Concepto De Nacion
Enviado por paulrobledo • 14 de Octubre de 2013 • 1.691 Palabras (7 Páginas) • 404 Visitas
LOS CONCEPTOS DE PUEBLO Y NACIÓN
PUEBLO
La visión del mundo de los estados quedaría, sin embargo, incompleta, si no procediésemos a un tratamiento de las dos formas fundamentales de agrupación humana, de sociedad, de las que emana el Estado y sobre las que éste opera, al menos en una consideración histórica moderna, es decir, sin una referencia explícita y detallada de los pueblos y las naciones. Desde luego, no es nuestra pretensión cerrar aquí y ahora un largo debate, que desde diversas ciencias y supuestos ideológicos se vienen manteniendo desde hace más de siglo y medio, y que tal vez resulta enriquecedor que siga vivo. Nuestro afán es el de dar una visión general del problema de conceptualización de ambas realidades sociales y señalar algunas ideas que puedan servir para una mejor comprensión de las características propias de cada una de ellas.
Ante todo es importante señalar que la utilización de los términos de pueblo o nación no debe ser considerada como una mera cuestión semántica desconectada de la realidad sociológica que pretendemos describir y referir con cada una de estas expresiones. Esta parece ser la posición adoptada por RUILOBA cuando afirma que:
«Desde nuestro punto de vista, la misma inconcreción de que adolecen los conceptos de nación y pueblo impide, en efecto, que se pueda establecer una diferencia esencial entre ellos. Son únicamente matices y connotaciones diversas los que acompañan distintamente a uno y otro término.
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Pero la problemática sustantiva que plantea la definición de ambos es la misma».
En efecto, tanto el pueblo como la nación son términos que responden a realidades sociales distintas, con diverso grado de consolidación interna y, por consiguiente, con desigual capacidad de actuación en el ámbito internacional, aunque en el transcurso de la historia contemporánea ambos conceptos hayan estado tan estrechamente asociados en los documentos políticos y en las obras científicas que su diferenciación haya podido y pueda parecer, a los ojos de muchos autores, carente de fundamento e irrelevante.
En términos generales podemos establecer, siguiendo a AMENGUAL, tres grandes períodos o etapas en la evolución experimentada por el concepto de pueblo durante los dos últimos siglos.
Primera etapa: El pueblo como entidad jurídico-política.
En esta primera fase, que se desarrolla teórica y prácticamente durante la Revolución Francesa, se expresan, bajo el término de pueblo, dos ideas sustantivas complementarias. Ante todo, el pueblo contiene una idea niveladora e igualitaria, en virtud de la cual bajo este término se afirma la idea de igualdad y libertad entre todos los ciudadanos que integran una colectividad con unos límites histórico-geográficos comunes (nación) y una organización política propia (Estado). En este sentido, cada individuo adquiere significación jurídica (Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de 26 de agosto de 1789) y política (soberanía popular), en tanto que parte de un mismo pueblo. Esta visión igualitarista y abstracta del pueblo como conjunto de ciudadanos que permitió históricamente atacar la estructura estamental del antiguo régimen, en beneficio de una estructura clasista particularmente propicia para la clase media burguesa y que facilitó el sometimiento de los monarcas absolutistas a los representantes de la voluntad popular, ocultaba, a su vez, una nueva forma de dominación concreta e histórica: la dominación política de la clase burguesa, cuya expresión más evidente será el establecimiento de la democracia por voto censitario, en virtud de la cual la cualidad de ciudadano se adquiere previa demostración de un determinado nivel de renta o de propiedad de bienes inmuebles, como fórmula de selección y elección de los representantes del pueblo.
Pero el término pueblo contiene también una segunda connotación, no menos significativa que la anterior y perfectamente conectada con ella, a saber: el pueblo en tanto que realidad socio-política sólo existe en toda su plenitud en la medida en que logra consolidarse como nación y como Estado. En efecto, un pueblo incapaz de articularse como una colectividad histórica, como una nación, y de organizarse como una entidad política independiente, como un Estado, no pasa de ser una mera amalgamación de individuos absolutamente pasiva e incapaz de un protagonismo internacional. Como apunta AMENGUAL:
«Si la nación es la unidad consciente y la voluntad refleja de ser pueblo unido, el Estado es la estructuración jurídico-política de esta unidad como tal. Así surgen los estados nacionales, como unidades de ciudadanos iguales y libres que borran del mapa las otras demarcaciones fundamentales en los poderes de los señores: principados, condados, señoríos, etc. Nacionalidades que porque se afirman gracias a la estructura estatal, a veces fueron entendidas como idénticas con los estados, cosa que otra vez nos muestra la abstracción con que se entendía al Estado, abstracción que cristalizó en el centralismo».
Segunda etapa. El pueblo como unidad cultural
La segunda fase destacada por AMENGUAL se desarrolla durante la primera mitad del siglo XIX al amparo de ese movimiento cultural característico denominado romanticismo.
Lo más significativo de esta etapa es el énfasis que se pone en destacar la dimensión cultural propia del pueblo, en tanto que principal vínculo de unificación e integración entre todos los individuos libres e iguales que constituían un pueblo.
El pueblo aparece, de esta
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