EL ORIGEN DE LAS CIUDADES
Enviado por coherederod7 • 11 de Marzo de 2013 • 1.095 Palabras (5 Páginas) • 2.057 Visitas
EL ORIGEN DE LAS CIUDADES
En el principio de los tiempos, cuando las tribus primitivas todavía vagaban por bosques y sabanas, la sociedad en sus inicios se esforzaba por producir el germen de las futuras ciudades. No es en las sociedades civilizadas, sino en pleno apogeo del barbarismo primitivo donde tenemos que buscar la fuerza creativa que posibilitó la aparición de los centros de vida humana, aquellos que serían los precursores de la ciudad y la metrópoli.
Para empezar, el hombre es sociable. En ningún lugar encontraremos un pueblo cuyo ideal de vida sea el completo aislamiento. Aunque hoy en día existan personas que les gustaría estar completamente solos o que por diversas razones (religiosas, psicológicas, etc.) buscan el aislamiento. Y aun así, estos personajes siguen dependiendo de la sociedad que los rodea. Pero el hombre de la sociedad salvaje —cazador, pescador, o pastor— adora encontrarse entre sus compañeros. La necesidad quizás le obligue a menudo a hacer guardia en solitario para cazar, a seguir un banco de peces en un estrecho bote golpeado por las olas, o a alejarse del campamento en busca de nuevos pastos para sus rebaños. Pero tan pronto como pueda reunirse con sus compañeros con una buena reserva de provisiones, se apresura a volver al campamento, el núcleo de lo que en el futuro será la ciudad.
Salvo en las regiones donde la población era extremadamente escasa y se dispersaba a lo largo de distancias inmensas, era habitual que varias tribus tuvieran un punto de encuentro común, por lo general en algún lugar elegido por su fácil accesibilidad a través de las vías de comunicación naturales —ríos, desfiladeros, o pasos de montaña. Es aquí donde tenían lugar sus fiestas, sus asambleas, el intercambio de las mercancías que a algunos les faltaban y otros les sobraban. Los Pieles Rojas, que en el siglo pasado todavía poblaban las extensiones de bosque y las praderas del Mississippi, preferían para sus citas alguna península que dominara la confluencia de varios ríos o colinas desnudas que dominaran un paisaje amplio e ininterrumpido, desde las cuales pudieran divisar a sus compañeros atravesando la llanura, remando en el río o cruzando el lago. En las regiones ricas en caza, pesca, ganado y tierras cultivables, la agrupación se estrecha proporcionalmente a la abundancia de los medios de vida. Los lugares en los que se emplazarían las futuras ciudades ya estaban indicados por estos puntos de encuentro entre varios centros de producción. Muchas ciudades modernas han surgido de esta manera en lugares que han sido centros de atracción desde la más remota antigüedad.
El intercambio de mercancías que se llevaba a cabo en estos lugares de encuentro se convirtió en un incentivo adicional, más allá de la necesidad instintiva de vida social, para la formación de nuevos núcleos de población entre las sociedades primitivas. Además, estos inicios de comercio venían generalmente acompañados de cierta industria incipiente: pieles para vestirse, plumas de aves exóticas, semillas de cacao, una capa de arcilla o loza para hacer vasijas o pipas de barro cocido, una veta de metal que podría ser fundida o forjada para hacer baratijas, un montón de bellas conchas adecuadas para hacer adornos o dinero, en fin, todo aquello que tuviera un valor de intercambio comercial.
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