El comercio en Medellín 1900-1930
Enviado por Caro Valencia • 9 de Septiembre de 2016 • Reseña • 1.687 Palabras (7 Páginas) • 280 Visitas
EL COMERCIO EN MEDELLÍN 1900 – 1930
Se han perdido para siempre los sonidos de la incipiente ciudad; perdidos en el tiempo están los pregones de los vendedores de Vermífugos y los gritos de las rondas infantiles; se han ido los sones de las campanas y las canciones de Pedro León Franco al amanecer. Nada sabemos ya de los aromas y de los colores que se esfumaron definitivamente con los vientos del Sur. Para reconstruir la imaginación de la ciudad de principios de siglo, a más de los picantes relatos del maestro Carrasquilla y de las descripciones ingenuas de los cronistas, nos han quedado las imágenes. Imágenes mudas, como fantasmas que van surgiendo del fondo del tiempo y que fueron plasmadas por el ojo avizor de los fotógrafos de la época.
El primer estudio fotográfico de la ciudad fue fundado por los Señores Vicente y Pastor Restrepo en el año 1855. Decir estudio fotográfico puede ser un modernismo. Básicamente era un laboratorio de procesos químicos, en donde paralelamente se purificaba el oro y se experimentaban los sistemas de albúmina, colodión y gelatinobromuro de plata, por medio de los cuales se preparaban los vidrios que luego grabarían indeleblemente las imágenes. Algo de alquimia debía tener aquel proceso. Algo de magia debían saber aquellos Señores Restrepos, que lograban plasmar los rostros de las personas sin necesidad de pinceles.
La fotografía de va consolidando lentamente. Los métodos se van perfeccionando con la práctica diaria, con las experiencias adquiridas en los viajes a Europa, con la lectura de los textos que llegan en los baúles de los viajeros. En el gabinete original se van formando los nuevos fotógrafos. Así el estudio pronto es de “Restrepo y Wills” y luego de “Gaviria”. Este último, Don Gonzalo Gaviria dará un nuevo impulso al sistema fotográfico, introduciendo la iluminación de los retratos. La falta de un pintor retratista, la suple Don Gonzalo iluminando las fotos de los ricos mineros y comerciantes.
A pesar de las dificultades técnicas se van multiplicando los fotógrafos. Todos los elementos venían del viejo continente. Telones, lentes, cajas de negativos en vidrio, debían soportar largas travesías en buques, trenes y recuas. Sin embargo valía la pena correr los riesgos pues el negocio era rentable. Por esta razón, a principios del siglo XX Medellín contaba con varios fotógrafos importantes que poseían unos conocimientos derivados de una larga tradición. El oficio se fue perfeccionando. Al igual de los demás artesanos, cada fotógrafo iba logrando pequeños avances en su trabajo, iba guardando pequeños secretos, iba desarrollando un estilo.
La mayor riqueza de estos artesanos la constituía su archivo. Cada negativo constituía la posibilidad de futuras copias. Por eso los archivos eran guardados celosamente poniendo especial interés en su correcta conservación y clasificación. Desafortunadamente al morir el fotógrafo o al cerrar su gabinete, el archivo perdía su valor como documento y solo conservaba su valor como vidrio utilizable por los marqueteros. Estos lavaban la emulsión y el vidrio revestido de su antigua transparencia servía para proteger en un merco la fotografía que el mismo había originado. Afortunadamente de este proceso se han salvado tres archivos de inmenso valor documental: los de Melitón Rodríguez, Benjamín de la Calle y Jorge Obando. En estos tres archivos está contenida la memoria visual de la ciudad durante este siglo.
Benjamín de la Calle (1869 – 1934) tenía su estudio fotográfico en Guayaquil, en la “Carrera principal de Guayaquil” como decía su propaganda. Durante los primeros decenios del siglo, Carabobo era el centro vital del comercio de la ciudad. La carrera desembocaba en las estaciones de los ferrocarriles de Antioquia y de Amagá y en la Plaza de Mercado. Por la carrera circulaban los inmensos fardos que acaban de llegar de París, los colonos de Suroeste, los comerciantes de sombreros de Aguadas. Allí llegaban los toreros, los cantantes de Ópera, los malabaristas, los buscasuertes, los perdidos. Por allí partían los viajeros, los que iban a Europa en busca de mercancías y amor. A todos ellos fotografió Don Benjamín. Su especialidad eran los retratos de cuerpo entero. Dejó centenares de placas donde aparecen los poderosos y los humildes, los importantes y los anónimos; todos con la misma mirada perdida en algún punto del olvidado gabinete, con el mismo rostro severo, vestidos según la moda o la condición social, mimetizados en alegóricos telones de otros paisajes y otros tiempos. La individualidad, la personalidad del personaje la da la “pose”. El gesto detenido muestra la arrogancia, la altivez o la humildad. Para Don Benjamín era un deleite el retrato. Hasta el mismo gozaba autorretratándose. Vestido esmeradamente con bombín o cubilete, con guantes de cabritilla, el abrigo naturalmente colgado del brazo izquierdo, se colocaba frente a su cámara, a su ojo. Era una de las extravagancias que escandalizaban la parroquia y que le fueron tejiendo una leyenda negra durante su vida y que luego sirvió para relegarlo prácticamente al olvido. Sin embargo hoy se le puede considerar uno de los testigos más valiosos de época, pues nos ha dejado no sólo la imagen cierta de los habitantes, sino la vida de la ciudad misma. La ciudad como uno de sus personajes. Al igual que a los habitantes en el estudio, salió a la calle y “Retrató” a Medellín es sus fechas importantes de conmemoraciones masivas y en anónimas fechas, donde la soledad de las calles centra la atención en montañas y edificios. Edificios importantes y humildes viviendas. La ciudad tenía su propia personalidad. Su forma de vida características. Sin proponérselo. Los fotógrafos fueron registrando la transformación de aldea a ciudad. El signo característico ha sido precisamente la transformación. Un mismo lugar, por ejemplo el Parque Berrío, es irreconocible en imágenes tomadas con muy pocos años de diferencia. Es aquí donde reside hoy el valor de los archivos fotográficos. Sólo con estos documentos, podemos reconstruir la evolución de la ciudad.
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