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Descubridero De America


Enviado por   •  10 de Mayo de 2015  •  6.116 Palabras (25 Páginas)  •  212 Visitas

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SANANDO LAS HERIDAS Y RECUERDOS DOLOROSOS EN EL MATRIMONIO

[www.constructoresdelafamilia.org]

Isaias 61:1-4

PARED #1

I. EL DAÑO DE LAS HERIDAS NO SANADAS

1. Todo matrimonio sufre heridas

¿Por qué un matrimonio podría enfermar? Porque en todo matrimonio se producen “heridas” en algun momento y si esas heridas no sanan rápido, aunque sean pequeñas, se infectan y la infección crece y daña todo el cuerpo. Nos herimos uno al otro, intensionalmente o no. Grandes y pequeñas heridas: una palabra fuera de lugar, olvidarse del cumpleaños o aniversario, indiferencia, una mentira, un malentendido, una acción ofensiva, infidelidad, violencia física o verbal, abusos, abandono, desprecios, falta de amor, falta de respeto etc, etc. Cuando un matrimonio busca ayuda por un problema en particular, o porque simplemente no pueden ponerse de acuerdo, les confrontamos a la realidad de “sus recuerdos dolorosos”. ¿Qué cosas les duelen aún? ¿Qué cosas les cuesta perdonarse o no pueden olvidar? ¿Pueden reconocer sus heridas, como los ejemplos mencionados u otros? ¿Creen que esas heridas han sido sanadas? Si han sido sanadas, ¡gloria a Dios! Y este estudio les edificará para ayudar a otros. Si no lo han sido, este estudio es especialmente para ustedes y esperamos sea de bendición.

2. Consecuencias de vivir con heridas

Las heridas deben cerrarse. Las consecuencias de vivir con heridas abiertas son muchas. Una herida abierta sangra y puede manchar a los demás. Una herida abierta puede infectarse y enfermar todo el cuerpo. De igual manera, cuando una persona tiene heridas emocionales no cerradas aun, afecta toda su vida: emociones, mente, carácter y relaciones interpersonales, lo que incluye especialmente el matrimonio. Cuando dentro del mismo matrimonio se han experimentado situaciones dolorosas, aunque sean aparentemente insignificantes, si no se sanan, si no se perdona o aclara la situación, la relación se dañará inevitablemente y de muchas maneras. Solemos tapar esas cosas que nos molestaron, que nos hirieron de alguna manera y seguimos la vida, disimulando para pasarla bien. Preferimos olvidar “los pequeños incidentes” pero la acumulación de estos pequeños recuerdos dolorosos, a los cuales Dios llama “zorras pequeñas” son las que poco a poco carcomen el matrimonio, o como dice en Cantares 2:15, “echan a perder las viñas”. Esto puede ser en forma de resentimiento, sospecha, amargura, celos, inseguridad, pelear por todo, alejamiento.

Por ejemplo, supongamos que el esposo se olvida que es el día del aniversario de bodas, y se va a comer con un amigo que hace mucho no ve y justo llega a la ciudad. Mientras tanto la esposa queda en casa sola y resentida. Cuando a la noche ella le recuerda de su aniversario, el “simplemente” pide disculpas, le da un beso y se duerme. Pasa todo el día siguiente y el nunca hizo nada para remediar su olvido, salvo que le trae un ramo de rosas. Parece que no le ha dado mucha importancia al incidente. Sin embargo ella, queda profundamente resentida, aunque no dice nada. Pasa el tiempo, y ella actua normalmente, salvo que por dentro esta resentida con su esposo. Se enoja por todo con el, cada tanto le dice alguna indirecta que por supuesto el no entiende, y comienza a mostrarse mas indiferente en sus relaciones íntimas. Él no sabe qué pasa y habla con ella para resolver la situación, pensando que hay un problema a nivel sexual. Ella le resta importancia negando que haya un problema y diciendo que simplemente esta cansada. El se siente confuso. Hasta que ella no sea honesta con él, y pueda expresar libremente cómo se sintió ese día y él la comprenda y le pida perdón, la herida estará abierta y el matrimonio comenzará a sangrar.

Claro que no solo la acumulación de “pequeños incidentes” afecta la relación. Hay con frecuencia situaciones muy dolorosas en el matrimonio, que son difíciles de perdonar. El matrimonio no podrá salir adelante si primero no “urgan” en todo lo que los ha herido en el pasado y estan dispuestos a sanarlo como deben. Hablamos tanto de las cosas que cada uno ha vivido individualmente como las vividas en la pareja.

Veamos cómo los recuerdos dolorosos quedan grabados en nuestra mente. Arline de Westmeier lo explica de la siguiente manera, en forma muy resumida en su libro: “Sanidad del matrimonio”.

1) Algo sucede, sea bueno o malo. “Nuestro consciente” lo recibe. Es la primera parte de la mente, la más superficial, es decir, todo lo que tenemos presente, fresco en la mente y lo recordamos bien.

2) Pasando el tiempo, el recuerdo de lo sucedido se va desvaneciendo y entra al “subconsciente”. Si pensamos un poco y alguien nos ayuda a recordar lo “subimos” al consciente, lo recordamos. A veces nos suceden cosas que nos hacen recordar lo olvidado, como un video que pasa por la mente.

3) El recuerdo baja hasta el “inconsciente”, por el paso del tiempo o porque ha sido reprimido. No podemos recordar el incidente, pero no por eso ha dejado de existir, está allí y afecta nuestras emociones, pero no podemos alcanzarlo para volverlo a traer al consciente. En el subconsciente y el inconsciente nuestros recuerdos son grabados como videos, en donde estan plasmadas emociones y escenas. Cuando experimentamos algo que se parece a la escena grabada es como si se oprime el boton del video original y se vuelve a pasar a nuestro consciente las mismas emociones y sin saber la razón, sentimos y actuamos como en la experiencia original.

Todo se queda grabado allí como en un video con millones de escenas que son las escenas de nuestra vida. Las malas experiencias van cambiando nuestro carácter en forma negativa. Nos marcan. Nos vuelven retraídos, celosos, negativos, o enojones, dependiendo de lo que hayamos vivido. ¡Imaginemos cómo afecta a la relación de pareja! Por ejemplo, si la mujer ha sido violada cuando era niña, esa experiencia puede afectar negativamente en las relaciones íntimas con su esposo. Si ha sufrido engaños reiterados en alguna pareja anterior, en el matrimonio se mostrará celosa. Nos ayuda mucho el saber que podemos ahondar en nuestros recuerdos para traerlos al consciente, aunque duela, para alli tratar con ellos y sanarlos. Lo que está en el inconsciente tal vez ya no podamos pero el Señor puede aun sanar lo que está allí. Solo Él sabe lo que hay en nuestro inconsciente y qué nos afecta negativamente. Podemos pedirle que Él lo sane. Pero veamos qué hacemos con lo que sí podemos llegar a recordar con un poco de esfuerzo y oración. Isaias 61: 1-4 es un texto que nos trae la seguridad que el deseo del corazón de Dios es nuestra sanidad y libertad, y que si nosotros lo queremos,

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