El Silbon
Enviado por Zeddrapphy • 2 de Febrero de 2015 • 2.886 Palabras (12 Páginas) • 419 Visitas
Narrador: Portuguesa, Barinas, Cojedes; Horizonte extendido por caminos polvorientos, tierra generosa donde la leyenda es copla y donde la copla es sabana, Llano adentro, corazón de patria, sabanas inmensas y pajonales abiertos, arrieros del verso, baquianos de la conversa.
Declamador: ¿Pa´ ónde va por´hay, Juan Hilario?
Narrador: Es la pregunta del Llano contestador y bravío, retador y andariego.
Llanero Conversador: Epa compañero, pero, ¿eso es cierto?
José Juan: Sí compa, ciertico, dicen que nació en Guanarito o en Bijal, lo cierto es que en Portuguesa y Barinas se ha criao, y Cojedes lo ha visto pasá.
Narrador: Son las cinco y media de la tarde, el sol agonizante y rojizo desaparece lentamente en la quietud del horizonte y por el camino polvoriento un hombre a pie con el rostro sudoroso y el andar cansado; atrás el camino andado, por delante el paisaje casi desierto: sabanas, cielo, vacas y garzas. Es el llanero mismo con su estampa recia hundiendo su huella sobre la tierra brava, un Florentino, un baquiano, o un caporal de hato, hijos siempre del inmenso Llano, hermanos de la sabana.
C2: Voy dejando mi cantar
sabanas que tanto quiero
voy con los pasos del día.
Narrador: Es casi de noche, cuando se detiene ante una Cruz del camino, se arrodilla ante ella y le enciende una vela que trae en el bolsillo de la blusa, luego se persigna y se dispone a reanudar la marcha, cuando alguien que camina en dirección contraria se le acerca.
El Visitante: Mire señor, usted, ¿es de por aquí?
José Juan: Sí, de por aquí mismo ¿Qué se le ofrece?
El Visitante: ¿Me podría indicar el camino que conduce a Los Jeyes?
José Juan: Ese mismo que lleva ¿Pa´ qué casa va por´hay?
El Visitante: Bueno, voy pa´l fundo del señor Montenegro, Juan José Montenegro, que tiene una fiesta por ahí.
José Juan: Ah, eso es allá alante; siga por hay derecho, pero tenga cuidao con el peasito aquel de La Vuelta ´e Los Mangos, ahí mismo, al pasá el cañito, que ahí sale el Silbón.
El Visitante: ¿El Silbón?
José Juan: Sí, el Silbón.
El Visitante: No, no, no, pero, eso no existe.
José Juan: Sí existe, señor y mucho, mire, por to´ estos caminos, por to´ estas sabanas y por to´ estas soledades, se va a encontrá con mucho más de lo que usté ha visto en los libros.
El Visitante: Bueno, yo he oído hablar algo de eso, pero, dicen que es una leyenda. José Juan: Jmmm ¿Una leyenda?, una leyenda debe se´ lo que cuentan del Silbón antes de se´ Silbón.
El Visitante: ¿Cómo es eso de que el Silbón, antes de ser Silbón?
José Juan: Pues, que dicen que, el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papa pa´ comele la asadura, y que la mama lo maldijo pa´ to´a la vida.
El Visitante: Ah…ya entiendo, ¿ y dicen que nació en el Llano?
José Juan: En Guanarito, compa, y Guanarito es Llano, y Llano es to´ esto que estamos pisando.
El Visitante: No, no, yo creo que eso es sólo una leyenda, como dice la gente, lo que pasa es que, ustedes, los llaneros, tienen un espíritu demasiado supersticioso.
José Juan: Llano es Llano, compa, y a nosotros nos gusta de esa manera, supersticiosos y to´ pue´ que seamos, pero con un corazón que no nos cabe en to´ el ancho ´e la sabana, y en esa misma sabana que no alcanza pa´ arropale el corazón al llanero es ´onde se ven to´ estas cosas que le estoy contando.
C1: Con la claridad de un rayo
que alumbraba la sabana
miró una sombra de lejos
con un maleto terciado,
miró una sombra de lejos
con un maleto terciado.
El Visitante: Caray, pero ha de ser muy grande ese espanto del Silbón, pa´ que, pa´ que, ustedes, los llaneros, le tengan tanto miedo.
José Juan: Uunnn…Canillú es lo que es el hombre, compa, canillú, mire, le digo que lo han visto sentao y las rodillas le pasan del lao arriba ´e la cabeza.
El Visitante: Y dígame una cosa; usted, ¿lo ha visto?
José Juan: De refilón, compa, de refilón, pero mire, lo he escuchao silbá y le digo que no es pa´ juego la cosa.
El Visitante: No, no, yo insisto en que eso no es más que una leyenda, amigo.
José Juan: Amm., lo mismo decía Pacheco, lo mismito decía Pacheco.
El Visitante: Bueno, y ¿quién es Pacheco?
José Juan: Uno, que peleó con el Silbón.
El Visitante: ¿Con el Silbón? ¿Y peleó, de verdad, con el Silbón?
José Juan: Sí, pero lo dejó con una calentura que lo tulló pa´ to´a la vida. Mire, cuenta el pasaje que al Silbón le sonaban las costillas como a saco de algodón, pero lo cierto es que Pacheco no púo caminá más de la calentura que le pegó.
El Visitante: ¿Y usted, vio eso?
José Juan: Bueno, eso es lo que cuenta la gente, pero mire, si usté, no quiere cree, le voy a contá un caso que yo vi con mis propios ojos y que sucedió aquí mismo, aquí mismito, en el camino ´e Quebrá Seca.
Narrador: Era el mes de mayo, mes de espantos y de aparecidos, época de lluvia, cuando la sabana se viste de flores y el terronal se remoja: Llano en mayo, con sus noches oscuras y caminos llenos de agua. El caney estaba de fiesta, la alegría se volvía copla y la copla se hacía romance; Llano adentro, caminante sin rumbo por sabanas de Portuguesa y al compás de una bandola, desde el tranquero de un rancho, fue surgiendo esta leyenda.
C2: Toma el agua, Paso Real,
Paso Real, el pozo viene clarito
toma el agua, Paso Real, Paso Real.
Rosita: ¿Nos llevas al baile, José Juan?
Josefa: Sí, José Juan, llévanos.
Aurora: Sí, hombre.
José Juan: Bueno, cómo no; pero se arreglan temprano que todavía hay mucho que hacé y el patio no se ha barrío.
Narrador: El día había comenzado entusiasmado y alegre, salpicado de bullangueros comentarios sobre la fiesta de joropo que daría don Encarnación en el Hato Quebrá Seca, todos parecían haberse levantado con el corazón de fiesta y el entusiasmo en los labios, al despuntar de aquel día, la sabana, los caminos, los caneyes y los ranchos fueron saturados con el rumor de la fiesta que todavía no llegaba, las muchachas visitaron tempranito el espejo del jagüey y las frases invitadoras se quedaron retozando a la orilla del camino.
José Alí: Nos vemos en el baile esta noche, catira, al comenzá el joropo.
Rosita: Bueno, si nos lleva José Juan.
José Alí: Mire compa, aclárece la garganta pa´ que le eche una entraíta al joropo esta noche, no más que reviente el arpa.
José Juan: Si hombre, compa
...