El Porfiriato
Enviado por sofiaromolo • 24 de Junio de 2013 • 1.825 Palabras (8 Páginas) • 297 Visitas
El Porfiriato
En la Historia de México, se denomina Porfiriato a los aproximadamente 30 años que gobernó el país el general Porfirio Díaz.
El presidente Benito Juárez ocupó la presidencia desde 1858 hasta su muerte, en 1872. El año anterior Juárez había sido reelecto, y el general Porfirio Díaz se levantó en armas para protestar, pero fue derrotado. Unos meses después, al morir Juárez, de acuerdo con las leyes asumió la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada, que era el presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Cuatro años más tarde, en 1876, cuando Lerdo de Tejada buscó que lo reeligieran, Díaz volvió a rebelarse; esta vez tuvo éxito y tomó el poder. El pueblo mexicano estaba hastiado del desorden y la guerra, y Díaz se propuso imponer la paz a cualquier costo. México no tenía dinero, ni se lo querían prestar en ningún lado, porque no había pagado sus deudas con puntualidad. Había que atraer capital extranjero, pero nadie invertiría en México si no había estabilidad y paz.
Con mano dura, Porfirio Díaz trató de eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política, y se dedicó a mejorar el funcionamiento del gobierno. "Poca política y mucha administración" era el lema de ese tiempo. La paz no fue total, pero Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública. Policías y soldados persiguieron lo mismo a los bandoleros que todo intento de oposición. Con el orden, aumentó el trabajo y se hizo posible el desarrollo económico, pues el país contaba con recursos y los empresarios podían obtener buenas ganancias.
Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20,000 kilómetros de vías férreas. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos, y poco a poco se fueron pagando las deudas. México tuvo un crecimiento económico nunca antes visto. Pero como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo favoreció a unos cuantos mexicanos y extranjeros.
Con esto, la desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, se fue haciendo cada vez más profunda. Se agudizó la tendencia a acumular terrenos en manos de unos pocos propietarios; es decir, a la formación de latifundios. En algunas regiones, como la península de Yucatán y Valle Nacional, Oaxaca, los peones eran, por el trato que se les daba, prácticamente esclavos. Porfirio Díaz casi no dejó ningún poder a los gobernadores ni a las autoridades locales. Él tomaba todas las decisiones. Los diputados y los senadores aprobaban todas sus iniciativas.
La opinión pública debía estarle siempre agradecida. No se permitía ninguna confrontación de ideas ni de opiniones.
El presidente se reeligió varias veces. Por largo tiempo esa fórmula funcionó porque el país anhelaba la paz y la prosperidad, y porque el gobierno de Díaz logró un impresionante impulso económico. Pero con el tiempo los defectos de la situación se fueron agudizando. A un lado de la creciente desigualdad y del clima de injusticia que se vivía, sobre todo en el campo, el problema más grave fue que no había oportunidad para que quienes deseaban participar en la política pudieran hacerlo.
En 1908, Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman, en la cual afirmó que México ya estaba preparado para tener elecciones libres. La noticia llenó de optimismo a mucha gente, que de inmediato comenzó a organizarse para participar en las elecciones de 1910. Surgieron varios partidos políticos, y se escribieron libros y artículos que discutían la situación del país y la solución de sus problemas.
Lamentablemente, Díaz cambió de opinión y se reeligió de nuevo.
El ferrocarril con todas sus implicaciones del Porfiriato
En México la producción agropecuaria, a lo largo de casi todo el siglo XIX, estuvo limitada al comercio en los mercados regionales y el autoconsumo, con modos de producción tradicionales. La escasa infraestructura y el ausente desarrollo económico fueron la consecuencia lógica de un país con una fuerte inestabilidad política y social.
La llegada de Porfirio Díaz al poder, en 1876, vino acompañada de una ideología de paz y progreso. De esta forma la modernización tecnológica se convirtió, para la elite triunfante, en el único camino hacia el progreso. La introducción del ferrocarril en México fue la puesta en práctica de esa ideología.
Más que por una necesidad del mercado interno, la construcción de líneas ferroviarias fue resultado de una visión esencialmente política. A diferencia del caso europeo, donde la entrada del ferrocarril estuvo antecedida de un intenso tráfico mercantil basado en vías pluviales, el comercio interno en México era prácticamente inexistente. A ello hay que agregarle, el escaso excedente de producción y el terrible estado en que se hallaban los caminos. El transporte de mercancías sólo podía ser realizado en tres medios de transporte: la carreta, muy poco usada por su alto costo, las mulas, de uso más frecuente pero en menor volumen, y mediante cargadores. En estas condiciones el transporte pre-ferroviario se definió por su ineficacia, lentitud y alto riesgo.
El primer proyecto de construcción ferroviaria se remonta hasta el año de 1837, cuando a Francisco Arrillaga se le otorgó una concesión para unir el puerto de Veracruz con la ciudad de México, la cual nunca se llegó a edificar. Antes de la introducción del capital extranjero, ya se habían construido un total de 220 kilómetros de vías mediante la concesión a gobiernos estatales y, en menor monto, con la inversión directa del gobierno porfirista.
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