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EL PAPEL DEL HISTORIADOR LATINOAMERICANO


Enviado por   •  16 de Junio de 2015  •  2.640 Palabras (11 Páginas)  •  169 Visitas

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EL PAPEL DEL HISTORIADOR LATINOAMERICANO

EN EL NUEVO LENGUAJE

DE LA INTERDISCIPLINARIEDAD

EN LAS CIENCIAS SOCIALES

ENSAYO

RAÚL DE JESÚS GARCÍA JARAMILLO

Presentado a:

RAMÓN ZAPATA

TEORÍAS Y MÉTODOS DE LAS CIENCIAS SOCIALES

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA LATINOAMERICANA

MARINILLA, 2012

"La estructura política de una sociedad no es más que el modo

como se han acostumbrado a vivir juntos los diferentes

segmentos que la componen".

E. Durkheim

Sabiendo que las Ciencias Sociales tienen como objeto de estudio el sujeto y la realidad, y que los hechos sociales o históricos van ligados a un todo, es preciso ubicar los antecedentes en torno a esta importante área para reconocer, identificar, establecer y relacionar núcleos conceptuales que permitan desarrollar actitudes positivas en las diferentes situaciones sociales a través de la historia. También es necesario reconocer en la actualidad los aportes de otras ciencias que buscan promover el desarrollo de la identidad cultural, integrar las nuevas tecnologías y reflexionar sobre la construcción de valores mediante el análisis de la realidad social. Hoy los currículos son más extensos, más complejos y requieren de una visión más amplia sobre los aspectos que la involucran; exponer y aplicar técnicas y métodos propios de la historia, con categorías temporales, representación de ciclos y etapas, es un reto al que los historiadores se han enfrentado para tratar de restaurar la memoria del pasado en el presente latinoamericano.

En los últimos años, en Latinoamérica se han venido fortaleciendo los programas de estudio para esta área, así como los enfoques, los estándares curriculares y las guías de aprendizaje, tratando de hallar coherencia con los contenidos básicos y teniendo en cuenta un enfoque inclusivo y plural. Sin embargo, al momento de cubrir cada uno de los temas que se derivan del área, nos damos cuenta que la información y los conocimientos se muestran fragmentados, olvidando las conexiones y la relación que se presenta en las problemáticas sociales y en los hechos históricos nacionales y mundiales.

¿Podríamos entonces asumir compromisos y prácticas pedagógicas que ayuden a transformar el mundo, que amplíen el horizonte y que enriquezcan el pensamiento humano? “Se trata más bien de reflexionar sobre la construcción de conocimiento de las ciencias humanas, sociales y políticas en la denominada Historia Reciente; problemática que nada tiene que ver con la noción que propone cierta unidad del objeto de conocimiento histórico y de la temporalidad”.(Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland, 2010)

El papel del historiador supone hoy un mayor compromiso investigativo, un estudio profundo que de cuenta de la realidad social y política latinoamericana en un tiempo presente, pues la historia nunca concluye en un punto determinado. Es necesario entonces, pensar en la participación de varias disciplinas que reúnan aspectos de la sociología, la historia, la antropología, la economía, la epistemología y la política, en un campo contextual que permita darle más peso al sujeto y mayor sentido al desarrollo social.

Así también, y considerando la importancia de la responsabilidad social compartida, de la reconstrucción de la identidad, de la libertad personal y colectiva y del mejoramiento de las relaciones entre grupos culturales diversos, es importante fundar las bases para que la idea de “mundo” cambie completamente desde ese sentir individual y trascienda las barreras de la diferencia.

Hoy día, se requiere una historia abierta a la diversidad, abierta a todos los grupos y personas que convivimos en un mismo territorio y que habitamos el planeta tierra. Al momento de lanzar opiniones, proponer definiciones, conceptualizar, emitir juicios, e incluso, adoptar posiciones, la interacción y el lenguaje constituyen para el historiador, y para nosotros como actores, un argumento válido para expresar las diferencias y hacer lecturas de las huellas del pasado y de las tradiciones culturales.

Estos espacios habitados y los tiempos históricos a los que estamos sujetos, abren nuevas formas de comunicación, transforman nuestro léxico y articulan un fenómeno invadido de signos y estructuras, que reflejan a nuestros ojos las organizaciones y sistemas de los cuales depende nuestra vida social. A partir de estos lenguajes, el sentido común nos permite juzgar razonablemente las cosas. Afirmamos nuestra realidad social y damos por hecho todo aquello que escuchamos y presenciamos; creemos que las cosas benefician a la mayoría de las personas de nuestro alrededor; utilizamos códigos simbólicos compartidos que nos permiten percibir la realidad o asignarle sentido a las situaciones; pero pasamos desapercibidos ante los sucesos más importantes de la vida: lo que resulta obvio para el común de los integrantes de esta sociedad, tal vez no lo sea para los historiadores, o para nosotros como actores.

Entre el pasado y el presente el historiador ha tratado de aclarar las causas, consecuencias, efectos e influencias de los hechos concretos de la sociedad, especialmente en Latinoamérica. Acá, se percibe al historiador como un sujeto práctico para el reconocimiento de la realidad, como un descubridor de huellas y testimonios pasados, como un sujeto reflexivo que pretende ubicar la realidad en un tiempo presente.

Por su parte, al académico se le podría ver como un técnico que construye sus fuentes desde la historia oral, pero como un intelectual, o como un recopilador de documentos que no pasan de ser análisis y que no presentan planteamientos profundos sobre la realidad social: “Por un lado, los testimonios, las narraciones de las experiencias personales y sociales de los últimos cincuenta años, han ocupado a un número importante de intelectuales latinoamericanos. Unos han sido vehículo de preservación de la memoria de los sujetos, otros proponen el ejercicio de la crítica para reconocer valor epistémico y ético del testimonio, revalorizando al testimonio personal en articulación con la memoria y las prácticas historiográficas”.(Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland, 2010)

Quedan muchos vacíos en la historia Latinoamericana; por esto, para los historiadores se presenta un problema adicional cuando necesariamente tienen qué abordar temas referentes al poder de las clases dominantes sobre la incapacidad de los menos favorecidos. Aún falta por recuperar las experiencias y las voces de los grupos oprimidos, de aquellas comunidades que han sido víctimas

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