Cosmos 1: En La Orilla Del Océano cósmico Leave A Comment
Enviado por faacgi • 7 de Junio de 2015 • 929 Palabras (4 Páginas) • 239 Visitas
Cosmos 1: En la orilla del océano cósmico Leave a comment
Este primer capítulo, una larga introducción desde el punto más alejado que el ser humano ha visto hasta nuestro lugar en el calendario cósmico, ya trae consigo valiosas lecciones. Merece pues la pena descubrirlo aún con más interés.
Ya desde este primer capítulo, Carl Sagan pone en marcha la imaginación del espectador al mismo tiempo que define unas sencillas normas desde las que disfrutar todo el trabajo que se va a presentar. No quiere sacrificar la rigurosidad por el entretenimiento, y aunque la línea divisoria a veces no es tan clara como se quisiera, avisa que no hay que confundir entre ficciones y hechos.
A pesar de su clara intención introductoria (una especie de “State of the art” del conocimiento astronómico), este capítulo es el medio perfecto para poner de manifiesto el lugar que el ser humano tiene en el universo, y además, empezar a desvelar qué pensaba Carl Sagan que la humanidad debía hacer con este conocimiento.
De repente, con el motor de la imaginación, estamos a millones de años luz, observando desde la lejanía las galaxias, las estrellas, los cúmulos globulares… Carl Sagan nos da una rápida lista de datos sobre los tamaños, las distancias y la realidad del Cosmos en su magnitud más grande: nada es eterno. Incluso los sistemas más grandes nacen, viven y mueren. Y dada la escala inimaginable a la que viven estos sistemas espaciales, pronto queda presente la pequeñez incluso de nuestra propia imaginación.
Poco a poco, con la metáfora del océano como punto de apoyo, nos acerca a nuestra galaxia, la Vía Láctea y hasta nuestro sistema solar. Llegados a los planetas que todos conocemos, nos descubre las vicisitudes desconocidas de esos mismos vecinos. Plutón, y su luna que es casi tan grande como ello; Urano, y sus anillos casi invisibles; Saturno, cuya superficie, si es que existe, está escondida por pesadas nubes tóxicas… Así, hasta llegar a la Tierra, el único modelo de vida que conocemos. El teatro del drama de la especie humana.
La argumentación de Eratóstenes
Así que, la Tierra no puede ser plana.
Ya en un sitio conocido, Egipto, nos explica de forma resumida la historia de Eratóstenes, y cómo calculó, con pequeñísimo error, el tamaño de la Tierra. En la biblioteca de Alejandría (un tema que Carl Sagan revisitará a menudo), Eratóstenes descubrió una historia en la que se contaba, cómo a mediodía del equinoccio de verano, en cierto lugar de Siena, los pilares no daban sombra y un pozo quedaba totalmente iluminado. Entonces, él se preguntó si algo así ocurría también en Alejandría. Encontró que no era así. La única respuesta posible era que la Tierra era curva. Según la diferencia entre las sombras, dedujo que había una diferencia de 7º entre Siena y Alejandría. Más o menos, eso es la cincuentava parte del total de la circunferencia
...