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Cartas en vida de Мiguel Аngel Вuenarroti, Roma Italia


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2014  •  Informe  •  2.331 Palabras (10 Páginas)  •  356 Visitas

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CARTAS EN VIDA DE MIGUEL ANGEL BUENARROTI, ROMA ITALIA.

A SU PADRE EN FLORENCIA, ROMA, JUNIO DE 1509

Muy respetado Padre: por tu última carta me he enterado de que por ahí se ha dicho que estoy muerto.

Es algo que importa poco una vez que continuo vivo.

Deja que lo sigan diciendo y no hables de mi a nadie, por cuanto son hombres perversos los que hay ahí. Estoy dedicándome a mi trabajo todo cuanto puedo.

Ahora hace tres meses desde que el Papa me entrego dinero la última vez, y espero que vuelva a darme algo dentro de este mes y medio, suceda lo que suceda, por cuanto he gastado debidamente todo lo que tenía.

Si él no me da dinero alguno, tendría que pedir prestado para volver ahí, ya que no tengo un solo centavo. Así pues, nadie me puede robar. Dios quiera que todo salga lo mejor posible.

Estoy enterado del asunto de Mona Cassandra. No sé qué decir al respecto. Si pudiese encontrar algún dinero, preguntaría si es posible trasladar aquí el expediente judicial sin perdida para mí -esto es, sin pérdida de tiempo-. En ese caso yo tendría que buscar un abogado, y de momento no tengo dinero alguno para pagarle.

Infórmame de cómo va ese asunto cuando llegue el momento, y si necesitas dinero, acude al director del Hospital de Santa María, como ya te recomendé anteriormente. No tengo más que decirte.

Estoy aquí descontento, con no muy buena salud, con mucho trabajo, sin órdenes y dinero, pero tengo esperanza en que Dios me ayudara.

Saluda a Giovanni de Riscoli y a el Maestro Agnolo el Nuncio.

Tuyo, Miguel Ángel, en Roma

A SU PADRE GIOVANSIMONE, EN FLORENCIA; ROMA, JUNIO DE 1509

Giovansimone: Se dice que quienes hacen bien los transforman en mejores, y quienes hacen bien a los malos los convierten en peores. Yo he estado intentando durante algunos años, con buenas obras y palabras, que llegaras al punto de vivir una vida decente y en paz con tu padre y el resto de nosotros, pero vas de mal en peor. Yo no digo que seas malo, pero te portas de una manera muy desagradable, tanto para mí como para los otros. Ahora podría echarte un largo discurso acerca de tu manera de actuar, pero serian meras palabras, como las que te tengo dichas en otras ocasiones. Para ser breve, puedo asegurarte que tu no posees absolutamente nada, y que el dinero que gastas y los gastos de la casa salen de lo que yo doy y he venido dando desde hace tiempo, ya que por amor de Dios eras considerado en mi conciencias mi hermano como los demás. Ahora estoy seguro de que no eres mi hermano, porque si lo fueras no amenazarias a mi padre; tu eres un animal, y como tal te tratare.

Permíteme que te diga que todo el que ve a su padre amenazado o atacado está obligado a defenderlo con su vida: eso es todo. Te repito que no posees absolutamente nada en esta tierra, y que si yo tengo la menor noticia acerca de esas actividades, iré ahí urgentemente para probar tu equivocación y enseñarte a destrozar tus cosas y prender fuego a la casa y granjas que tu no mereciste. No eres lo que tú piensas. Si llego a ir por ahí, te enseñare algo que te hará llorar con lágrimas amargas y te hará caer en la cuenta en que tu orgullo se basa.

Además, tengo que repetirte una vez más que si deseas cuidar con buen trato, dignidad y reverencia a tu padre, yo te ayudare como a los otros y te proporcionare una buena tienda en la que puedas estar bien situado. pero si tu comportamiento no es eses, iré ahí y organizare las cosas para ti de tal forma, que caigas en la cuenta mejor que nunca de lo que realmente eres, que sepas lo que posees en este mundo y lo compruebes donde quiera que vayas. Nada más. Yo supliré con obras las lagunas existentes en las palabras.

Miguel Ángel en Roma

No puedo menos de añadir dos líneas más para decir lo siguiente: que durante diez años he ido de un lado para otro por toda Italia, llevando una vida desventurada, pasando toda clase de humillaciones, soportando toda clase de trabajos, maltratando mi cuerpo en cada una de mis tareas, poniendo mi vida en mil peligros, con la única finalidad de ayudar a los míos. Y ahora tu solamente quieres machacar y arruinar en una hora lo que yo he conseguido en tantos años y con tanto sacrificio; que me juzgue el Cuerpo de Cristo si eso no es verdad. Estoy dispuesto a aplastar a diez mil como tu si eso fuese necesario. Se, pues, razonable y no tientes a quien está sufriendo por otros motivos.

A SU PADRE, EN FLORENCIA; ROMA, JUNIO DE 1509

Muy respetado padre: Por tu última carta me he enterado de cómo van las cosas por ahí y del comportamiento de Giovansimone. No había tenido noticias peores en estos diez últimos años, por cuanto yo creía que había dejado todo dispuesto; esto es, de tal forma preparado que ellos pudiesen confiar en tener una tienda con mi ayuda, y con esa esperanza conseguir hacer algo de ellos e instruirse para que pudieran defenderse en el futuro. Ahora compruebo que ellos y sobre todo Giovansimone, se están haciendo todo lo contrario Si el día que recibí tu carta hubiese podido, habría cogido un caballo para ir y poner todo en orden para esta fecha. Pero ya que no puedo, te escribo esta carta para que veas como me siento y para que por favor, me informes si el no cambia de manera de ser de aquí en adelante, o si él se lleva algo de esa casa, aunque valga solamente un bledo, o hace alguna otra cosa que no sea de tu agrado. Entonces yo me ocupare de eso, pediré permiso al Papa para ir ahí y le hare caer en la cuenta de su equivocación. Puedes estar bien seguro de que todos los trabajos que yo he soportado en mi vida os he sufrido por tu bien tanto como por el mío, y todo cuanto he comprado he querido que te pertenezca meintras vivas, que nada podría haber comprado si no hubiera sido por ti. Así pues, cuando mejor te parezca y de la forma que te guste, puedes poner a renta la casa y arrendar la granja para que puedas vivir como un señor con esas entradas y lo que yo te envié. Si no fuese porque estamos entrando en el verano, yo te diría que hicieses eso ahora y te vinieses a vivir aquí conmigo, pero ahora no es el tiempo apropiado, por cuanto la vida aquí en el verano no sería agradable para ti.

He pensado coger el dinero que el (Giovansimone) tiene en la tienda y dárselo

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