El Pensamiento Griego Sobre La Democracia
Enviado por CINDY79 • 31 de Julio de 2014 • 1.361 Palabras (6 Páginas) • 464 Visitas
Actividad 5. El pensamiento griego sobre la democracia
Question 1
Puntos: 10
Fragmento del libro octavo, décimo primer capítulo de La República de Platón
XI.
- Pues bien -comencé yo-, la ciudad nace, en mi opinión, por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas. ¿O crees otra la razón por la cual se fundan las ciudades?
- Ninguna otra -contestó.
- Así, pues, cada uno va tomando consigo a tal hombre para satisfacer esta necesidad y a tal otro para aquella; de este modo, al necesitar todos de muchas cosas, vamos reuniendo en una sola vivienda a multitud de personas en calidad de asociados y auxiliares y a esta cohabitación le damos el nombre de ciudad. ¿No es así?
- Así.
- Y cuando uno da a otro algo o lo toma de él, ¿lo hace por considerar que ello redunda en su beneficio?
- Desde luego.
- ¡Ea, pues! -continué-. Edifiquemos con palabras una ciudad desde sus cimientos. La construirán, por lo visto, nuestras necesidades.
- ¿Cómo no? - Pues bien, la primera y mayor de ellas es la provisión de alimentos para mantener existencia y vida.
- Naturalmente.
- La segunda, la habitación; y la tercera, el vestido y cosas similares.
- Así es.
- Bueno -dije yo-. Y cómo atenderá la ciudad a la provisión de tantas cosas? ¿No habrá uno que sea labrador, otro albañil y otro tejedor? ¿No será menester añadir a éstos un zapatero y algún otro de los que atienden a las necesidades materiales?
- Efectivamente.
- Entonces una ciudad constará, como mínimo indispensable, de cuatro o cinco hombres.
- Tal parece.
- ¿Y qué? ¿Es preciso que cada uno de ellos dedique su actividad a la comunidad entera, por ejemplo, que el Labrador, siendo uno solo, suministre víveres a otros cuatro y destine un tiempo y trabajo cuatro veces mayor a la elaboración de los alimentos de que ha de hacer partícipes a los demás? ¿O bien que se desentienda de los otros y dedique la cuarta parte del tiempo a disponer para él sólo la cuarta parte del alimento común y pase Las tres cuartas partes restantes ocupándose respectivamente de su casa, sus vestidos y su calzado sin molestarse en compartirlos con Los demás, sino cuidándose él solo y por sí solo de sus cosas?
Y Adimanto contestó:
- Tal vez, Sócrates, resultará más fácil el primer procedimiento que el segundo.
- No me extraña, por Zeus -dije yo-. Porque al hablar tú me doy cuenta de que, por de pronto, no hay dos personas exactamente iguales por naturaleza, sino que en todas hay diferencias innatas que hacen apta a cada una para una ocupación. ¿No lo crees así?
- Sí.
- ¿Pues qué? ¿Trabajaría mejor una sola persona dedicada a muchos oficios o a uno solamente?
- A uno solo -dijo.
- Además es evidente, creo yo, que, si se deja pasar el momento oportuno para realizar un trabajo, éste no sale bien.
- Evidente.
- En efecto, la obra no suele, según creo, esperar el momento en que esté desocupado el artesano; antes bien, hace falta que éste atienda a su trabajo sin considerarlo como algo accesorio.
- Eso hace falta.
- Por consiguiente, cuando más, mejor y más fácilmente se produce es cuando cada persona realiza un solo trabajo de acuerdo con sus aptitudes, en el momento oportuno y sin ocuparse de nada más que de él.
- En efecto.
- Entonces, Adimanto, serán necesarios más de cuatro ciudadanos para la provisión de Los artículos de que hablábamos. Porque es de suponer que el labriego no se fabricará por sí mismo el arado, si quiere que éste sea bueno, ni el bidente ni los demás aperos que requiere la labranza. Ni tampoco el albañil, que también necesita muchas herramientas. Y lo mismo sucederá con el tejedor y el zapatero, ¿no?
- Cierto.
- Por consiguiente, irán entrando a formar parte de nuestra pequeña ciudad y acrecentando su población los carpinteros, herreros y otros muchos artesanos de parecida índole.
- Efectivamente.
- Sin embargo, no llegará todavía a ser muy grande ni
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