El presente estudio de caso describe la intervención
Enviado por VERONICA_1995 • 3 de Diciembre de 2017 • Apuntes • 4.460 Palabras (18 Páginas) • 203 Visitas
El presente estudio de caso describe la intervención psicoterapéutica realizada en una mujer de 40 años de edad con trastorno depresivo mayor, cleptomanía y una experiencia de duelo complicado. El tratamiento consistió en 20 sesiones de terapia humanista (con especial énfasis en la Terapia Centrada en las Emociones) y la práctica de Danza Primal proveniente del Modelo de Interacciones Primordiales.
El proceso se enfocó en la transformación de las emociones mal-adaptativas, la resolución de asuntos inconclusos, el descubrimiento de las fortalezas internas y la práctica vivencial-corporal de comportamientos positivos.
Proceso Terapéutico Se trabajó un total de 20 sesiones con Sonia, en frecuencia de una cita semanal. La duración aproximada del proceso fue de 6 meses.
El proceso terapéutico se organizó en cinco grandes categorías temáticas:
1) Cleptomanía,
2) Duelo frente a la muerte de su hermana
3) Resolución de asuntos inconclusos con la madre
4) Resolución de asuntos inconclusos con la ex pareja
5) Plan de vida para su presente y futuro inmediato.
De manera general, las categorías 1 y 2 se trabajaron en la primera etapa del proceso, la categoría 3 se profundizó en la etapa intermedia y la categoría 4 se trabajó durante todo el proceso.
En cada una de ellas se puso gran énfasis en las emociones, estableciendo un sistema de “corazón-mente”.
En cada sesión se revisaron y registraron las emociones sentidas para luego integrarlas cognitivamente en la experiencia.
La aplicación de Danza Primal comenzó a realizarse a partir de la cuarta sesión, cuando se había formado una sólida alianza terapéutica. A continuación se presentan prte de las sesiones más importantes del proceso realizado:
Cleptomanía: Sonia sentía mucha vergüenza por haber robado las de joyas de su hermana y temía que sus hijos dejaran de respetarla como madre (miedo). Se le pidió recostarse, cerrar sus ojos e imaginar que está inmersa nuevamente en la escena de aquél día y narrarla con todos los detalles posibles. La terapeuta intensificó las emociones y sensaciones corporales que aparecían. En un momento Sonia dijo que las joyas le brillaban. La terapeuta intensificó el brillo, y Sonia dijo que era muy hermoso. Se le preguntó si había visto la película el Señor de los Anillos y dijo que sí. La terapeuta le dijo que se le venía la imagen de “Gollum” (personaje de la película) mirando el anillo y queriendo tenerlo a toda costa. Ella se río. Se le preguntó si era algo así, y ella dijo “totalmente, sólo quiero coger las joyas, ese rato no pienso en nada más y siento mucha paz”.
Cuando finalizó el el relato, Sonia lloraba y su sensación de vergüenza era muy intensa. Dijo sentirla en todo su cuerpo como una quemadura, un ardor. Se le preguntó “qué dice el ardor?”, y dijo “eres una mala chica”. Se trabajó con este ardor y esa frase (con Focusing) pero la terapeuta sentía que algo faltaba. En un momento la psicóloga cayó en cuenta que el momento de profunda paz que sintió al tener las joyas era importante.
Se le preguntó si este momento se le hacía familiar, si lo había sentido antes en su vida. Sonia abrió bastante los ojos y dijo “sí, creo que cuando era niña”. Relató que cuando era niña su madre se había ido a vivir a otra ciudad por trabajo y ella se sintió muy triste, con un dolor inmenso y lo único que la aliviaba era probarse la ropa y las joyas de su madre. “Joyas!”, le dijo la terapeuta. Ella dijo “sí, mi madre tenía unas joyas de bambalina muy lindas …yo me las ponía y me sentía super”. “Super como cuando tuviste las joyas de tu hermana?”, le preguntó la terapeuta con mucho tino. Empezó a llorar y dijo “sí”.
Dijo que se había dado cuenta que aunque robar estaba mal, no era una mala chica, sino una mujer que está muy triste porque le hizo falta su madre. La terapeuta piensa que éste es un logro importante porque la emoción de vergüenza que estaba tan presente antes, se estaba transformando lentamente en la tristeza primaria que sintió de niña. Sonia se mantuvo durante tres meses sin robar, y como estrategia para evitarlo dijo que le ayudaría mucho recordar esta última sesión.
Con el paso de las sesiones, se logro tabienque sus afirmaiones negativas que hacia a su misma persona se cambiaran por decretos positivos. Convirtió un “soy una estúpida”, por un “me equivoqué terriblemente, pero estoy aprendiendo”.
Terminó aceptando y dándose cuenta que no había vivido su adolecencia plenamente. Terminó acariciando a su adolescente, perdonándola, y al mismo tiempo despidiéndose de ella. Se auto-aconsejó proteger su vida, quererse más y no exponerse a situaciones peligrosas con hombres solo por no estar sola.
La sesión se cerró con una meditación cortita, con la música de la danza 7 de la Danza Primal (capacidad de trascendencia). La siguiente sesión Sonia llegó con otro semblante, más alegre. Se habló sobre la pérdida del trabajo que le ocasionó el robo y cuánto esto la afectaba porque se relaciona con su meta de invitar a sus hijos a tomar café, al cine, “sentirse más mamá”. Ya no se culpabilizaba tanto como la sesión anterior. Se trabajó sobre un plan de buscar trabajo, por si la opción de trabajar en un local de su amiga no se materializa, y un plan B para verse con sus hijos y sentirse mamá (que nada cambia eso). Fue una sesión muy práctica, no se profundizó mucho en la emoción, sino en la organización de “las piecitas que se le movieron” (ella usó esta frase). Duelo por la muerte de su hermana Tras el suicidio de su hermana menor, Sonia no le encontraba sentido a la vida y pensaba que quitarse la vida sería una buena opción. Decía que lo único que la mantenía con vida eran sus hijos. Se evaluó su riesgo de suicidio siguiendo las sugerencias de Granello (2010) preguntándole si tiene un medio y un plan para hacerlo. Sonia dijo que no. La terapeuta preguntó “qué sientes frente a esta muerte?”. Respondió que hay mucha ira, dolor, tristeza, y un “un corazón deshecho, semi-muerto”. Lloraba mucho. Se le preguntó si aún latía su corazón y dijo “sí, pero ya no importa”, levantando los hombros con ciertos gestos de ira. Se le pidió exagerar este movimiento, y dijo “sí, ya nada me importa, ella era todo para mí”. La terapeuta preguntó “quién fue tu hermana para ti”. Ella dijo que era su única compañera real. Profundizando en las emociones de Sonia, se dio cuenta que tanto ella como su hermana mantenían una relación que les permitía escapar de las realidades difíciles que cada una tenía con su pareja y el hecho de saber que hay otra persona en el mundo con dificultades similares le hacía sentir mejor. 67 La psicóloga aplicó un ejercicio de silla vacía, que inició con desesperación (diciéndole a su hermana que por favor vuelva) y una marcada sensación de abandono. También sacó su ira diciéndole que es una tonta por haberse ido así, y que nunca pensó en los demás. En el rol de hermana, Sonia no decía nada de inicio, y después le dijo que se quede tranquila, que ella está bien y la ama mucho. Durante el ejercicio, Sonia fue transformando su ira, rabia y tristeza primaria mal-adaptativa en tristeza primaria adaptativa. Sonia le agradeció a su hermana por el tiempo compartido, le dijo cuanto la amaba y que estaba dispuesta a dejarla ir de a poco. Sonia le había comentado a la psicóloga que hablaba mucho con su hermana cuando estaba sola en su cuarto y en la ducha, contándole todo lo que había pasado en su vida. Dijo que se sentía bien, pero también tenía culpa porque sentía que no estaba dejando tranquila a su hermana. A la psicóloga se le ocurrió hacer algo con arte (inspirada en la técnica de psicografismos que aprendió con la Dra. Vera Khon, pero añadiendo muchos elementos de su propia imaginación). Se le pidió a Sonia cerrar sus ojos, tomar dos crayones (uno con la mano izquierda y uno con la derecha), sentir la relación con su hermana, recordando los buenos y malos momentos que han pasado juntas y plasmar esa relación en la hoja. Apareció un dibujo con trazos circulares, y muchos colores. Después de trabajar sobre las emociones que le provocaba el gráfico, se habló sobre la necesidad de enterrar lo que no está vivo y ella decidió despedirse de su hermana otra vez. La terapeuta le pidió hacerlo gráficamente en la hoja y apareció una gran mancha café y negra. Sonia dijo que es la tierra que está sepultando a su hermana. Lloraba mucho, y decía que le dolía mucho hacerlo pero también se sentía bien. La psicóloga la invitó a respirar ese dolor y le dijo “no es necesario deshacerse del dolor ahora, solo respirarlo”. Se le pidió pedí abrir la boca, liberar un sonido con cada exhalación, y cuando estuvo más tranquila, se le pidió abrir sus ojos y mirar la tierra del dibujo. La psicóloga le 68 dio una tijera, una cinta adhesiva, una caja de crayones, y le dijo “ahora que vas a hacer?”. Dibujó un pájaro en la nueva hoja. Dijo “voy a comenzar a volar”. La terapeuta le dijo que le parecía excelente, pero le preguntó cómo iba a pasar de la tierra al cielo tan rápido. Sonia miró fijamente a la terapeuta, pegó las dos hojas y dibujó una línea que conectaba a la tierra con el pájaro. Dijo “es un viento”. Entonces se revisó cómo estaba integrando Sonia esta experiencia en su interior y al final se le invitó a hacer una corta meditación con la música de la danza 6 (capacidad intuitiva) de la Danza Primal donde Sonia representó el baile con el viento. Durante casi todas las sesiones que siguieron, Sonia hablaba de su hermana, pero el dolor insostenible se fue transformando lentamente en fortaleza. Un día, la psicóloga aplicó Focusing para trabajar su dolor de corazón, y emergió la necesidad de guardar una memoria de su hermana en un pequeño espacio del corazón para no olvidarla nunca pero también para seguir adelante con su vida. La terapeuta le prestó la película “Charlie Saint Cloud” (una película sobre el duelo por la muerte de un hermano). Sonia dijo que le encantó y se habló mucho sobre la vida y la muerte. En un momento decidió fortalecer sus vínculos de amistad con otras personas para suplantar la carencia de su hermana, lo que resultó ser muy positivo, pero hubieron varias ocasiones en que buscó hombres para hacerlo, lo cual solo intensificaba su depresión. Este tema se profundiza más adelante. Asuntos inconclusos con la pareja La terapeuta tenía la expectativa de que este tema iba a ser largo y difícil de procesar porque Sonia vivía convivido 17 años con su pareja, pero resultó ser todo lo contrario. Sonia tenía muchas iras porque su ex pareja la había “botado de la casa como a un perro” (sus palabras) y ya estaba involucrado en otra relación. Después de hacer una profunda revisión de los buenos y malos momentos de su relación, se trabajó el tema con una silla vacía (con su ex pareja). Las emociones iniciales fueron de ira, rabia y celos 69 (sobre todo por haberla dejado sin dinero y sin pensión para su hija) y poco a poco se transformaron en tristeza y dolor. Comprendió que fue una buena pareja pues hizo lo que pudo en su momento, con las herramientas que tenía. Se perdonó a sí misma varias cosas, pero no podía ni siquiera pensar en perdonarle a él. A la siguiente sesión, Sonia mencionó que salió a tomar café con una amiga y cayó en cuenta que su dolor, resentimiento y rabia que siente por su ex pareja no la deja vivir tranquila y es su único tema de conversación. Su amiga le regaló un libro con la dedicatoria “tienes las riendas de tu vida”. Con ojos cerrados, la psicóloga le pidió sentir esta frase en su cuerpo y se trabajó sobre este dolor gigante que percibe como una lanza incrustada en el corazón. Se le pidió poner a su dolor en la silla al frente, y hablarle. En un momento, la psicóloga literalmente recogió este dolor de la silla con sus manos y se lo dio a ella diciéndole “qué vas a hacer con él?”. Dijo que quiere botarlo, pero de manera sutil. Se despidió de los excesos de dolor, y los botó a la basura. Se cerró la sesión con una pequeña meditación. La psicóloga le reveló que este ejercicio había sido muy simbólico y conmovedor para ella, y Sonia dijo que para ella también lo fue. La terapeuta se quedó con la sensación de todavía faltaba la resolución genuina de su ex relación de pareja por lo que se le invitó a hacer otra silla vacía (otro día), aprovechando un momento en que Sonia dijo “creo que no eres tan monstruo” (refiriéndose a Julio). Sonia pudo perdonarle a Julio y experimentar el perdón de él hacia ella por los momentos de turbulencia emocional que ella ocasionó los últimos tiempos en la vida de él. Se dio cuenta que no estaba enamorada de él; más bien estaba desesperada por su situación financiera, por la forma en la que él la trató al final (indignación) y porque perdió varios amigos (amigos de la pareja). En el fondo ella experimentaba mucha soledad en su relación. 70 Se trabajó una sesión con la danza 4 de la Danza Primal (danza de capacidad afectiva) para simbolizar en movimiento el trabajo realizado en esta área. Ella dedicó la danza a sanar su corazón por la ruptura de pareja. Cuando cerraba sus brazos protegía y mimaba a su corazón que ha sido lastimado y necesita calor y amor, y cuando abría los brazos expresaba la posibilidad de volver a amar a alguien más, al mundo, a sus hijas, a su familia. La psicóloga utilizó esta danza con la intención de que Sonia no bloquee su corazón, su capacidad de amar, pues algunas veces lo mencionó. Resolución de asuntos inconclusos con la madre Sonia tenía muchas iras con su madre porque la había abandonado de niña y porque la veía como una mujer débil y sufrida, que había soportado “eternamente” las infidelidades y alcoholismo del padre. Se trabajó este tema con una silla vacía (con la madre) donde pudo expresar su ira primaria; le dijo lo brava que estaba por ser tan débil, por nunca contarle nada bonito, por haberle dicho un día que nunca disfrutó el sexo y que el padre de Sonia prácticamente la violaba. Le daba iras sentirse producto de una violación. En un momento, la psicóloga le pidió a Sonia convertirse en la madre que ella hubiese querido, pero puso resistencia, dijo “eso nunca va a pasar”. La terapeuta le dijo “es posible, pero vamos a jugar, en este momento va a ocurrir este milagro”. Se convirtió en una madre cariñosa, sensible, y a la vez fuerte. Le dijo que la amaba profundamente y que le pidió disculpas por haberle dicho que era producto de una violación. Le dijo que si bien su concepción no fue la ideal, ella la amaba profundamente. La ira y tristeza primaria maladaptativas se transformaron en compasión, algo que Sonia nunca había sentido por su madre (siempre era lástima, vergüenza, rabia). Sonia le dijo a la psicóloga (tiempo después) que desde el ejercicio de la “madre fuerte”, ella se sentía así y que podía ser lo que su madre no fue. 71 Algunas sesiones dijo que su madre seguía igual y que no iba a cambiar, pero que ella se sentía mejor por haberla perdonado y por haberse puesto en su lugar por una ocasión. Casi al finalizar el proceso, Sonia tuvo una conversación real con su madre (dijo que se inspiró en la silla vacía) y se había dado cuenta que ella sí fue una mujer valiente porque superó varias situaciones difíciles sola (junto a un hombre borracho), y sacó adelante a sus hijas con el trabajo de la tienda y con su viaje a EE.UU. Sonia cayó en cuenta que su madre no le dio tanto afecto porque estaba muy ocupada trabajando para mantener a las cinco hijas pero que sí la amaba. En este punto del proceso terapéutico, la terapeuta cayó en cuenta que Sonia había dado unos pasos gigantescos en su terapia y se lo dijo. La terapeuta tenía la sensación de que era necesario hacer algo más ligero y divertido, pues cada sesión era como “una exprimida de naranja”: muy útil porque daba mucho jugo, pero llena de emociones intensas. Se le invitó a hacer una sesión de Danza Primal completa (todas las danzas) donde Sonia se conectó mucho con la danza de la capacidad de gozo (chakra 2) y de la creatividad (chakra 6). Sexualidad y soledad Tras haber terminado su relación de pareja, Sonia vivió un tiempo de ira que la mantenía fuerte y distanciada de algunas emociones relacionadas a otros hombres, pero un día llegó a consulta, tomó la caja de Kleenex y llorando dijo “ahora estoy triste…no me siento bien sola”. Se le preguntó cómo era esta soledad. Sonia dijo que no soporta la idea de estar sin novio pues siente que vino a este mundo para compartir su vida con una pareja. La psicóloga le dijo “y qué te provoca esto, que sientes?”. Dijo “tengo mucho miedo de que nunca lo encuentre…a mi pareja”. La terapeuta comenzó a trabajar con el miedo y le preguntó “si hablaras desde tu miedo, qué diría ese miedo?”. Se secó las lágrimas, y con un cambio de rostro dijo “también tengo iras” (no siguió con el miedo). A la psicóloga le 72 llamó la atención el cambio brusco, pensando que tal vez no fue sensible a su emoción y/o que Sonia simplemente escapó. Sonia mencionó que tenía iras porque no tenía pareja, quería sentir el calor de un hombre, y había llamado a un amigo suyo (casado), con el que tuvieron relaciones. La expresión en su rostro era confusa: lágrimas de dolor, ojos tristes, y una gran sonrisa. La psicóloga le dijo que notaba esta incongruencia, y ella dijo “sí, no es lo que quisiera, pero por el momento está bien”. La terapeuta asintió con su cabeza, y hubo un momento de silencio. Ella dijo “sí, mi amigo y yo estamos claros en lo que hacemos”. Hubo otro momento de silencio. La terapeuta le preguntó que pasaba (sentía que la relación estaba tensa). Con un aire de dolor, dijo “no sé”. Una vez más, la terapeuta le dijo que ella jamás la juzgaría, y que estaba ahí para acompañarla. Se quebró en llanto otra vez, suavizó su rostro, y dijo “gracias Lili, de verdad, creo que sí puedo manejar esta relación, conversemos la próxima semana. Antes de la siguiente sesión, la psicóloga se había ido a nadar. Sonia notó su cabello mojado, y dijo que quiere hacer algo físico, pero a la vez divertido y espiritual. Se habló sobre las virtudes trascendentes que subyacen al deporte (voluntad, constancia), y que podrían ser aplicables para casi cualquier decisión o situación de la vida. A partir de ese día Sonia comenzó a hacer ejercicios de estiramiento sola en su casa. La terapeuta le preguntó cómo se había sentido después de la última sesión y le reveló que se había quedado pensando mucho en su expresión de tristeza y confusión del final. La psicóloga le preguntó si estaba cómoda con el proceso terapéutico. Sonia dijo “sí Lili, contigo me siento super bien, pero a veces me haces caer en cuenta de cosas que detesto de mi misma”. Después de hablar un poquito, aparecieron risas. Sonia narró que estaba muy contenta en la relación con su nuevo amante, pero cuando la psicóloga le reveló su percepción de tristeza en sus ojos, dijo “sí, estoy triste 73 pero no por él”. Dijo que el viernes salió y se pasó de tragos. Un conocido le dijo “no deberías tomar tanto”. Sonia salió del bar y llamó a un viejo amigo (no podía ver a su amante porque él pasaba ese día con su esposa). Tuvieron relaciones y desde entonces no han hablado (él ha rechazado sus llamadas). Primero apareció su emoción secundaria: ira porque no la llamó, pero luego apareció su emoción primaria: tristeza de sentirse abandonada. Sonia se sintió muy mal y aceptó una invitación a salir de otro conocido. Estuvieron en casa de él fumando marihuana, pero Sonia cayó en cuenta que estaba actuando como una adolescente. En la sesión dijo “no, una adolescente, ni siquiera hace estas cosas”. Se trabajó sobre la culpa profunda que sentía, haciendo una intervención de dos sillas (adolescente-adulta). Este ejercicio se conectó con el incidente que tuvo por el robo de los 18 dólares. Dijo que valoraba mucho estar viva pero tenía demasiadas iras con ella misma porque actúa como una adolescente irresponsable. Comenzó siendo muy crítica con la adolescente, pero terminó aceptando esta parte, dándose cuenta que vivió esa etapa plenamente. Acarició a la adolescente, la perdonó, y se despidió de ella. Se auto-aconsejó proteger su vida, quererse más y no exponerse a situaciones peligrosas con hombres solo por no estar sola. Al final dijo, “wow, creo que comprendí una gran parte de quien soy”. La sesión siguiente, Sonia dijo que sube y baja demasiado. La psicóloga dijo “como un sube y baja?”. Ella dijo “exactamente”. Se le pidió cerrar los ojos e imaginar que está sobre el sube y baja. La psicóloga le preguntó “cuando subes como es?”. Sonia dijo que se siente más estable, menos desesperada por la soledad, con ganas de rehacer su vida de pareja, y cuando baja, siente que está sola, triste, brava con su madre porque es una víctima perfecta, y odia a su ex pareja. Durante la sesión se jugó con el “sube y baja” y al final dijo que estaba muy cansada de la vida que lleva. Dijo que a ella y a su hermana siempre les fue fundamental estar con un hombre. Dijo “mi hermana se suicidó por un hombre, y yo me siento vacía, teniendo sexo sin sentido”. 74 Guiada por su intuición (ninguna técnica en mente), la psicóloga le invitó a hacer un ejercicio: puso música, y le pidió poner sus manos en su bajo vientre (pensando que al contactarse con su zona sexual y su corazón, Sonia podría profundizar en sus emociones). Sonia lloró muchísimo, dijo que estaba triste porque sentía que había irrespetado a su cuerpo, que ni siquiera se ha cuidado con preservativo. Se le pidió acariciar estas zonas, usando toda su sabiduría interior. La terapeuta le dijo que ella es la mayor sanadora de sí misma, y que sus manos sabrían qué hacer. Poco a poco dejó de llorar, y empezó a echar su cuerpo para atrás, relajó su espalda, y su ceño ya no estaba fruncido. Sonia se fue de la sesión con un rostro de paz, y dijo que era lo mejor que había hecho en terapia. Dijo “me encantó sentir que yo misma puedo sanarme”. La sesión siguiente, llegó sonriente. Dijo estar feliz porque el ejercicio de la sesión anterior le había hecho caer en cuenta que es una persona completa, y que a pesar de su soledad intensa sabe que “ella está para sí misma”. Dijo que había tomado dos decisiones importantes: 1) Finalizó el romance con su amante porque no está segura de poder manejarlo. El está casado, y ella quiere un hombre 100% disponible, 2) Le dijo a un pretendiente por quien no siente interés que no quería verlo. Antes, ponía excusas para no verlo, diciéndole “no puedo verte porque…”, “estoy cansada”, pero ésta es la primera vez que le dice “no quiero verte ahora, gracias, tal vez otro momento”. Se sentía contenta de fijar límites con los hombres. La terapeuta decidió celebrar su logro haciendo la danza 1 (danza de la confianza básica) de la Danza Primal, poniendo énfasis en que la “guerrera” ponga límites claros con otros. Proyecto de vida Simultáneamente al trabajo en los temas anteriores, Sonia quería solucionar asuntos importantes-concretos de su vida presente. Sonia y la psicóloga denominaron “proyecto de vida” a este objetivo, que incluía obtener un trabajo, solucionar su situación 75 financiera y mejorar la relación con sus hijos. La terapeuta le pidió cerrar sus ojos y visualizar la película de su vida actual y luego cinco años a futuro. Concluyó que es una buena madre pero sus hijos son más maduros-estables que ella, la hija aún teme que Sonia se suicide y casi no ve a su hijo. Le gustó mucho lo que vio a futuro y se trabajó sobre la manera de construir estas metas. Al inicio de la terapia, Sonia planteó la opción de ir a vivir a una pequeña ciudad de la sierra porque el arriendo es más barato ahí, puede pagar la pensión universitaria de su hija y además tendrían independencia (vivir fuera de la casa de su madre). El plan cambió porque su hija fue aceptada en una buena (y económica) universidad en la capital. Como se mencionó antes, encontró trabajo pero lo perdió por haberle robado a una compañera, y encontró un segundo trabajo como vendedora. Desde entonces invita a sus hijos a tomar café, al cine, o a comer y siente que está recuperando su rol de madre. A medio proceso terapéutico, mencionó que pudo hablar con Julio en buenos términos y que él ya le estaba pasando una pensión. Ella estaba muy interesada por estudiar Gestión Cultural para manejar un centro de artes plásticas, pero no se concretó este punto en terapia. Logros y limitaciones Se cubrieron las metas que Sonia fijó para su terapia, y algunas cosas más: 1) Pudo liberarse del aferramiento a su hermana muerta y aceptar su pérdida, 2) Resolvió los asuntos inconclusos con su ex pareja, se separó de él simbólicamente, y esto le proporcionó fuerza, 3) Sonia comprendió que no necesariamente porque su padre y hermana se suicidaron, ella corre el mismo destino, 4) Sus ideas suicidas desaparecieron, 5) Se dio cuenta que es una adulta (no una adolescente), que puede trabajar para ganar dinero y tiene dos hijos que la necesitan y quieren, 6) Tuvo una fuerte recaída de cleptomanía pero se mantuvo sin robar durante 4 meses antes de finalizar la terapia, 7) Comenzó a hacer deporte en un parque cerca de casa. 76 Faltó profundizar la relación con las hermanas y con el padre. Si bien Sonia tenía fuertes conflictos con la madre, era indispensable trabajar su vínculo paterno en mayor profundidad. La psicóloga se lo mencionó a Sonia en una ocasión y ella estuvo de acuerdo, pero al poco tiempo descontinuó el proceso.
...