Simon Bolivar

San Antonio,

23 de julio de 2010

Año Bicentenario,

Libertador, Mañana 24 de julio, es un día histórico para todos nosotros, los venezolanos, tus hijos. Y con tantos compatriotas comparto el júbilo que significa acompañar tus restos en este memorable día. Cada 24 de julio renaces para recordarnos lo importante que Venezuela resulta, y acompañado a esto, mi corazón se llena con aquellas proezas tuyas que no tuve la oportunidad de presenciar, pero que al conocerlas, se me antoja seguir luchando por construir una sociedad patriota, como tú algún día la pensaste.

Debe resultar irónico para los oligarcas de aquella época y de hoy, saber que tú nacido en la cuna mantuana, hayas pasado tus días entre negros, zambos y pardos, hayas puesto tus divinos ideales por encima de cualquier “regla burguesa” y de este modo te hallas convertido en el gran Libertador de la América latina unida.

Al ver tu cuerpo, tus restos inertes en aquel pequeño espacio donde estabas guardado, es cuando me alegro por que hallas salido por al menos un rato, para recibir los aires de progreso que flotan sobre tu patria y también para darnos un poco de magia y de ternura, por tenerte presente aún entre nosotros.

Es una lástima tener conciencia de todo aquel sufrimiento que te tocó vivir, ningún patriota bolivariano, concibe las tristeza en su líder, al llegar el día de tu muerte Libertador, el bolivariano, siente nostalgia por las cosas que hiciste y aún más por las cosas que dejaste de hacer, no porque hallas agotado tu voluntad, sino porque de alguna u otra manera las almas despiadadas de aquel entonces te asesinaron, traicionando tu corazón luchador.

Hoy nuestro buen presidente ha despertado el espíritu nacionalista y bolivariano de cada uno de los verdaderos venezolanos, y como regalo de tu natalicio te obsequiamos la bandera de tu querida patria, que lleva anexas la huellas, el cariño, el sudor, y por sobre todas las cosas el amor de los venezolanos que la fabricaron, especialmente para ti. Así como todo aquí lleva tu nombre Liberador, quisimos regalarte este pabellón nacional, con fibras, y manos de tu pueblo, para que te arrope en tu urna hasta que quieras volver a despertar.

Canto a Bolívar

Pablo Neruda

Padre nuestro, que estas en la tierra, en el agua, en el aire

De toda nuestra extensa latitud silenciosa

Todo lleva tu nombre, padre en nuestra morada:

Tu apellido la caña levanta la dulzura

El estaño Bolívar tiene un fulgor Bolívar

El pájaro Bolívar sobre el volcán Bolívar

La patata, el salitre, las sombras especiales

Las corrientes, las vetas de fosfórica piedra

Todo lo nuestro viene de tu vida apagada

Tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios

Tu herencia es el pan nuestro de cada día, Padre

Tu pequeño cadáver de capitán valiente

Ha extendido en lo inmenso su metálica forma

De pronto, salen dedos tuyos entre las nieves

Y el austral pescador saca a la luz de pronto tu sonrisa

Tu voz palpitando en las redes

¿De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?

Roja será la rosa que recuerde tu paso

¿Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?

Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen

¿Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?

Es roja la semilla de tu corazón vivo

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti

Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella

Y otra más, hasta el fondo del continente oscuro

Y otra mano que tú no conociste entonces viene también

Bolívar, a estrechar la tuya

De Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,

De la cárcel, del aire, de los muertos de España

Llega esta mano roja que es hija de la tuya

Capitán, combatiente donde una boca grita libertad

Donde un oído escucha,

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