Bandera.

Hace muchos años, antes de que el hombre bárbaro europeo llegara a conquistar esta tierra, existió un pueblo sabio, el cual fue capaz de comprender casi todas las ciencias. Este pueblo fue creado por los dioses, utilizando como base el maíz, los dioses nunca dejaron de observar su creación, veían como iba evolucionando lentamente, como cambiaba su pensamiento, de ser seres que solo vivían por instinto carentes de razón, a personas interesadas en el mundo que los rodeaba, que querían saber el porqué de las cosas. Los dioses al percatarse de cómo este hombre-maíz iba modificando su pensamiento decidieron que merecía un lugar mejor, que tenían derecho a cambiar el estilo de vida tan precario que hasta ese momento habían llevado.

Una noche los dioses le hablaron entre sueños al jefe del pueblo, le manifestaron que se encontraban complacidos con ellos y por tal motivo les darían un mejor lugar para vivir, para que pudieran desarrollar su conocimiento y llegaran hacer la civilización más poderosa que hubiera dominado esas tierras, pero, para lograr ese objetivo tendrían que vagar por todo el continente y tendría que ir todo el pueblo en busca de la señal que les indicaría que ese era el lugar prometido por los dioses, al principio el jefe se asusto pero pensó que si los dioses deseaban darles esa tierra prometida, les daría las suficientes fuerzas para poder aguantar ese peregrinaje, tímidamente el hombre acepto tan magnífica propuesta y al alba ofrecería un sacrificio en honor a los dioses.

A la mañana siguiente, el jefe del pueblo sacrifico varios animales para agradecer tan maravilloso regalo que les habían concedido, posteriormente comunico a todas las personas el sueño que había tenido, del hermoso lugar que podrían tener y del lago recorrido que harían en busca de la señal que indicaría su destino. Las personas mostraron un poco de temor pero finalmente aceptaron realizar el viaje, pero, ¿cuál era esa señal que tendrían que buscar?, el jefe contesto que cuando vieran a una águila posada sobre un nopal devorando una serpiente, ese sería el lugar destinado por los dioses.

Al día siguiente, el pueblo entero salió en busca de su tierra prometida, al paso de un mes las personas comenzaron a quejarse por la falta de alimento y agua, pero el jefe los motivo a seguir adelante, a no darse por vencidos, y así pasó el tiempo y cuando transcurrió un año la moral de todo el pueblo había decaído, y comenzaron a pronunciar injurias contra los dioses, a maldecir su nombre y mandarlos al olvido. Los dioses furiosos por tan vil acción decidieron castigar a todo el pueblo, a sufrir hambre, frio, hacer atacados tanto por la bestia, como por otros hombres y vagarían por toda la eternidad y si en algún momento llegaran a establecerse en algún sitio la naturaleza se encargaría de erradicarlos de ahí.

El pueblo cumplió con su castigo, la vida era

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