los tres grados simbólicos de la Masonería, el de Maestro, tal como figura en un folleto publicado por esa logia. Entre su iniciación masónica en Cádiz y su asistencia a la Logia en París, Bolívar viaja por Europa. El día en que Francia aclamaba delirante a Napoleón, estaba en París, en un apartamento en la rue Saint Honoré, por donde pasó el cortejo; fue el día en que el Papa Pío VII coloca sobre la cabeza de Napoleón, en la Iglesia de Notre Dame, el 2 de diciembre de 1804, la corona de Emperador. “Grande fue –dijo– la aclamación personal y el interés que despertaba su persona.
Después de transitoria permanencia en Milán, Venecia, Verona, Bolonia y Florencia, Bolívar llega a Roma y el 15 de agosto de 1805, en el Monte Sacro, la más pequeña de las siete colinas romanas, junto a su Maestro Simón Rodríguez, pronuncia su juramento: “¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”. Allí surge la decisión definitiva de conducir en América la inmensa obra emancipadora. Tenía 22 años.
Bolívar había llegado por primera vez a París, por la vía de Bayona y Burdeos, el 20 de enero de 1801 –diez meses después que Miranda abandonara por última vez la capital francesa– de modo que ya tenía valiosas vinculaciones, acrecentadas ahora, a través de la Masonería, con figuras de significación e importancia en la vida francesa.
Desde luego se reencuentra con Humboldt, quien, en su primer viaje a Europa, en 1799, le regaló un libro sobre “Los altos grados de
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