El Triángulo De Bizancio

Bizancio fue un imperio que se extendió por más de mil años, en los que debido a su gran variedad de emperadores se vio involucrado tanto en períodos de crisis como de prosperidad, es por esto que el ámbito histórico, político, cultural y social eran poco coherentes entre ellos.

Constantinopla, capital de Bizancio, tenía una situación geográfica favorable, lo que entregaba satisfacción económica a la sociedad bizantina, debido a que su ubicación le permitió convertirse en el centro del comercio, actuando como mediador entre el Oriente y el Mediterráneo.

En el Imperio Bizantino la religión fue muy relevante en su ideología. En la época de Justiniano (527 - 565) el emperador tenía el poder absoluto, incluso la iglesia estaba bajo su poder: Cesaropapismo, este término se refiere a la unificación en una sola persona de los poderes del Estado y de la Iglesia.

Cuando Justiniano llegó al poder, tenía aspiraciones de lograr la unión de Roma nuevamente. Para esto intento reconquistar el territorio de occidente, reforzando el poder de la realeza. Logró conquistar a los Vándalos, que se encontraban al norte de África, se apoderó de la zona sur de España y se adueño de toda la península itálica. Pero esto no fue suficiente para lograr su objetivo: la reconstrucción del antiguo imperio, ya que no contaban con que los persas estuvieran ocupando los únicos dos lugares que le faltaban por recuperar.

El gobierno de Justiniano fue exitoso, incluso, actualmente se utiliza el Derecho Romano que fue fijado por él. Otro de sus logros fue establecer el símbolo de la gloria del imperio. También consiguió promover las artes, por ejemplo a través de la reconstrucción de la catedral Santa Sofía, la cual representaba gran opulencia.

“(…) Todos estos juicios adolecen de una misma tendencia a confundir al hombre con los acontecimientos ocurridos durante su reinado. Dicha tendencia se ve reforzada por la propensión a interpretar las personalidades de Justiniano y Teodora a la luz de dos obras realmente sorprendentes que han llegado hasta nosotros: la Historia arcana de Procopio y los famosos mosaicos de Justiniano y Teodora que adornan los muros de la iglesia de San Vital de Ravena (…)”.

En el periodo en que Justiniano fue emperador de Bizancio, la religión y la iglesia ortodoxa alcanzaron un gran apogeo, fue por esto y por los grandes logros alcanzados por Justiniano que se instauró el arte de los mosaicos, haciendo hincapié en los íconos a los que se les hacía culto y que adoraba la sociedad bizantina.

A través de los años, el tema de los íconos, junto con las adoraciones y veneraciones a éstos, pasó a ser un tema con gran revuelo para la sociedad bizantina.

La cultura bizantina fue marcada por la iconoclasia, práctica que se caracteriza por destruir las pinturas o esculturas sagradas, y finalmente por la iconodulía, práctica contraria

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