El Estado nacional-popular

La crisis del ‘30 fue la finalización de un período de acumulación imperante hasta entonces, la guerra fría, la sustitución de las importaciones, la recesión, el desorden político implicaría el quiebre de idea acerca de un Estado garante del funcionamiento del libre mercado.

Las grandes trasformaciones económicas en la estructura social y política produjeron importantes cambios en la configuración de esta forma de Estado.

El Estado nacional-popular fue la respuesta a este conflicto en la Argentina de la mano de Perón, en lo económico profundizó el abandono de la idea del capitalismo del "laissez faire" y tuvo un carácter marcadamente intervencionista, planificador a fin de mejorar la racionalidad económica y el desarrollo del sector público en áreas de producción y servicio. Dejó de ser el protector de los derechos individuales para transformarse en garante de los derechos sociales. La incorporación de los sectores trabajadores a la participación social y el desarrollo de una intensa actividad en torno a las necesidades sociales como salud, vivienda, educación entre otras, tuvo como objetivo asistir a los grupos y sectores sociales más necesitados conjuntamente con una redistribución de los recursos. De este modo el Estado se legitima por sus acciones ante las demandas sociales. Sin cuestionar un orden económico basado en el mercado, intentó regularlo a partir de una planificación y de un poderoso desarrollo del sector público en áreas de la producción y los servicios.

En materia política se constituyó el “movimientismo” como una especie de partido hegemónico representando a las masas, con un líder carismático y un sentimiento de integración nacional. Esta representación era de carácter populista y quien se hallaba en el poder consideraba representar a todas las clases sociales vistas como pueblo, así el gobierno polarizó los intentos de desestabilización de las clases dominantes. La falta de pactos y reconocimiento a sectores de la oposición, representados en partidos políticos y otras organizaciones, llevó a que este modelo de justicia social fuera vista como una acción autoritaria del populismo. El Estado entra, así, en un conflicto de legitimidad.

Luego de la "Revolución Libertadora", triunfante en septiembre de 1955 y que se extendió hasta 1958, asumió nuevamente un presidente elegido por sufragio popular, Arturo Frondizi, con un nuevo subtipo de Estado social: el Estado desarrollista, que se ejerció en un marco democrático con proscripción, esto último implicaba no sólo prohibir al peronismo de participar en elecciones sino haber derogado la Constitución Nacional de 1949, intervenir la Confederación General del Trabajo, echar por tierra las conquistas sociales, económicas y políticas obtenidas por los sectores trabajadores durante el período peronista. El gobierno desarrollista implementó un plan destinado a la modernización

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