Derechos Humanos: El Ecosocialismo Y El Desarrollo Endogeno
Enviado por carjose • 8 de Junio de 2013 • 1.297 Palabras (6 Páginas) • 910 Visitas
EL DISCURSO ECOSOCIALISTA
El ecosocialismo es una doctrina política surgida a finales del siglo XX que integra las ideas del socialismo y las del ecologismo. Los ecosocialistas piensan que el capitalismo es un sistema inherentemente dañino tanto para la sociedad como para el medio ambiente.
En el prefacio a su reciente libro sobre el Ecosocialismo, Michael Löwy definió a esta corriente política como aquella basada en la siguiente tesis: “la protección de los equilibrios ecológicos del planeta, la preservación de un medio favorable para las especies vivientes –incluida la nuestra- son incompatibles con la lógica expansiva y destructiva del sistema capitalista”. Esta tesis ha sido sostenida y fundamentada durante las últimas décadas por notables investigadores, militantes y movimientos sociales a lo ancho del mundo, quienes han dado cuenta de la crisis multidimensional, de alcance civilizatorio, que atraviesa la humanidad, como queda de manifiesto en el Proyecto de Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad (PDUBCH).
Tomando como punto de partida la destacada obra de Marx sobre la naturaleza y la dinámica del Modo de Producción Capitalista (MPC), y enriqueciéndola con los aportes teóricos y las luchas cotidianas de millones de hombres y mujeres de todo el planeta contra la avasalladora fuerza destructiva del capital, el movimiento ecosocialista ha ido tejiendo un discurso crítico que articula los principales aportes de dos importantes tradiciones políticas: el socialismo y el ecologismo.
Este paradigma sostiene que las aspiraciones de cada una de esas tradiciones (una sociedad mundial de libertad, igualdad y fraternidad auténticas, por un lado; y el restablecimiento del equilibrio metabólico entre sociedad y naturaleza, por otro) no sólo no son incompatibles, sino que sólo podrán realizarse de forma conjunta, para ser más claros: lo que plantea el ecosocialismo, en tanto discurso crítico, es la identidad sustancial entre el desarrollo del Modo de Producción Capitalista y la devastación social y ambiental de la humanidad y el resto de la naturaleza; y, en tanto programa político en construcción, la urgencia de transitar hacia una nueva civilización basada en la generalización de relaciones (económicas, políticas, culturales) de cooperación entre los seres humanos que, a la vez que nos permitan satisfacer nuestras necesidades materiales y espirituales, así como desarrollar libremente nuestras potencialidades creativas, no pongan en riesgo la supervivencia a largo plazo de la propia especie ni de la reproducción de los ecosistemas que le dan sustento al resto de la vida.
El actual estado de cosas es y será férreamente defendido por aquellos grupos sociales que han sacado provecho de los desequilibrios a los que hemos hecho referencia. En primer lugar, nos referimos al conjunto de las clases dominantes del orbe: terratenientes, banqueros, grandes industriales y comerciantes, y demás capas de las burguesías: transnacionales y criollas; productivas y rentistas; de los países de Norte, pero también aquellas del llamado Sur Global, las cuales no dudan en aliarse con las primeras para sacar su tajada.
Una reflexión final las luchas ecosocialistas ya están hoy en marcha: la podemos ver en la recuperación de las tierras por los aquellos militantes que logran transformarlas en espacios de producción de alimentos con técnicas agroecológicas; aparecen allí donde campesinos, indígenas y pescadores se ponen de pie ante las amenazas de desposesión de sus territorios a manos del capital (ya sea éste petrolero, minero, maderero o agroindustrial); se activan en aquellas ciudades en donde se ensayan iniciativas que priorizan el transporte público y tecnológicamente limpio sobre el privado de los automóviles; emergen en todos aquellos rincones del planeta en donde los trabajadores y trabajadoras, de la ciudad y del campo, luchan por recuperar y regenerar los medios de vida que alguna vez les fueron arrebatados por los poderosos, poniéndose a laborar comunitariamente en la producción de valores de uso para satisfacer sus necesidades…
No obstante, la simple sumatoria de estas luchas, no acabará con el orden del capital; se necesita organización y programa, estrategia y táctica, voluntad y fuerza, y todo ello en lo local, en lo nacional y en lo planetario; simultánea y orgánicamente. Como sostiene Claudio Katz:
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