Belinda Arteaga
qaspii81 de Junio de 2014
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Belinda Arteaga
Cuando habla de historia se refiere a una disciplina en constante cambio, abierta a debates y a la generación de nuevos conocimientos que aborda los complejos procesos humanos que han tenido lugar en el pasado pero cuyas huellas y registros impactan el presente.
Historia como conocimiento construido y validado por la comunidad de los historiadores, como proceso social y aún de la memoria histórica, definida aquí como la historia recordada por los colectivos humanos.
Ken Osborne ha identificado tres formas que la educación histórica ha adoptado a través del tiempo: la primera se centra en transmitir la narrativa de la construcción de la nación; la segunda se enfoca en el análisis de los problemas contemporáneos en un contexto histórico y la tercera toma a la educación histórica “como el proceso por el cual los estudiantes llegan a comprender la historia como una manera de investigar desde la disciplina y por lo tanto aprenden a pensar históricamente”
Tal vez nos hemos hecho las preguntas incorrectas: “puede ser que hayamos pasado demasiado tiempo descubriendo lo que los estudiantes no saben, descuidando preguntas más útiles sobre el conocimiento histórico de los jóvenes.
Las investigaciones se situaron en los puntos nodales de la educación histórica al considerar las prácticas docentes basadas en el conocimiento de la disciplina y en sus recursos metodológicos, así como en los conocimientos ya consolidados sobre el desarrollo del pensamiento histórico y la conciencia histórica.
Situar a la historia en las aulas como una disciplina que dispone de un lenguaje y una lógica propia y que hace uso de herramientas y recursos específicos para generar nuevos conocimientos implica dilemas que debemos atender.
“enseñanza de la historia”, “didáctica de la historia”, “aprendizaje de la historia” o “historia escolar”. Esta reformulación implica la necesidad de centrar el debate en los procesos de aprendizaje, más que en la tarea de “enseñar”; en la interdisciplina, más que en el de la “didáctica” como procedimiento de trasmisión de contenidos
La conciencia histórica implica:
- La noción de que todo presente tiene su origen en el pasado.
- la noción de que, en esa transformación, los procesos pasados constituyen las condiciones del presente.
- la convicción de que yo, como parte de la sociedad, tengo un papel en el proceso de transformación social
- la percepción de que el presente es el pasado del futuro.
- la certeza de que formo parte del movimiento histórico y puedo.
Como docente nuestra función no debe ser la de inculcarles a nuestros alumnos una serie de verdades establecidas sobre el pasado, sino la de alimentar sus mentes, no sólo con conocimientos históricos, sino contribuyendo a formar un sentido crítico que les lleve a entender que son ellos quienes deben utilizar este aprendizaje para juzgar, por tanto, aceptarse sin discusión, crítica ni resistencia.
El papel de quienes enseñamos historia en esta tarea de ayudar a formar una conciencia crítica es mucho más importante de lo que habitualmente pensamos.
Pienso en una enseñanza de la historia que aspire no tanto a acumular conocimientos como a enseñar a pensar, a dudar, a conseguir que nuestros alumnos no acepten los hechos que contienen los libros de historia como si fuesen datos que hay que memorizar, certezas como las que se enseñan en el estudio de las matemáticas, sino como opiniones e interpretaciones que se pueden y se deben analizar y discutir
La tarea de la educación histórica es promover una comprensión cada vez más profunda sobre la naturaleza de la disciplina al mismo tiempo que se aprende sobre el pasado y las huellas de éste en la vida actual.
El pensamiento histórico puede desarrollarse en las escuelas
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