El Magisterio
Enviado por lissyy • 19 de Enero de 2012 • 2.484 Palabras (10 Páginas) • 592 Visitas
Este artículo se desprende de una investigación en curso que se propone indagar la relación entre necesidades nacionales y regionales y la formación de docentes de educación primaria, en el actual contexto de globalización. Se trata de reconstruir, en la medida de lo posible, los procesos y la actuación de los sujetos que intervienen en la planeación de la formación de docentes e identificar sus núcleos problemáticos, con miras al futuro.
De antemano se entiende que en ese proceso de planeación se integran diversos componentes inscritos más ampliamente en las expectativas y las necesidades de legitimación que la función docente y la educación han intentado satisfacer en los diversos proyectos de modernización. Esos componentes se cruzan entre sí y entre los de mayor importancia se encuentran: las condiciones laborales de los maestros, las perspectivas de crecimiento o evolución de la educación básica en función de la dinámica demográfica esperada, las tendencias de la política estatal, las formas y sistemas de reclutamiento de los profesores y las políticas de gestión, los rasgos del gremio y su inserción en la dinámica general de la sociedad. Todo lo que da pie a la construcción de posibles escenarios futuros.
Es un estudio inserto en una investigación colectiva,2 que reconoce la complejidad y el poco conocimiento científico existente sobre la problemática de la formación de los maestros de educación primaria en México. Las conceptualizaciones que dan marco a ese trabajo se sostienen en la idea de que la formación los profesores se desarrolla entre diversas tensiones, surgidas fundamentalmente de: a) las particularidades de la profesión de enseñante, como la asume Ferry; b) la condición de la docencia como ocupación de masas, de acceso abierto, asociada a programas de baja condición, como lo señala Skyes, para quién esas características la convierten en la antítesis del modelo de profesión, del prestigio asociado al profesionista, que tiene que ver con su clase social, con su conocimiento especial y su alta jerarquía académica; c) su condición de trabajador al servicio del estado; d) las condiciones de trabajo en que realiza su labor; e) los saberes adquiridos tanto en su formación inicial como en su espacio de trabajo; f) el imaginario social en el que descansa la educación y la figura docente y en la centralidad simbólica que siempre ha jugado en los procesos de legitimación; g) la constitución histórica de la profesión en su sentido más universal pero también, en la configuración propia del contexto mexicano.3
Este artículo no intenta dar cuenta de todos los aspectos de esa temática, se circunscribe a poner en el centro de las preocupaciones los núcleos que se perciben más problemáticos para la planeación sectorial y exclusivamente en relación a los maestros de educación básica, en particular de la educación primaria en el país.
La idea central es que esa profesión se halla en momentos de transición, pues la educación ligada a los diversos proyectos modernizadores encuentra en la fase actual de la globalización, condiciones, circunstancias y relaciones cambiantes que necesariamente la obligan a su transformación y tocan la constante configuración del magisterio, sea acentuando rasgos ya existentes y/o con la aparición de otros nuevos.
Globalización y centralidad simbólica de educación
El nuevo siglo y el nuevo milenio se inician con las potencialidades que nos ofrecen los avances científicos y tecnológicos, que han adquirido velocidad meteórica, cuyo desarrollo y productos se insertan socialmente bajo las condiciones y funcionamiento de ese gran proyecto que es la globalización, culminación del viejo proyecto de la modernidad.
Hoy es imposible abordar algún análisis dentro del campo social sin hacer alusión a ese proyecto que imprime a nuestros tiempos rasgos distintivos, no porque todos los procesos y los problemas sean novedosos sino además, porque algunos de ellos si bien son añejos en la actualidad resultan incomparables en términos de su magnitud, de la población que afectan o de las circunstancias que los rodean. Nos hallamos ante la presencia de experiencias sociales, en muchos sentidos inéditas.
La educación históricamente ha estado ligada de manera estrecha a la modernidad y desde sus inicios ha ocupado un lugar central, tanto que Brunner la considera como uno de sus núcleos: la propia noción de educación surge con la escuela y llegará a definir la palabra paideia moderna y, en alguna medida, a la propia modernidad (Brunner, 1992: 151).
Esta centralidad ayuda a explicar el porqué la educación ha sido depositaria de las esperanzas y angustias del acontecer social. De hecho, actualmente, se acepta que si una sociedad progresa es porque en la educación está su pivote principal, si fracasa es porque ella fracasó. De igual modo ha sido depositaria de la esperanza de paz cuando apenas se apagaban los fuegos de guerra, de movilidad social bajo el cobijo del estado de bienestar.
En esta época de globalización, invocamos la escuela de la eficiencia y la competitividad, que haga posible la inserción ventajosa del país en el mercado mundial. Se espera que ella ayude a apropiarse de las potencialidades que ofrece el avance científico y tecnológico, pero que también sirva de apoyo para enfrentar los múltiples problemas de nuestros tiempos: deterioro ambiental, desempleo, pobreza, sobre-población, migraciones, y todas las demás perlas del rosario de calamidades que están presentes en la vida contemporánea. De igual modo, existe la esperanza de que la educación contribuya a contrarrestar las rupturas en el tejido social y a lograr una sociedad realmente democrática. Los testimonios de estas expectativas se hallan en los diversos documentos de política, y en los diversos programas y proyectos educativos vigentes para muchos países, incluido el nuestro.
La centralidad que se concede a la educación en la modernidad y las expectativas que genera, hacen difícil su análisis. Pues como señala Schriewer, la conexión entre educación, modernización y desarrollo es más compleja de lo que puede inducirse desde perspectivas disciplinarias como la de la economía de la educación, la ciencia política y la psicología social (Schriewer, 1996: 34). De modo que aquí, por su pertinencia con el tema que se aborda, se enfatizan, por un lado, las formas de organización social sobre las que se ha querido hacer descansar la modernidad y que son sustentadas en valores universales. Por el otro, las ligas que esas formas de organización tienen con la educación y con la docencia. Dos autores nos muestran de manera clara
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