CULTUAR JUVENIL UN RETO PARA LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES
Enviado por sandy45 • 26 de Junio de 2013 • Ensayo • 2.404 Palabras (10 Páginas) • 292 Visitas
CULTUAR JUVENIL UN RETO PARA LA EDUCACIÓN DE LOS VALORES
La educación en valores sí tiene que ver mucho con la cultura juvenil, pero no en cuanto necesidad de “convertir” a los jóvenes a ciertos valores que creemos o pensamos, valga la redundancia, más valiosos. La lectura de algunos trabajos sobre los jóvenes en la actualidad, sobre sus características, sobre sus demandas, sobre sus defectos y virtudes, sobre su saludable desorden y caos abrió un horizonte que solamente había estado desde la lejanía, desde la cápsula en la que habitualmente fantaseamos a veces, sin partir desde ningún contacto con ella. Otro fatal error que cometimos es aquí mismo, delante de ustedes, cuando me referio a los jóvenes y su cultura como si se tratara de algo homogéneo, como si fuera un objeto identificable y definible de acuerdo con sus atributos. La verdad es que eso que llamamos jóvenes o juventud varía enormemente en cuanto a si los concebimos en términos de edad cronológica, biológica o si lo hacemos en términos de edad mental o de acuerdo con sus comportamientos. La juventud parece estar muy condicionada por el contexto y por esa razón nos encontramos con que en distintas sociedades y en diferentes momentos de sus historias, la juventud, como concepto, ha variado notablemente. Bien podemos apreciarlo hoy, cuando se ha extendido la calificación de jóvenes hasta edades que antiguamente eran consideradas adultas o maduras o, también, cuando se reitera que la juventud es una (buena, deseable) condición mental, no necesariamente relacionada con la edad biológica. Entonces, ¿se es joven por pertenecer a un grupo etario o se es joven si se conduce uno de acuerdo con ciertos parámetros? La respuesta a esa pregunta excede el alcance de este escrito, además, es un asunto que se tratar• en otro trabajo incluido en esta revista. Valga por el momento la acotación acerca de lo difícil de definir dichos conceptos, así como la necesidad operativa de establecer respecto de este punto un criterio, al menos provisional, para poder identificar el asunto sobre el que queremos investigar y sobre el cual pudiéramos desear intervenir ulteriormente.
Juventud y jóvenes, como indicamos antes, no son categorías homogéneas. Es una exigencia comprender la juventud en su esencial diversidad y en las diferencias que caracterizan a cada uno de sus integrantes. Todo joven es único, irrepetible y diferente a los demás, aun cuando se agrupen, como se agrupan a veces, según sus afinidades. No es incorrecto hablar de cultura juvenil, pues ciertamente los jóvenes crean cultura mediante sus maneras de valorar; pero lo que sí está mal es encasillarlos a todos como si de borregos dentro de un redil se tratara. Pienso que una mejor metáfora para definir a los jóvenes es la del cajón de sastre, no la del corral. De no comprenderlos en su diversidad corremos el riesgo de fracasar en cualquier proyecto educativo que pretendamos impulsar; como fracasan actualmente los que ahora se ejecutan sobre la base de muchos prejuicios de los adultos. Si la cultura juvenil representa un reto para la educación en general, imagínense cuán formidable es este reto para la educación en valores.
BEATS, HIPPIES, PUNKS. LAS CONTRACULTURAS JUVENILES
¿Dónde encontrar, si no es entre la juventud disidente y entre sus herederos de las próximas generaciones, un profundo sentimiento de rcnovaci6n y un descontento radical susceptible de transformar esta desorientada civilización? Estos jóvenes son la matriz donde se está forjando una alternativa futura. No me parece exagerado llamar "contracultura" a lo que esto emergiendo en el mundo de los jóvenes. A mediados de los años cincuenta nace en la costa californiana la beat generación, expresión todavía minoritaria de bohemia juvenil y disidencia artístico-intelectual. Inspirándose en los existencialistas parisinos de posguerra, recuperando elementos del surrealismo, el dada, el situacionismo y el psicoanálisis, los beats se ponen on the road, a la búsqueda de un estilo propio, opuesto al puritanismo dominante, centrado en la expresividad, la creatividad, la experimentación poética y sexual, la marihuana y el jazz, el nihilismo y el misticismo. Escritores como Kerouak y poetas como Ginsberg actúan como gurus de un movimiento que pretende crear una contra-sociedad en el seno de la sociedad dominante, con sus propias reglas y valores. En realidad, la beat generation actualizaba dos de las "tradiciones juveniles subterráneas" difundidas históricamente en generaciones sucesivas de jóvenes de clase media: la tradición "bohemia", centrada en el ataque al puritanismo y en el ensayo de un estilo vital "disipado"; y la tradición "radical", centrada en la mas articulada protesta estudiantil, cultural o política [Matza, 1962; Brake, 1985:86].
En la década de los años sesenta, a caballo del boom ecónomico, el movimiento de los derechos civiles, la guerra del Vietnam, el feminismo, el movimiento gay y el black power, lo beat confluyo en un masivo despertar cuya vanguardia más visible, surgida también en California, se conoció como movimiento hippie, difundiéndose posteriormente a escala internacional. Retomando de los beats el "estilo" bohemio, la experimentación psicodélica y sexual, el orientalismo, el nomadismo, el culto a la espontaneidad, etc., los hippies consiguieron ir mas al M del "existencialismo" genérico de sus ancestros para articular propuestas alternativas mucho más elaboradas y extendidas: la desafiliación respecto de la familia e instituciones sociales, el flower power frente a la sociedad tecnocrática de consumo, la Utopía pastoral frente al industrialismo, la creación de una verdadera sociedad alternativa con sus propias cooperativas de producción y consumo, canales de comunicación, criterios estéticos, lenguajes, formas de alimentación y rituales. De nuevo la tradición bohemia se combinó de distintas maneras con la tradición radical: la oposición a la guerra de Vietnam y la protesta estudiantil del 68 fueron los momentos culminantes de este proceso. Todas estas expresiones juveniles tuvieron su reflejo en una serie de interpretaciones teóricas que celebraron la emergencia de la juventud como una "nueva clase" portadora de la misión emancipadora que había dejado de personificar el proletariado. Bajo el estimulo del 68 los teóricos modos radicales utilizaron planteamientos filo marxistas para analizar en términos de clase las relaciones de producción (materiales y sobre todo intelectuales) que los jóvenes mantenían con los adultos. En este camino se recuperaban viejos autores olvidados (como Wilheim Reich) y surgían nuevos profetas como Herbert Marcuse y Theodore Roszak, quien bautizó a la oposición juvenil como un intento coherente de alternativa cultural global a la
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