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La Popularidad Del Magisterio


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2011  •  2.746 Palabras (11 Páginas)  •  4.508 Visitas

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La popularidad del magisterio que es durante el porfiriato cuando la profesión de maestro de de instrucción primaria se consolido, gracias al impulso que las nuevas necesidades que trajo aparejadas la expansión de la educación primaria y la introducción de la pedagogía moderna le dan le dan al ejercicio de la docencia. El régimen de Díaz mostro una preocupación permanente por la formación de docentes apoyo los esfuerzos para crear instituciones en todo el país que preparan maestros en forma moderna. Baranda, ministro de justicia e instrucción pública sostuvo que la democracia tiene que levantarse sobre la escuela primaria y la escuela primaria tiene que ser hija de la escuela normal. Acorde con este pensamiento, se comprendió una gran cruzada normalista de crearse en distintas entidades del país escuelas normales tanto para varones como para mujeres. Desde que Joaquín Baranda tomo posesión del cargo de secretario de justicia e instrucción pública, en septiembre de 1982, manifiesto que el pensamiento dominante del gobierno había sido y era el de la función de una escuela normal para crear, enaltecer y recompensar dignamente al magisterio.la escuela normal representaba el nivel educativo más importante pues, como su nombre l indicaba, sirve de norma y da la regla a que debe ajustarse la enseñanza; es la escuela matriz o central de las que se derivan las demás escuelas. Enseñar a enseñar.

El plan de estudios fue muy ambicioso, pues se establecían materias para primer año de normalistas, 13 para segundo y 11 para tercero y cuarto además el orden de las asignaturas fue antipedagógico

La actividad política de Justo Sierra fue intensa y diversificada durante el régimen de Porfirio Díaz. Llegó a ser historiador, maestro, periodista, tribuno, filósofo y poeta. Abogado desde 1871, había ocupado cargos importantes en el poder judicial, incluso el de Ministro de la Suprema Corte.

Interesado en la educación colaboró con Joaquín Baranda y Justino Fernández, ambos ministros del entonces Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, el primero de 1882 a 1901, y el segundo de 1901 a 1904, profesó la filosofía positivista hasta por lo menos 1910; propició la fundación del Ateneo de la Juventud a principios del siglo XX, proclamó el papel de la ciencia como factor de bienestar de pueblo. Justo Sierra tenía desde sus inicios como funcionario porfiriano la idea de la autonomía en la administración de la educación pública.

Fue hasta 1905 en que Porfirio Díaz aceptó separar del Ministerio de Justicia el ramo de la instrucción pública para hacer una nueva Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, cuya titularidad estuvo a cargo de Sierra del 1º. De julio de 1905 al 24 de marzo de 1911.

Este cambio significó para Sierra que el presidente Díaz había comprendido que la educación pública en el país era tan importante como la transformación económica. La asignación presupuestal fue mayor cada año, pero mínima comparada con lo asignado al Ministerio de Guerra, que acaparaba la cuarta parte del presupuesto total. En este año, del total de mexicanos, el 85% de la población era analfabeta.

De acuerdo con registros, para 1910, México tenía 15.2 millones de habitantes, el 71 por ciento vivía en zonas rurales; el 58 por ciento tenía 14 años o menos, y 81.5 por ciento de la población adulta era analfabeta.

Al hacerse cargo del ministerio, Sierra se propuso realizar dos cosas: la primera, consistía en transformar la escuela primaria, de simplemente instructiva, en esencialmente educativa con la participación directa del Estado, en un organismo destinado, no a enseñar a leer, escribir y contar, como se pretendía antes, sino a pensar, a sentir y a desarrollar en el niño al hombre. La segunda era la de organizar los estudios superiores.

En la ley de 1908 se promulgó de una manera más concreta y fundamentada su pensamiento educativo y con ella pretendía alcanzar el primero de sus objetivos: la idea de que la educación oficial sería esencialmente educativa; la instrucción se consideraría como medio de educación, y declaraba obligatoria la educación primaria.

El argumento empleado por Sierra para justificar la transformación a una escuela primaria educativa con la participación del Estado, fue “...el estado debe encargarse de buscar en el niño al hombre físico, moral e intelectual, debe procurar el desarrollo armónico de sus facultades, de estos tres modos de ser, y añadir otro, el modo estético, es decir, educar la facultad de concebir lo bello y formar el gusto”.

En este programa se buscaba principalmente desarrollar en los educandos el amor a la patria, a sus instituciones y contribuir al progreso del país. El perfeccionamiento de sus habitantes sería integral, es decir, tendería a producir simultáneamente el desenvolvimiento moral, físico, intelectual y estético de los escolares. Además la educación debería ser laica, absteniéndose de enseñar, defender, o atacar ninguna de las religiones y, además, sería gratuita.

La gran obra moral de la escuela laica consiste en inculcar la verdad, infundiendo en la niñez los hábitos de amor a la verdad que son, la clave de toda educación moral. En el artículo 4º. de la Ley de 1908 se incluyen preceptos que pueden llamarse de orden pedagógico.

El maestro Justo Sierra, consideraba que la educación moral ayudaría a la formación del carácter por medio de la obediencia y disciplina, así como por el constante y racional ejercicio de sentimientos, resoluciones y actos encaminados a producir el respeto a sí mismo y el amor a la familia, a la escuela, a la patria y a los demás. La educación física, obtenida por las medidas de profilaxis indispensable, los ejercicios corporales apropiados y por la formación de hábitos de higiene. La cultura intelectual, el que se alcanzará por el ejercicio gradual y metódico de los sentimientos y la atención, el desarrollo del lenguaje, la disciplina de la imaginación y la progresiva aproximación a la exactitud del juicio. Y por último, la educación estética, que se efectuará promoviendo la iniciación del buen gusto y proporcionando los educandos nociones de arte adecuadas a su edad.

Justo Sierra consideraba que era imprescindible que la educación fuera laica, conforme su declaración:

estamos obligados a no herir esta delicadísima fibra del corazón humano, que se llama el amor por la fe que se profesa, y que es precisamente la que pulsa la Iglesia para mantener vivo, sin lograrlo, por fortuna, el odio de la mayoría de la población de la República hacia nuestras libres instituciones... Toca al escritor, al filósofo, el historiador, combatir la doctrina con la doctrina y denunciar y refutar las ideas que desde la cátedra católica niegan la legitimidad de

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