Civilización Romana (1)
Enviado por lalovice • 1 de Noviembre de 2015 • Documentos de Investigación • 2.868 Palabras (12 Páginas) • 163 Visitas
ROMA
Los primeros habitantes
La Península Itálica, foco de origen de la civilización romana, se caracteriza por una gran diversidad regional que posibilitó el desarrollo de numerosos pueblos independientes con distintos grados de civilización.
Durante el 2000 a. de C., la península fue ocupada por pueblos indoeuropeos que en oleadas sucesivas traspasaron los Alpes. Estos pueblos fueron llamados itálicos, y de entre ellos, la tribu de los latinos se instaló en aldeas sobre pequeñas colinas en el valle inferior del río Tíber, donde se dedicaron a la agricultura y al cuidado de los rebaños.
Aproximadamente entre el año 1000 y el 600 a. de C., nuevos pueblos ocuparon la región: etruscos, fenicios o cartagineses y griegos. Los dos últimos introdujeron el bronce, la escritura, sus costumbres y su arte, con lo cual se transformó la vida material y espiritual de las antiguas civilizaciones itálicas. Sin embargo, de los tres, fueron los etruscos los que llegaron a ser más poderosos. Establecidos inicialmente en la Etruria, se expandieron hasta el valle del Po por el norte, y hasta los confines de la Campania por el sur, propagando así su civilización. Aunque es poco lo que se sabe del origen de los etruscos, probablemente llegaron de la región de Frigia (Asía Menor). Vivían en ciudades que formaban estados independientes unidos por lazos culturales y religiosos. El gobierno era ejercido por un grupo de nobles poderosos y ricos que imponían su dominio a las clases inferiores. Elaboraban el bronce y el hierro, además de trabajar el oro y la plata. Eran politeístas, practicaban el culto a los muertos y la adivinación por medio de la observación del vuelo de las aves o de las entrañas de los animales sacrificados. El recuerdo de su civilización sobrevive en las ruinas de antiguas ciudades como Tarquina, Clusium, Veyes y Ceres.
Los etruscos lucharon por la unificación de la península. Aliados con los cartagineses, habían logrado detener la expansión griega en el sur, pero su poderío no logró sortear los ataques de los galos, que en el curso del siglo VI a. de C. invadieron la región del Po. Esta situación fue aprovechada por Roma, la que encontró abierto el camino del triunfo y pudo lograr la unificación en la cual habían fracasado los etruscos.
De las Siete Colinas a la Monarquía
Según la historia, los orígenes de Roma se remontan al año 753 a. de C. Con el fin de proteger al Tíber de la amenaza etrusca, siete aldeas latinas de la región del Lacio formaron una federación, el Septimontium. Pero su valor estratégico y comercial atrajo a los etruscos, que impusieron su dominio sobre las aldeas y fundaron la ciudad de Roma. La ciudad fue amurallada, se planificaron sus calles y sanearon los valles pantanosos que la rodeaban mediante canales de desagüe, unieron las riberas del Tíber con un puente hasta que, finalmente, se transforma en una verdadera ciudad.
Buscando un origen heroico para su ciudad, los romanos popularizaron, a través de Tito Livio, una leyenda que cuenta que al nieto de Eneas, príncipe pagano, le fue usurpado el poder y sus descendientes, los gemelos Rómulo y Remo, fueron abandonados a orillas del Tíber. Al enterarse de su origen, los gemelos depusieron al usurpador y obtuvieron permiso para fundar una ciudad en el lugar en que la loba los había encontrado y amamantó. Rómulo, elegido por los dioses, enfrentó a su hermano y le dio muerte, quedando solo al frente de la ciudad.
Organización sociopolítica
Durante la etapa monárquica, desde la fundación hasta el 509 a. de C., Roma estuvo gobernada por siete reyes: Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio, Anco Marci, Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio, los tres últimos de origen etrusco.
La organización de los primeros tiempos se basaba en la Constitución Serviana, atribuida a Servio Tulio. El rey era elegido vitaliciamente; tenía el mando militar, judicial y religioso de la ciudad. Asesorando al rey se encontraba el Senado, integrado por 300 miembros elegidos entre los jefes de las gens o familias más antiguas, que actuaban como consejo permanente y sancionaba los acuerdos de la Asamblea Curiata, integrada solo por patricios. A esta asamblea le correspondía la elección del rey y la votación de las leyes.
El pueblo estaba distribuido en cuatro tribus locales organizadas militarmente por centurias y obligadas a servir en el ejército en proporción a su fortuna. Este fue el origen de los comicios centuriados o Asambleas Populares.
La sociedad romana estaba dividida en clases con categorías desiguales en derechos y obligaciones.
- Los patricios. Descendían de los fundadores, eran poderosos, ricos y los únicos que poseían la ciudadanía romana. Intervenían en la elección de los magistrados, desempeñaban los cargos de gobierno, integraban el ejército y monopolizaban los cargos religiosos. Eran también propietarios de la tierra.
- Los plebeyos. Provenientes de poblaciones vecinas constituían la clase inferior y, a pesar de ser hombres libres, carecían de todo derecho. Como clase laboriosa cultivaban la tierra, desempeñaban algún oficio y ejercían el comercio y la industria. Muchos plebeyos se ponían bajo la protección de un patricio al que reconocían como su patrón y le rendían obediencia y servicio. Eran los llamados clientes.
- Los esclavos. Este grupo estaba al margen de la sociedad. Eran considerados como objetos que se podían comprar y vender, ceder o legar en el testamento.
Breve reseña histórica la civilización
Tras la fundación de Roma en el 753 a.C., se produce un período de Monarquía, que finaliza tras la expulsión de Tarquino (el séptimo rey) dando comienzo la siguiente etapa de la Historia de Roma, la República.
La República romana no fue democrática sino oligárquica. En los primeros tiempos, las familias aristocráticas asumieron el poder, gozando de todo tipo de privilegios. Posteriormente, debido al progreso creciente de los plebeyos, la República derivó hacia una forma más popular. Sin embargo, la democracia como tal, no llegó a conocerse en Roma, pues las conquistas que la hicieron dueña de Italia y del Mediterráneo aumentaron aun más el poder y la riqueza de algunas familias, situación que generó una serie de luchas que terminaron por hacer caer la República. Los cinco siglos de vida republicana estuvieron marcados, en lo interno, por la lucha de los plebeyos para alcanzar la igualdad, y en lo externo, por la permanente necesidad de defenderse de los ataques de pueblos vecinos que aspiraban al dominio de Roma. El movimiento plebeyo pedía una serie de reivindicaciones sociales y económicas como son: mayor flexibilidad en el régimen de deudas y una solución al problema agrario. En lo jurídico, pedían la redacción de un código común a todos y la autorización de los matrimonios mixtos (patricios y plebeyos); en lo político, el acceso al consulado y a las magistraturas, la entrada al Senado y el reconocimiento legal de los plebiscitos, y en lo religioso, el acceso a los cargos sacerdotales.
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