El oficio del historiador resumen
Enviado por DIEGOAAASM • 7 de Octubre de 2018 • Reseña • 1.132 Palabras (5 Páginas) • 1.158 Visitas
Moradiellos, Enrique. El oficio del historiador. SIGLO XIX DE ESPAÑA EDITORES S. A. Madrid. 1994. 157p
¿Qué es la historia?
Este primer capítulo del libro El oficio del historiador, pretende resaltar primero los pilares de la formación de la ciencia para después exponer la verdadera labor de un historiador. Comienza mencionando las características que diferencian al conocimiento científico de los demás tipos de conocimiento, para posteriormente dar algunos ejemplos de prácticas previas que luego permitieron a la ciencia desarrollarse, y tal es el caso de la geometría y la aritmética que surgieron de necesidades de la organización social como el intercambio y la agromesura.
Después resalta la forma en que cada ciencia trabaja respecto a un campo y como estas son incapaces de explicar con su terminología lo que sucede en distintas áreas, a pesar de sí ser capaz de relacionarse o complementarse. También explica principios fundamentales de su aplicación como la oposición a los dogmas y el principio semántico y determinista.
Posteriormente, se realiza la necesaria aclaración de la separación entre ciencias naturales y humanas, explicando el uso de herramienta diferentes en cada una y principalmente, la imposibilidad de eliminar los sujetos operativos en las ciencias humanas trayendo como resultado el subjetivismo en ellas.
A continución toca la ciencia de la historia, empezando por mencionar la relación entre la historia y su origen etimológico griego, justificando después con ello la labor que realiza el historiador, pues aclara que al no exisitr la posibilidad del estudio del pasado por su cualidades obvias, el investigador debe ser capaz de interpretar los rastros que los hechos dejaron en el tiempo, desde cualquier tipo de utensilio artesanal hasta textos complejos incluso edificios y ciudades enteras. Es entonces cuando la frase griega “El que examina a los testigos”, cobra sentido, pues las pruebas que dejaron los testigos fungen como materia prima en la formación de la historia.
Agrega también cualidades de la historia que permiten diferenciarla de por ejemplo, el pasado mítico, religioso, o legendario, los cuales aluden a un pasado sin fuentes históricas más que cronológicas para su sustento.
Por último, el capítulo cierra describiendo la existencia de conciencia del pasado en las sociedades humanas y su importancia en el desarrollo de estas, además de realizar un llamado a continuar y proliferar el ejercicio de razón histórica, dando motivos por los cuales es, además, un ejercicio que permite empoderar a la población mediante el desarrollo de una conciencia crítica.
Moradiellos, Enrique. 1-18 El oficio del historiador. SIGLO XIX DE ESPAÑA EDITORES S. A. Madrid. 1994. 21-46.
La evolución de la historiografía desde los orígenes hasta la actualidad.
En este capitulo de la lectura nos adentramos en un recorrido cronológico por las diferentes etapas históricas donde existieron sucesos significativos que permitieron el desarrollo del oficio de la historia hasta el nivel de disciplina que ostenta hoy en día.
Primeramente, el texo se remonta a la antigüedad donde resalta la importancia de la concepción del pasado en las sociedades tribales quienes llenaban el hueco generado por el poco conocimiento empírico de su pasado mediante relatos míticos o relatos de su recuento cronológico. Años después surge realmente el registro de la historia en Babilonia y el antiguo Egipto a través de la escritura en tabillas, papiros, roca o madera. Estos fueron los primeros textos que almacenaron el conocimiento pretérito, y cumplieron el rol fundamental de otorgar a los pueblos una conciencia del pasado.
Posteriormente, surge en la antigua grecia una nueva forma del relato, inaugurada por Herodoto de Halicarnaso, quien relata los acontecimientos de manera objetiva y racional, contrario a su antiguo uso religioso o mítico. Esta forma de relatar la historia extendió su influencia hasta el mar mediterráneo, donde el imperio Romano en su máximo esplendor contribuyó con exponentes como Tito Livio, Cornelio y Julio Cesar, que además de haber fungido como máximos emperadores, se encargaron de plasmar sus conocimientos y continuar con la tradición historiográfica griega, secular y racionalista.
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