Corporaciones y Fueros

Corporaciones y Fueros

Son los descendientes de españoles, o españoles mismos, de la América Hispana, que constituyen la alta sociedad y pretenden ser la clase dirigente, presumiendo de ascendencia blanca frente a los mestizos y mulatos; aunque con "un octavo de sangre india o negra" podían ser considerados criollos. Los peninsulares se llamaba a las personas que llegaron a América, nacidos en España, la Península Ibérica. Su función, como conquistadores y posteriormente de la caída de Tenochtitlan y el imperio azteca, fue la de gobernar, administrar y comercializar las colonias. A partir de las mezclas raciales entre peninsulares, indígenas y negros, surge el sistema de castas durante esta época.

Los criollos y peninsulares de Nueva España se preguntaron a quién debían obedecer, así que las opiniones se dividieron en dos:

Por un lado, los miembros de la Audiencia de México (casi todos peninsulares), su opinión era no modificar ni alterar el orden de gobierno en Nueva España y aguardar a que las cosas se resolvieran en la metrópoli.

Sin embargo, los miembros del Ayuntamiento de la Ciudad de México (en su mayoría criollos), proponían que Nueva España organizara su propia junta de gobierno y que el ayuntamiento gobernara mientras Fernando VII regresaba al trono.

Durante el siglo XVIII, los criollos novohispanos desarrollaron un fuerte sentido de identidad local. El esplendor cultural y la bonaza economía del reino los lleno de orgullo y de sentimientos de partencia al territorio americano.

Poco a poco, los criollos habían comenzado a sentirse diferentes a sus padres españoles.

El orgullo criollo o criollismo tuvo una de sus expresiones más importantes en el culto de la Virgen de Guadalupe. De acuerdo con la mentalidad religiosa novohispana de la época, María, madre de Dios había elegido a Nueva España como su morada terrena. Esta elección era la muestra indiscutible de la riqueza y singularidad de un reino que sin duda debía ser favorito del creador.

La literatura y los sermones criollos del siglo XVIII exaltaron las glorias de un reino que, en palabras de don Carlos de Sigüenza y Góngora no era otra cosa que la expresión de una hermosa “´primavera indiana”.

Dos de los más destacados fueron Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre. Muchos de ellos se sintieron indignados frente a las calumnias que algunos autores europeos sostuvieron sobre la “naturaleza” y el “hombre americano”.

El abate Raynal, el conde Buffon y Cornelio de Pauw defendían la hipótesis de que, en América, las especies animales y vegetales siempre eran inferiores a las europeas. Estas ideas causaron gran indignación entre los criollos americanos, que rápidamente escribieron obras para demostraron lo contrario: el valor y la grandeza de las especies naturales americanas.

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