Crónica De Un Político

“Crónica de un político…”

Rastros y rostros, entre aquellas fotografías que escudriñan un pasado no muy claro y un futuro en el que “la política desvirtúa, los intereses desvirtúan, sí, el poder mismo” comentó el Oficial Mayor Oscar Sanabia Peinado, compañero y amigo de Luis Donaldo Colosio Murrieta.

Viernes. Diez y media de la mañana. El ejército rodeaba el Palacio de la justicia. Una fila extensa de civiles que aguardaban su turno para encontrarse con el Oficial Mayor. Cada diez minutos uno a uno, se turnaban para entrar a la oficina del servidor público; yo esperaba a las afueras del vestíbulo analizando cada movimiento de mí alrededor, con un periódico en mano que detallaba el deceso del suspirante a gobernador del partido blanquiazul. Mire mi reloj, las manecillas marcaban las once y mi entrevista se acercaba.

Se abrió una puerta, se abrió otra, un hombre de semblante férreo me recibió, estrechando su mano, nudillos enérgicos y rollizos apretaron fuertemente la mía. Comenzó a preguntarme, pareciendo que la entrevistada era yo, conteste a todas sus incógnitas sin premura por detenerlo y comenzar; deje que todo fluyera, pues hablar de Luis Donaldo, no era un tema fácil; en diecisiete años charlar del que fue su compañero, amigo y maestro, cimbraba recuerdos, tragos amargos, asuntos del poder y “cuestiones políticas”.

El recuento

Partiendo de la interrogante, por qué Colosio era el candidato idóneo para ocupar la silla presidencial, el oficial Sanabia argumentó: “Era un hombre trabajador, disciplinado y ordenado, que no solo conocía el país como investigador, político y funcionario público, sino como parte del pueblo, sabia cuales eran las necesidades y estaba dispuesto a generar cambios”.

Conmovido por evocar viejos tiempos, compartió anécdotas de su entrañable amigo Donaldo, y aquel verano del 85, en que por coincidencias políticas se conocieron. “Era un estudiante, apenas comenzaba a laborar como residente de Programación y Presupuesto- comentó el Ofical Mayor- y mi jefe en aquel entonces Fabio Gaxiola, me dio una encomienda; recoger a un amigo, un diputado federal, -sonrió un poco, y dijo- las características eran peculiares: pelo chino y ojos grandes. No batalle, ese era Colosio. En ese tiempo yo tenía un Mustang modelo 75, y un diputado federal venia conmigo, para mí un sueño, pues engranar una relación nacional, te permite seguir creciendo”.

Con una sonrisa en el rostro y una emoción a cuestas por escudriñar en el ayer, el oficial, buscaba cual pequeño abre un regalo, las fotografías con “el maestro Colosio”. Comenzó a revelar algo muy íntimo, “algo que había guardado y no podía dejar ir” asintió el Señor Sanabia. En ese momento, entre rostros y anécdotas, me sumergí en la historia que persigue los asuntos políticos del país desde una perspectiva “humana” y un enfoque diferente al que ofrece “un político”.

Salinas, el actor que vive

y vivirá siempre…

El ambiente permaneció apacible, pero la tensión incrementó, cuando hice mención de aquel a quien

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