EL ESTADO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO
Enviado por davidr04 • 25 de Noviembre de 2015 • Documentos de Investigación • 2.211 Palabras (9 Páginas) • 319 Visitas
“EL ESTADO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO”
REALIDAD Y CONOCIMIENTO DEL ESTADO
El hombre, por su origen y naturaleza biopsicosocial, es un ser de eternas preocupaciones, interrogantes y probables respuestas sobre aquello en lo que habrá de preocuparse, es decir, se preocupa. Una de las primeras inquietudes, de hecho la más fuerte, ha sido la de conocer y explicar todo lo que le rodea, lo mismo lo cercano que lo lejano, lo visible que lo invisible, lo material que lo inmaterial. En esta serie de cuestionamientos, el estado no ha sido la excepción, a tales interrogantes.
La respuesta a tal previsión se ha transformado vigorosamente en el transcurso de los milenios de existencia del ente humano. Unas fueron las ingenuas y sentimentales del hombre primitivo; otras las arrancadas con ayuda de los dioses, etc. Muy distintas fueron las alcanzadas durante el Renacimiento y por los iniciadores de la ciencia moderna hasta los científicos más sofisticados. A este respecto Hermann Heller comenta que:
La especial constitución del objeto de conocimiento que ello supone, según la cual todo objeto, no sólo el lógico-matemático sino también el histórico, es producido por objeto de conocimiento, tiene que admitir la existencia de un ser de ficción que interroga y conoce estando situación fuera de la realidad social; no puede utilizar el hombre vivo y real, que es el único que existe y que, aunque cultive la Teoría del Estado, se halle siempre inserto en esta concreta realidad estatal gracias a la cual se ha formado y a la que, a su vez, ayuda a formar, en cuanto existe en y con ella y a la que encuentra siempre en sí. Todo conocimiento sobre el Estado tiene que partir del supuesto de que la vida estatal incluye siempre al que investiga.
Una institución política como el Estado es producto de un conjunto de circunstancias históricas que imperan en determinado momento, de modo que reducirlo a una categoría espacial temporal, caracterizarlo e individualizarlo nos permite ubicarlo y darle una realidad determinada. Estudiar al estado en sus múltiples dimensiones y fines (económico, político, jurídico, histórico, sociológico o filosófico) abarca una gran variedad de perspectivas que el sujeto cognoscente que lo estudia puede destacar.
Al enunciar al Estado nos damos cuenta inmediatamente de que existe algo en la realidad a lo que no se ajusta esa denominación, es decir, sentimos la presencia del estado como algo que se encuentra en nuestra vida social. Héctor González Uribe comenta que “sabemos ya que no existe un ser externo, concreto, físicamente tangible que corresponda al Estado. Pero hay sin duda, manifestaciones exteriores de ese ser que nos da a conocer su existencia y dan la llamada de alerta a nuestra actividad psíquica, ya sea intelectual o emocional. Esas manifestaciones son sin duda de tipo social”.
Se puede sentir la presencia del Estado en las actividades siguientes:
- Expedición de ordenamientos jurídicos para regular la vida social del hombre.
- Prestación de servicios públicos a la sociedad: educación, salud, vivienda, alumbrado, limpia, policía, justicia, etc.
- Renovación de funcionarios de la administración pública (federal, estatal y municipal).
- Visitas de jefe de Estado y de gobierno nacionales o extranjeros.
- La regulación de la vida pública y privada de los ciudadanos, mediante el pago de impuestos, requisitos legales para votar y ser votados
EL ESTADO EN LA ESFERA DE LA ONTOLOGÍA
Ontología es una voz proveniente del griego οντος (ontos), ser o estar; y λóγος (logos), razonamiento.
La ontología perteneciente a la filosofía es una parte de la metafísica que se dedica “al estudio de lo que hay”.
Puede decirse que la ontología es la investigación del ser en tanto que ser, en general, más allá de cualquier otra cosa en particular, es o existe. Así mismo, también se puede decir que es el estudio de los seres en la medida en que existen, y no en la medida en que hechos particulares obtienen de ellos una serie de propiedades particulares. Más específicamente, la ontología determina qué categorías del ser son fundamentales, preguntándose si los objetos que se encuentran en esas categorías puede ser calificados de “seres”, y en qué sentido.
Dicho de otra manera: La ontología estudia la existencia o no existencia de ciertas entidades y la manera en que se relacionan entre sí en caso de existir.
La gran parte de las preguntas que a lo largo del correr del tiempo se han dado en la filosofía sólo pueden ser entendidas y razonadas desde la ontología: ¿Existe Dios? ¿Existen entidades mentales, como son las ideas y los pensamientos? ¿Existen entidades abstractas, como los números o los conjuntos? ¿Existen los universales?
Un tema bastante peliagudo (si puede llamarse tal).
La ontología nos dice que de las entidades que existen, que forzosamente han de pertenecer a una de dos categorías dadas: Entidades concretas o entidades abstractas. Por ejemplo, los conceptos, conjuntos o números, a menudo son interpretados como entidades abstractas, mientras que astros, ríos, montañas o personas son interpretados como entidades concretas. Y aunque esto nos pueda parecer una de esas verdades de Perogrullo en realidad la única manera – por llamarlo de algún modo – para separar las unas de las otras es mediante el uso de la intuición. Luego esto vendrá acompañado de la lógica (con lo falso, lo falaz y lo verdadero) y una serie de cosas en las que prefiero no meterme, pero en esencia es la intuición quien discrimina las unas de las otras.
Esto aparte, diré que la ontología nos presenta un concepto sumamente interesante y es el de los universales.
No es que tales universales sean un patrimonio exclusivo de la ontología, no, pero es esta una disciplina que los maneja y estudia con asiduidad.
Los universales son los supuestos referentes de los predicados como “verde”, “áspero”, “amigo” o “insecto”.
La existencia de los universales se emplea para justificar nuestra manera de hablar acerca de los individuos. El ejemplo típico es el decir de una planta que “es verde”, dado que la planta posee el universal verde, o porque éste esta presente en ella. Ya que siendo (el verde), algo distinto de la cosa (la planta), está sin embargo presente en ella y en otras tantas.
Los universales, por lo tanto, tienen la particularidad de poder estar presentes en varios lugares u objetos al mismo tiempo, de ahí el distingo con respecto de los individuos, que no pueden. Solo que existe un pequeño problema: ¿Los universales existen?
Puede ser que sí, como puede ser que no. En caso que así sea, la pregunta es ¿Cuál es su naturaleza? ¿Existen en las cosas (in re), o independientemente de ellas (ante rem)?
Esto que parece tan simple de contestar es en realidad un rompecabezas como no hay dos. Ya que una cosa es expresar opinión – afirmar o negar – y otra bien distinta es dar evidencias y demostrar el argumento empleado.
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