Constitucion Politica
Enviado por catheb • 21 de Marzo de 2013 • 2.599 Palabras (11 Páginas) • 518 Visitas
sulta mencionada y simultáneamente la elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente. Además de los partidos tradicionales, liberal, que obtiene la mayoría, y conservador, fuerzas políticas de diversa índole logran incluir sus delegatarios, incluso los movimientos guerrilleros desmovilizados. Es así como en la Asamblea Nacional Constituyente alcanzaron a tener representación minorías que tradicionalmente habían tenido una escasa o nula participación: los indígenas, las mujeres, los grupos religiosos diversos al catolicismo, entre otros.
Esa amplia participación de diversos sectores se tradujo finalmente en una Constitución con muchas normas, que se caracteriza en especial por consagrar una gran lista de derechos, amplios mecanismos de protección de los mismos y mecanismos de participación que cambiaron la historia del País.
Es así como estos dos contextos hicieron parte de éste proceso e influyeron en el rumbo del proceso de formación de la nueva Constitución Política de 1991 en Colombia.
Colombia: Nuevo orden jurídico o un nuevo modelo económico
por Álvaro Mina Paz
"La democracia participativa y la economía de mercado son ingredientes esenciales en una sociedad abierta".
George Soros
El objeto de este artículo es exponer y realizar una reflexión valorativa de los alcances de la Constitución Política Colombiana de 1991. La intención se dirige de manera específica a establecer una comparación con la carta de l886, valorar sus aciertos y debilidades. Transcurrido doce años, hay elementos que nos permiten detenernos a pensar en su estructura jurídica.
Con la Constitución Política de 19911, en Colombia se abre un nuevo proceso de participación ciudadana y, más concretamente, un nuevo marco democrático fundamentado en el reconocimiento legal de los derechos fundamentales para todos los colombianos. En tal sentido, la carta constitucional es considerada como una de las más avanzadas del mundo.
La Constitución incorpora como derechos fundamentales los consagrados en el título II y capítulo I, que reconoce para todos los colombianos unos derechos primarios, como son: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, el reconocimiento jurídico, la educación, libertad de culto, de conciencia, de expresión, el trabajo y la participación, entre otros.
La carta abrió los espacios y facilitó una apertura a un nuevo marco democrático, superando el estrecho régimen de la democracia representativa; apertura que tuvo como fundamento el reconocimiento de nuevas libertades e igualdad que refleja en la nueva concepción pluralista con que se pretendió confeccionar el pensamiento político de la nueva nacionalidad.
La Constitución abrió nuevos espacios de participación ciudadana, rompió el estrecho marco de la llamada democracia representativa, avanzó al definir el Estado como una Democracia Participativa; pero no ha podido superar el formalismo retórico. En tal sentido, la convivencia pacífica, la tolerancia ideológica, el respeto mutuo, el pleno reconocimiento de las libertades y la igualdad jurídica siguen siendo un ideal político, a pesar de estar consagrados en la norma; lo que hace pensar en la necesidad de un nuevo pacto social que incorpore nuevos elementos a la carta fundamental.
Hoy se afirma, después de doce años, que la Constitución de 1991 no es una obra perfecta, pero sin duda ella ha significado un avance formidable en la modernización del Estado.
Pero de poco sirven las reformas legales si no hay profundos cambios en la conducta de nuestras comunidades. Ella es una Constitución eminentemente social que busca eliminar los privilegios, las injusticias, y los atropellos. Por ese motivo fue elaborada bajo los preceptos del respeto de la dignidad humana y en la convivencia pacífica.
El profesor Alcibíades Paredes2 señala que "la posibilidad de convocar una Constituyente como resultado de una eventual negociación de paz -en referencia al actual conflicto armado que se libra en Colombia- es un hecho, porque a pocos años de vigencia del estatuto de 1991, ha demostrado que, lejos de ser un medio efectivo para canalizar y profundizar una verdadera democracia avanzada, ha sido instrumento legitimador del autoritarismo presidencial, de la hegemonía bipartidista, de la corrupción oficial generalizada, de la discriminación y de la protesta social.
Si nos guiamos por las agudas críticas que expresan algunos en torno a la carta de 1991, lo más sensato es -antes de realizar dicha convocatoria- ponernos de acuerdo sobre qué es lo queremos para el país, sobre la filosofía que debe guiar nuestras actuaciones e implementar una Constitución con nuevas reglas, más claras que posibiliten el desmonte de la hegemonía bipartidista, elimine el presidencialismo, se creen nuevos órganos de control, facilite la participación de las minorías, establezca una lucha frontal contra la corrupción, reduzca los miembros del Congreso y que el estado sea declarado como Estado Democrático Pluralista e Incluyente.
Entre los muchos cambios que introdujo la Constitución de 1991 se cuentan los mecanismos de participación, como la tutela en la defensa de los derechos fundamentales. Se facilitó la doble nacionalidad y la vida de los colombianos en el exterior; la participación comunitaria; endurecimiento de las inhabilidades de los congresistas; la elección popular para alcaldes y gobernadores; la introducción del sistema acusatorio y la fiscalía.
A pesar de tan notables realizaciones, la actual Constitución de 1991 es una revolución inconclusa. A pesar de que bajo su vigencia se han realizado las grandes transformaciones, antes mencionadas, también se ha fortalecido la violencia, la corrupción política, la impunidad. En tal sentido, es urgente crear una nueva cultura ciudadana que defienda al público y a los intereses generales de la comunidad nacional.
Hay preocupación por lo ineficaz del aparato judicial, no hay confianza en los tribunales, el país registra los más altos índices de homicidios y secuestros, el narcotráfico se ha fortalecido, la insurgencia es más activa, al tiempo que el paramilitarismo se ha consolidado como principal agente de violencia en el país. Es en este panorama, que se hace necesario pensar si lo que quiere en el país es una mera reforma o una nueva carta constitucional.
La actual crisis estructural confirma los vacíos presentes en la carta; el conflicto armado que lacera nuestra sociedad nos lleva a reflexionar sobre la urgencia de construir una nueva sociedad3, cuyas bases deben estar fundadas a partir del trabajo de "desarrollar una cultura
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