COLOQUIOS SOBRE HISTORIA DEL DERECHO

Una de las civilizaciones más importantes e influyentes a lo largo de la historia universal sin lugar a dudas ha sido la Romana, ya que por la invención y perfección de diversas técnicas y ámbitos científicos se pudo sobreponer a sus enemigos y evolucionar gracias a su milicia moderna y a grandes construcciones dentro del imperio, fue así como su capital, Roma se transformó en un ícono del mundo en su época, siendo el centro de las miradas y el deseo de otras civilizaciones. Roma, movida por su ego cultural colectivo, se convertiría en la civilización más poderosa y tecnológicamente avanzada que haya visto el mundo.

Una gran característica que tuvo el imperio durante su expansión, fue la construcción de estructuras, que le daban así mayor fuerza en el momento de imponerse como una potencia en Europa Occidental.

Roma expandió su poder a toda la región. Desde el punto de vista estructural, tomando prestadas las ingenierías importadas desde antiguas culturas (las cuales refinaban y mejoraban), los romanos, inteligentemente aprovecharon entre otras las ideas de construcción de calzadas, sistema de movimiento de aguas, construcción de enormes murallas, etc. Basadas muchas de ellas en la tecnología etrusca. Se creó el alcantarillado público, los acueductos y los caminos que permitieron la comunicación y masificación dentro del imperio.

Bajo la era de Augusto (y las que le procedieron), lo que solidificó sin lugar a dudas el dominio de Roma sobre Europa Occidental, fue el Hormigón Romano, cambiando así el paisaje a través de enormes construcciones fabricadas por el hombre, dando a Roma un importante reconocimiento por la hermosura, perfección e innovación en cuanto a estructuras.

Los ingenieros tenían un arma que les permitiría construir cosas más grandes, más fuertes y en menos tiempo que nadie: un hormigón impermeable mezclado con una arena volcánica llamada “pozzolana”. Un invento extraordinario que les permitiría crear enormes pilares que podían resistir bajo el agua, revolucionando así las comunicaciones y al mismo tiempo la imagen del imperio.

Al principio, el hormigón no era más que una simple cal, es decir, una mezcla de agua que aun cuando se asentaba, no era muy fuerte. De hecho, las partículas del primer hormigón se descomponían fácilmente. En el hormigón romano, la “arena pozzolana” reaccionaba con la cal, resultando un hormigón muy parecido al actual aunque mucho más fuerte. Se dieron cuenta muy pronto de que utilizando ésta sustancia, podían construir literalmente bajo el agua. Ahora podían construir puentes permanentes en lugar de puentes de madera.

En el siglo I a.C. los romanos, además del exterior, se preocuparon de mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes. De todos los logros conseguidos a través de la ingeniería romana, ninguno cambió tanto la vida en Roma como el agua corriente y su sistema de repartición

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