El positivismo y la circunstancia mexicana
Enviado por inesada • 29 de Enero de 2013 • Trabajo • 2.107 Palabras (9 Páginas) • 538 Visitas
EL POSITIVISMO Y LA CIRCUNSTANCIA MEXICANA
En 1867 la República mexicana triunfaba sobre sus agresores. Y es en este mismo año que el Presidente de la República triunfante, Benito Juárez, hace llamar al Dr. Gabino Barreda para que reestructure la educación del país. Parte de esta reestructuración estuvo representada por la creación de la Escuela Nacional Preparatoria
Así como tratándose de la filosofía universal se han dado interpretaciones de carácter abstracto, es decir, desligadas de sus circunstancias. En la misma forma se ha sólido interpretar al positivismo en México. Sin embargo, esta interpretación es la menos corriente. Más bien se ha dado como defensa de los propios positivistas frente a los ataques de quienes combatieron al positivismo en México.
José Torres trata de separar el aspecto teórico del práctico por lo que respecta a la doctrina positiva. Quiere hacer ver que los ataques que la generación del ateneo dirigió al positivismo son falsas, porque confunden el plano teórico con el de la realidad. Para Torres, como para los demás positivistas, la doctrina positivista es independiente de la realidad en que se ha tratado de realizar. Los ataques de la nueva generación no son sino ataques a una realidad que no puede confundirse con el ideal positivista. Según, esto la doctrina no es culpable de la imposibilidad de su realización. Torres nos dice: "La filosofía positiva, como todas las filosofías anteriores a ella, se ha limitado a una labor puramente teórica y abstracta y no se comprende cómo el señor Caso ha podido creer que sus enseñanzas pudieran llegar hasta las masas populares y orientar su criterio moral cuando bien sabido es que en nuestro país el pueblo ha vivido siempre extraño al movimiento intelectual y a las disciplinas filosóficas renacientes." No se puede confundir la actitud práctica que la doctrina positivista ha suscitado en los diversos individuos con el aspecto teórico de la misma doctrina. Las inmoralidades atribuidas al positivismo en su aspecto práctico, es decir, en la práctica que de él han hecho los positivistas, nada tienen que ver con la doctrina en su aspecto teórico. Los ideales de una doctrina nada tienen que ver con la realidad, es decir, con la imposibilidad de realización material de la misma. "Aludiendo al sentido vulgar y grosero del término positivismo práctico, el señor Caso dice torres deliberadamente lo confunde con la acepción filosófica correspondiente, y aplica a un criterio abstracto, consideraciones que sólo se pueden referir a una actitud práctica totalmente ajena a toda filosofía."
Por lo ya expuesto, se habrá visto a qué clase de interpretaciones ha dado lugar el positivismo en esta circunstancia llamada México. Lo que da unidad a todas estas interpretaciones es su aspecto de interpretación política ya señalado antes
Se puede decir que el ideal positivista nada tiene que ver con su ir realización. Cierto; pero también es cierto que este ideal pretendió no sólo en México, sino en todos los países donde fue conocido ser algo realizable. Y su realización, se supone, tenía que ser sobre todos los obstáculos que se le presentasen. El positivismo como ideal, como idea irrealizable, puede muy bien quedarse en su elevado reino; no así el positivismo como algo práctico, como algo que fue, como algo que sintieron los mexicanos en múltiples y diversas formas.
Lo que Torres y los positivistas que como él piensan hacen, es tratar de escapar por la tangente. Decir: una cosa es el positivismo teórico y otra cosa es el positivismo práctico, implica una falta de responsabilidad intelectual muy característico de nuestro siglo. Es tanto como tirar la piedra y esconder la mano. Toda teoría pretende realizarse en una determinada práctica; de la práctica, de los efectos prácticos de la teoría tiene que ser responsable la misma.
Al positivismo no cabría hacerle otra crítica que la puramente teórica. De hecho son muchas las críticas que se le han hecho en este sentido; pero siempre haciendo abstracción de hombres y circunstancias sociales. No se trata de otra cosa que de la lucha de un conjunto de ideas contra otro conjunto de ideas realizada en un terreno en el que cada una pretende ser la única. En una interpretación de este tipo salen sobrando México y todos los positivistas mexicanos, los cuales no vendrían a ser sino pobres interpretes de una doctrina a la cual no han hecho aportaciones dignas de la atención universal.
Y hay que verlo así, porque el positivismo fue traído a México para resolver una serie de problemas sociales y políticos, y no simplemente para ser discutido teóricamente. Su expresión teórica fue, por supuesto, desconocida por las masas sociales de México; pero no así su expresión práctica, que fue sentida en diversas formas, tanto por los conocedores de la doctrina como por los ignorantes de la misma.
Es esta visión de conjunto la que mostrará lo que de mexicano haya en la interpretación del positivismo. En esta interpretación habrá que separar las distintas expresiones que del positivismo se dieron, desde la del conocedor de la doctrina, que a la manera de Torres no ha visto en ella otra cosa que una doctrina ideal, una utopía irrealizable, hasta la del político vividor que no vio en la doctrina otra cosa que la justificación de sus abusos. Habrá que separar a los teóricos puros del positivismo de los educadores que, como Gabino Barreda, trataron, de adaptar la doctrina a la circunstancias mexicanas para solucionar los problemas que estas suscitaban; habrá que distinguir entre el grupo político de los científicos que se lanzó a la lucha política enarbolando un ideal justificado por la ciencia positiva, del grupo de los "científicos", que no tenían sino el nombre, y cuyo último ideal era vivir del erario público.
Y hay que verlo así, porque el positivismo fue traído a México para resolver una serie de problemas sociales y políticos, y no simplemente para ser discutido teóricamente. Su expresión teórica fue, por supuesto, desconocida por las masas sociales de México; pero no así su expresión práctica, que fue sentida en diversas formas, tanto por los conocedores de la doctrina como por los ignorantes de la misma.
Uno de los enemigos contra los cuales tuvo que luchar el partido liberal en México fue el clero católico. El clero se enfrentó al movimiento liberal mexicano en múltiples ocasiones, provocando revueltas e intervenciones extranjeras.
De acuerdo con la tesis de Comte., la iglesia
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