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Desarrollo Compartido, El México De Los 70: Paradigmas


Enviado por   •  18 de Abril de 2015  •  932 Palabras (4 Páginas)  •  508 Visitas

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En 1970, Luis Echeverría tomó posesión como presidente. La sucesión presidencial no fue sólo el cambio de hombre, sino el cambio de retórica. En palabras de la maestra Valeria Zepeda: “El Desarrollo Compartido fue un plan de corte populista que buscaba compartir los beneficios del crecimiento y una alianza entre obreros y campesinos”.

En los primeros meses de la presidencia de Echeverría el nivel de actividad económica estaba deprimido, en parte por el menor gasto gubernamental por ser inicio de sexenio. Para poner en marcha a la economía se decidió llevar a cabo varios proyectos de inversión, aun cuando éstos no fueran relevantes. El objetivo era aumentar la producción en el corto plazo.

Como economistas, más que el nivel del PIB o su tasa de crecimiento, lo que debemos analizar es el bienestar de los individuos. La reactivación de la economía vía gasto del gobierno aumentará la producción, pero si este gasto no es utilizado en la creación de bienes o en la inversión de proyectos lo suficientemente valiosos para la sociedad, entonces el gobierno tan sólo empeorará la situación de las personas pues estará desviando recursos a actividades de poca productividad.

Para el año siguiente, la recaudación aumentó, pero el gasto público se incrementó en más del doble (10.4% contra 21.2%). El déficit fue cubierto, en cierta medida, por la emisión de billetes del Banco de México. Tanto la política fiscal, como la política monetaria tuvieron un sesgo expansionista. El PIB creció 8.5% en ese año.

La inercia de estas políticas continuó en los años siguientes. A medida en que el gasto crecía, éste fue cubierto vía la emisión monetaria del Banco Central, pero también mediante deuda externa (la cual de 1974 a 1976 se duplicó). Con ello se generaron presiones sobre el tipo de cambio, que comenzaba a estar sobrevaluado. Debido a ello, las importaciones se volvieron relativamente más baratas en relación a la producción local, propiciando así déficits en la balanza comercial. El proceso de reajuste cambiario se vislumbraba inevitable.

Ante este escenario, los inversionistas decidieron retirar sus capitales ante la inminente depreciación del peso. Si mantenían sus inversiones en México, éstas valdrían menos en relación con las inversiones hechas en alguna otra moneda. Esto desató una fuga de capitales, a pesar de los incentivos fiscales para contener su salida.

La presión cambiaria culminó en septiembre de 1976 cuando el tipo de cambio se devaluó 59%; esto en medio de una fuerte tensión entre el gobierno y el sector privado. Con el objetivo de evitar mayores conflictos políticos, Echeverría decidió subir los salarios, decisión que hizo más largo y doloroso el reajuste económico: la actividad industrial disminuyó, el consumo privado cayó y se generaron presiones inflacionarias.

Dos meses después, Echeverría dejó la presidencia para que José López Portillo la ocupara (vale la

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