Caída de Tenochtitlán

Caída de Tenochtitlán

¿Por qué nos conquistaron a nosotros? Era un día como cualquier otro. Empecé el día de una manera cotidiana, con un amanecer Perrón que en mi vida había visto. Vivía fuera de la comunidad, alejado de todas las novedades y sucesos que pasaban en Tenochtitlán. Fue aquel verano de 1521, tenía ganas de ir a la ciudad, para ver qué pasaba y las novedades que había.

Entonces prepare mis víveres, me aliste y salí, tome camino y mientras más me acercaba a la cuidad de Tenochtitlán la gente se veía con un rostro alegre y entusiasmada por el regreso de Quetzalcóatl. Yo no lo creía posible pero tenía esa curiosidad de saber si era cierto lo que se decía, por lo tanto acelere mi paso. Al momento de llegar a Tenochtitlán era notoria la felicidad y, la vibra que se sentía, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Era algo impresionante.

Llegue al puerto de Veracruz, y presencie al dios Quetzalcóatl, tal y como se rumoraba que iba a llegar a nuestro mundo. Con su gran armadura que brillaba al igual que brillan las estrellas, con su color de piel claro y con su hermoso caballo que hacía que se viera muy imponente, como tiene que ser un dios. Lo recibimos con todas nuestras ofrendas que voluntariamente pudiéramos dar. Tenía tantas ganas de conocerlo, hablar con él, pero eso iba a estar bastante complicado.

Le dio la bienvenida nuestro tlatoani Moctezuma ll, y lo vio cara a cara. Todo iba de maravilla. Trascurrió el día, un día de mucho festejo, pero ya era muy tarde para mí, ya que tenía que hacer un trascurso bastante largo a casa. Tome partida así mi casa pero de repente escuche gritos, vía gente corriendo, supuse que algo malo estaba pasando, entonces, me regrese a Tenochtitlán, para ver que era lo que sucedía, y no podía creer lo que estaba pasando, nos estaban traicionando,

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