El Artista En La Sociedad Novohispana Del Barroco
Enviado por yosoy • 4 de Junio de 2012 • 1.690 Palabras (7 Páginas) • 1.133 Visitas
EL ARTISTA EN LA SOCIEDAD NOVOHISPANA DEL BARROCO
En el México Novohispano del siglo XVIII, la sociedad barroca estaba comprendida por Españoles, Criollos, Mestizos e indios, de los cuales los primeros, es decir los Españoles, eran quienes ocupaban los puestos más importantes de la Nueva España, como Virreyes, funcionarios y artistas, los Criollos, ocupaban los puestos que le seguían, como obispos y otros puestos que eran los que servían de enlace para la sociedad, los Mestizos tenían los puestos más bajos en la administración, y no gozaban con los mismos derechos que los anteriores, y en el último lugar del escalafón social se encontraban los indios.
Generalmente había una lucha constante entre los españoles y los criollos, por la búsqueda del poder, sin embargo, todos y cada uno estaban bajo la misma premisa, trabajar bajo las órdenes de la iglesia. Los artistas europeos trajeron su estilo y enseñanza a la Nueva España, los nativos, es decir los indios, tenían que pasar por una re culturización, por así decirlo, para poder presentar sus obras, aprendían muy rápido y ya manejaban las técnicas más complicadas de los artistas venidos de Europa, sin embargo seguían sin ser reconocidos, perdidos en el anonimato o sin tener algún tipo de privilegio.
Los artistas de la Nueva España del siglo XVI eran en su totalidad españoles y europeos que trajeron consigo las artes y arquitecturas de ese momento. Para las obras arquitectónicas se ocupo mano de obra indígena, a los cuales se les tuvo que enseñar las técnicas y estilos europeos, adaptando los conventos como escuelas donde se enseñaba arte y oficio para los indígenas, estos aprendieron de manera rápida para poder realizar estas obras, y al poco tiempo los mismos indígenas ya hacían obras de su propia mano.
En el siglo XVII, los artistas españoles y europeos fueron disminuyendo, y a su vez, aumentando los artistas Criollos, Mestizos e Indígenas, y la situación económica de estos, estaba en relación con su raza. Sin embargo las obras de mayor envergadura aun estaban a cargo de españoles y europeos.
Tal es el caso de Pedro García Ferrer, de origen aragonés formado en
Valencia en los círculos de Francisco Ribalta, escultor y tracista arquitectónico en tierras novohispanas que trabajó en la ciudad de Puebla como asesor en materias artísticas del obispo Juan de Palafox. También el arquitecto Diego de la Sierra, oriundo de Sevilla, autor junto a José Durán de la iglesia del noviciado de Tepoztlán y maestro mayor de la catedral de Puebla, el pintor Baltasar de Echave Orio, originario de un pueblo de la provincia de Guipúzcoa, o de los escultores Diego Ramírez, natural de Sevilla, o Francisco de la Gándara, nacido en un pequeño pueblo de la provincia de Burgos.
A ellos cabe añadir los artistas de origen europeo, como es el caso del italiano Vicencio Baroccio Escayola, autor, entre otras obras, del trazado de la catedral de Morelia y uno de los máximos expertos de la arquitectura novohispana en la ejecución de monteas, o del hermano bohemio Simón Boruhradsky (conocido como Simón de Castro) cuya participación en obras arquitectónicas fue de gran importancia para el desarrollo del barroco seiscentista.
Sigue el aumento de artistas criollos, mestizos e indios en el VXIII, sin embargo también llegan artistas como Tolsá y Gonzales Velázquez. Los artistas llegados a la Nueva España ya gozaban con un prestigio y con un lugar en la escena artística, a menudo eran llamados desde la colonia.
Los artistas criollos ya gozaban de buena posición social y económica, además de poseer algunos bienes, generalmente monopolizaban los encargos más representativos. Un ejemplo de estos artistas, está representado por Pedro de Arrieta y Miguel Custodio Durán, quienes junto a José Antonio Roa, Manuel Herrera, Miguel Espinosa o Miguel José Rivera, ostentaron el monopolio arquitectónico de la ciudad de México durante las cuatro primeras décadas del siglo XVIII. Alcanzando Pedro de Arrieta los puestos de maestro mayor del Tribunal de la Inquisición, del Palacio Real y de la Catedral de México. Autor de una de las obras capitales del barroco mexicano: la iglesia de la Profesa, autor también del templo y convento del Corpus Christi, iglesias de San Bernardo, Santa Teresa.
Guerrero y Torres es el único artista novohispano que se aparta de los moldes sociales del resto de sus compañeros pues nada tiene que ver con la figura del maestro mayor de obras en constante aspiración por conseguir un status. Hombre intelectual y de curiosidad ilustrada, su actividad como arquitecto la compaginó con una actividad empresarial que le llevó a ser contratista de sus propias obras y propietario de grandes bienes. Fue conocido por las capas más altas de la sociedad novohispana quienes le encargaron los palacios más representativos de esa sociedad: la casa del conde de San Mateo de Valparaíso, la de los condes de Santiago de Calimaya, la del marqués de Jaral de Berrio, conocida hoy como palacio Iturbide, ya que allí habitó Agustín de Iturbide tras su entrada triunfal en México y donde aceptó la corona imperial, convirtiéndose entre 1821 y 1823 en “palacio real”. A Guerrero le corresponde
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