China antes de lao tse y confucio.
Enviado por Fiio Medina • 13 de Noviembre de 2016 • Monografía • 10.195 Palabras (41 Páginas) • 215 Visitas
CHINA ANTES DE CONFUCIO Y LAO TSE
Los textos jesuitas de los siglos XVII y XVIII difundieron una imagen específica de China, en la que Confucio y el confucianismo eran importantes. Las primeras relaciones, cartas y memoriales castellanas del siglo XVI dan una visión de la religión china distinta de la que luego proporcionarían los jesuitas a partir de Matteo Ricci. Prestan mucha atención a la religión popular entre budismo y taoísmo pero no los mencionan y ni a Confucio ni el confucianismo.
LAS FUENTES
A lo largo del siglo XVI, los primeros europeos establecidos en China o en sus aledaños portugueses y castellanos empezaron a mandar información. A los portugueses pertenecen las primeras cartas de los cautivos en Canton, sirvieron de fuente a Galeote Pereira, que a su vez lo fue de Gaspar da Cruz, en su Tractado em que se cotam muito por esteso as cousas da China co suas particularidades de 1569, trascendió las fronteras de Portugal al publicarse en 1577 la obra de Bernardino Escalante: Discurso de la navegación, que los portugueses hazen a los reinos y provincias del oriente.
El libro de Mendoza es una recopilación sobre China en la península ibérica y en Europa a finales del siglo XVI. Las fuentes eran en parte eclesiásticas, ni los cautivos portugueses, ni Galeote Pereira ni Loarca ni Dueñas eran clérigos. Por otra parte, los eclesiásticos eran monjes: Gaspar da Cruz era dominico, Martin de Rada y González de Mendoza eran agustinos; Alfaro y Tordesillas eran franciscanos.
ÍDOLOS Y DEMONIOS
Los chinos son idólatras, cuya religión carece de la menor profundidad y cuya cultura es ajena a cualquier forma de filosofía natural: es una visión inequívocamente peyorativa, lo recubre todo y actúa como opinión genérica sobre la religiosidad de los chinos, que queda completamente descalificada.[pic 1]
Tienen una infinita proliferación de cultos, de una omnipresencia de ídolos, un pueblo intensamente religioso, pero cuya religión no tiene ninguna influencia en la moral o en la política. Esta reflexión sobre la disparidad entre su sabiduría política y su ceguera religiosa se reproduce una y otra vez, con las mismas palabras, en Gaspar da Cruz, Escalante y Mendoza, y, lo que es más sorprendente, reaparece todavía en Valignano. Esta persistencia muestra la incredulidad de los informantes ante una ética sin fundamentos religiosos: precisamente para paliar esta aparente contradicción los jesuitas acabarán dando un estatuto religioso al confucianismo que éste conservará hasta nuestros días. A algunos observadores los ídolos les producían repugnancia; a otros simplemente les irritaban. Pero les interesó su conexión con la adivinación, no dejaron de anotar la importancia que ésta tenía en la religión china. Era una conexión antiquísima: las primeras manifestaciones religiosas de China están estrechamente vinculadas con la adivinación, como muestran los huesos oraculares de los Shang como los grandes textos adivinatorios que se han conservado. Uno de ellos, el Yijing , Libro de los Cambios, tenía tal prestigio en la China antigua que acabó siendo un clásico canónico tanto para la tradición confuciana como para la taoista. Los testimonios sobre la adivinación se acumulan a partir de Gaspar da Cruz, pero no son iguales. Martin de Rada describe en detalle la adivinación por aquilea, similar a la que puede verse aún hoy en templos taoísta. Tordesillas habló de demonios y adivinación, vemos a los chinos utilizando a gente en trance para adivinar los designios del demonio, también a los frailes lanzando conjuraciones para contrarrestar las de los otros, obligando con ello al demonio a pedir excusas a los chinos.
Martin de Rada: Es gente muy dada a suerte, sus Idolos á los cuales echan primero su oración toman gran cantidad de palillos y revolviéndolos toman el que primero se le ofrece sin mirar, y miran la palabra que en él está escrita y por ella van a una tabla donde están todas las respuestas. Escriben en un palillo esquinado por todas las partes y echan su oración armando un altar con su sahumerio echan el palillo y lo que sale arriba de aquello tienen por cierto y otras maneras.
González de Mendoza: oyeron un demonio que les dijo que no los culpasen porque no respondían a su petición, que lo dejaban de hacer porque se lo estorbaban aquellos padres castillas que llevaban en el navío.
- Los fransciscanos vieron esta escena porque iban de pobres y estaban rodeados de simples marineros y no de grandes funcionarios. Su reacción revela también una familiaridad con las tretas del demonio que sólo se vio deslucida cuando apareció una comunicación escrita de por medio: sin duda los demonios de Castilla a que estaban acostumbrados quedaban más confinados a la simple oratoria.
Los testimonios sobre las ofrendas a sus dioses son múltiples. Si bien las narraciones que recoge Escalante hablan sobre todo de ofrendas en especies, Rada añadió las ofertas en papel moneda, cuyo prestigio por tanto se perpetuó en el culto aún tras su desaparición como moneda en curso 150 años antes; y la segunda, la práctica burocrática, similar a la que se aplicaba a los regalos que sellaban los pactos del comercio tributario, de acompañar las ofrendas con una lista escrita que pormenorizaba quién las enviaba y en qué consistían. Lo que todos vieron con enorme estupor fue el trato vejatorio que los chinos dedicaban a los ídolos que no atendían sus peticiones.
Conviene recordar aquí que los castellanos o portugueses, fondearon todos en una misma zona de China, la costa del sudeste, especialmente el Fujian. Por ello dan tanta constancia a los cultos en los barcos, y por ello hablaron por vez primera de los dioses del mar. Fue la expedición de los agustinos la que proporcionó la información sobre Neorma, la diosa de los marineros.
Los barcos llevaban en la popa una estatua de Mazu a la que hacían continuas ofrendas, y a la que enviaban simbólicamente de regreso una vez los barcos llegaban a su destino. En Fuzhou como en Quanzhou lugares que visitaron Rada y Loarca, Mazu compartía altar con el propio Buda (al que ellos llaman Saquiam, de Sakyamuni) que era también una figura destacada en algunos templos taoístas. A ella se dedicaban también el grueso de las ceremonias de partida y de llegada que realizaban todos los barcos: Rada, Loarca, Tordesillas y Dueñas han dejado todos constancia de las ceremonias, ofrendas y sesiones de adivinación que acompañaban el zarpar de todo barco, y el gobernador Dasmariñas dejó fe de la existencia de estas mismas ceremonias a la llegada de los barcos chinos que recalaban en el parián de Manila.
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