El porfirismo: 1876-1911
Enviado por wtqawf • 17 de Noviembre de 2014 • Informe • 3.137 Palabras (13 Páginas) • 416 Visitas
PORFIRISMO: 1876-1911
El porfirismo fue la etapa comprendida de 1877 a 1911 y se caracterizó por una larga dictadura militar de corte personalista en la figura de Porfirio Díaz. En esta etapa México experimentó un gran crecimiento económico a costa de la miseria y explotación del pueblo trabajador, en donde sólo la clase alta se benefició del tan progreso que necesitaba la nación.
Porfirio Díaz
Porfirio Díaz Mori, nació el 15 de septiembre de 1830 y murió desterrado en Francia el 2 de julio de 1915, a la edad de 84 años. Fue un gran patriota, defendió a la patria de la invasión estadounidense de 1846-1848 y se unió a los liberales en la Guerra de Reforma para defender la Constitución de 1857.
Fue uno de los héroes de la histórica Batalla de Puebla (05 de mayo de 1862) al lado del general Ignacio Zaragoza, es decir, fue uno partidarios liberales juaristas contra la Segunda Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano de Habsburgo.
Se despertó en él una ambición por el poder, que lo llevaría, por medio de las armas a ocupar la silla presidencial en mayo de 1877. Antes había recurrido por la vía pacífico-electoral para llegar a ella, pero no pudo contra Benito Juárez, en 1867 ni en 1871.
A partir de la llegada de Porfirio Díaz al poder, México se insertó a la economía capitalista mundial. Con el lema “Orden y Progreso”, buscó la modernización del país.
A continuación los puntos que Díaz utilizó como motor de la economía:
Ferrocarriles y telégrafos
Crecimiento de la agricultura
La industria manufacturera
La atracción del capital privado
Impulso a la cultura y las artes
La industrialización que vivió el país durante el Porfiriato, no se vio reflejada dentro de la población campesina y otros sectores desprotegidos.
Durante el régimen porfirista, el país creció económicamente, se desarrolló la industria, la minería, la agricultura, se impulsó la construcción de vías férreas. En fin, en términos macroeconómicos, México presentaba una situación excelente, hasta se creía que Porfirio Díaz era el estadista más grande de todos los tiempos, por lo menos en los Estados Unidos que lo tenían por un gran héroe y aparte porque había logrado la paz social que tanto se anhelaba desde 1821.
Sin embargo, la situación social y económica del pueblo, de los obreros y los campesinos, más del 80% de la población, vivían en la miseria. La riqueza generada por la inversión extranjera asociada en algunas ocasiones con el capital nacional era concentrada sólo por unos cuantos. Por lo tanto, podemos asegurar que crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo social, es decir, de bienestar social, aunque para lograr éste se requiere de aquel.
Se generaron empleos en las minas y fábricas de los extranjeros, pero los salarios eran raquíticos y las jornadas de trabajo eran hasta de 12 horas diarias, sin ninguna prestación de la que ahora gozan los trabajadores.
Pronto se hizo presente la organización y lucha obrera encabezada por el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón demandando mejores condiciones de vida y trabajo para los obreros de las fábricas, como la jornada máxima de trabajo de 8 horas diarias, descanso dominical y prohibición del trabajo infantil, entre otras cosas, que posteriormente quedaron plasmados en la Constitución de 1917.
Aspectos políticos, sociales y económicos.
Lo complejo del periodo porfiriano (1876-1911) se ve reflejado en la arquitectura de su tiempo que abarca, desde finales del "romanticismo" hasta el "modernismo". La Ciudad de México al ser la capital de la Republica va a manifestar más claramente el proceso, las tendencias y condiciones dentro de las cuales se desarrolló la arquitectura de esta singular época y que refleja las contradicciones de la sociedad porfiriana. El Eclecticismo, la permanencia de esquemas y gustos académicos provenientes de las Escuelas de Bellas Artes europeas, que influyeron tanto durante el Neoclásico, la necesidad y el deseo de una buena parte de la sociedad por el "revival", y al mismo tiempo su interés por integrarse a la modernidad del "nouveau", junto con el deseo "nacionalista", basado en la interpretación y el "renacimiento" de lo prehispánico, retratan claramente, el desarrollo y evolución de una sociedad que con gusto, a cambio del "progreso" se sometía a una dictadura.
De 1895 a 1905 la actividad constructiva se acrecentó haciendo evidentes los cambios que se producían en el habitad de la burguesía capitalina y los edificios institucionales y privados, en contraste con el empeoramiento de las viviendas de las clases bajas. Si bien el régimen porfirista intentó dar gran esplendor a la ciudad de México pretendiendo dotarla de la infraestructura necesaria para la gran urbe, en los barrios bajos, zonas viejas del centro de la ciudad y las zonas pobres de algunos barrios, el hacinamiento, la miseria y la insalubridad de las viviendas proliferaban velozmente.
"Las mansiones señoriales y nobiliarias de la época virreynal, habían perdido para muchas gentes el valor y la nobleza que habían dado fama a la capital un siglo antes, siendo calificadas de "severas y tristes". Así, las familias que las habitaban, se desplazaron hacia las nuevas colonias que ofrecían la posibilidad de una vida más "moderna". Por tales razones, muchas de estas mansiones pasaron a ser casas multifamiliares a las que por su nuevo carácter colectivo se les añadieron muros, pisos y otros espacios, para que en ellos pudieran habitar el mayor numero de personas, fomentándose con esto el hacinamiento, la promiscuidad y la falta de higiene de sus habitantes, y al mismo tiempo la mutilación y destrucción, en muchos casos, de los edificios virreinales. Esto trajo como consecuencia inmediata, el completo abandono de estos barrios que, en poco tiempo, se propago también a sus edificios y a sus habitantes.
Paralelamente, tanto la aristocracia como el gobierno, emprendían la erección de grandes y monumentales construcciones: refinadas residencias, villas y chalets; ricas y elegantes tiendas; lujosos cafés, restaurantes y teatros; imponentes almacenes y bancos, etc. El inminente ingreso de extranjeros al país y específicamente a la capital, debido a las concesiones otorgadas por el gobierno a empresas extranjeras, trajo como consecuencia inmediata, entre otras, la construcción de un gran numero de viviendas para albergarlos. Por esto, se fundaron nuevos barrios en los cuales la alta burguesía nacional compartió el espacio urbano con ingleses, franceses, italianos y norteamericanos,
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