Ciencias Sociales
Enviado por forznsk • 5 de Marzo de 2012 • 714 Palabras (3 Páginas) • 402 Visitas
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Cambios religiosos
Todos estos procesos (concentración del poder político, guerras "el infiel", crecimiento de los burgos, ataque al sistema feudal, auge del comercio y la industria, cambios artísticos, etcétera) se vieron marcados también por profundos cambios en la espiritualidad medieval. La Iglesia Católica, el organismo religioso predominante en la época, estuvo abocado a profundos cambios intelectuales, a los que no siempre estuvo a la altura, al menos durante el siglo XII.
En materias teológicas, la principal innovación fue la recepción de numerosas ideas foráneas. Entre ellas, Occidente empezó a prestar atención a Aristóteles, filósofo, bien sea leyendo directamente al griego, o bien a través de los comentarios de los musulmanes Avicena y Averroes. Hasta el momento, la teología cristiana estaba basada en las ideas platónicas que había adaptado San Agustín, en el siglo V. Aristóteles era incómodo porque planteaba cuestiones radicalmente opuestas a la Iglesia Católica (por ejemplo, que el mundo es eterno e increado, lo que choca con el dogma de la creación "ex nihilo" ("de la nada") expresado en el Génesis). La simbiosis entre Teología cristiana y el aristotelismo no llegaría sino hasta el siglo XIII, de la mano de Santo Tomás de Aquino.
Aun así, el Platonismo inherente a las doctrinas agustinianas fue puesto en duda, en beneficio de posturas que podrían calificarse de realismo moderado. El principal defensor de ellas fue Pedro Abelardo, teólogo que enseñó en la Universidad de París, y que se vio envuelto en una dura trifulca (llamada la querella de los universales) con Bernardo de Claraval, sostenedor del realismo extremo, quien le hizo condenar como hereje y le obligó a la retractación. Pedro Abelardo es un representante de los nuevos tiempos, al atreverse a cuestionar, aunque tímidamente, algunas verdades esenciales de la Teología cristiana
El mencionado Bernardo de Claraval es el más destacado defensor del "status quo" medieval frente a los cambios sociales de su tiempo. Fundador de un gran número de monasterios a lo largo de la primera mitad del siglo XII, además de participar activamente en política (incluyendo la prédica de la Segunda Cruzada). De linaje aristocrático, veía con reticencia toda innovación, incluyendo a la vida urbana y ciudadana. Sus monasterios, la Orden del Císter, se transformaron en un referente ineludible para afianzar la unidad cristiana, en una época en que los propios cristianos de los burgos empezaban a cuestionar vivamente a la Iglesia.
El Císter no logró, de todas maneras, contener estos cuestionamientos, los que cristalizaron en una serie de herejías, las primeras desde la época de San Agustín en Occidente. Las más peligrosas para la Iglesia Católica fueron las de los valdenses y los cátaros, que crecieron especialmente en el sur de Francia, y que fueron
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