El primero que describió al indio fue Colón
Enviado por Kimochi Puraido • 1 de Febrero de 2016 • Práctica o problema • 536 Palabras (3 Páginas) • 224 Visitas
El primero que describió al indio fue Colón. Fue también el primero que creó de él una imagen literaria falsa. De aquellos taínos de los que sabemos menos que de cualquier otra nación indígena de América y de cuya lengua no nos quedan sino las muchas palabras que incorporó el castellano, dijo él las más sorprendentes novedades para una Europa trémula de curiosidad. Dijo que iban desnudos, que no usaban armas ni las conocían, que eran hermosos y robustos, pero también tímidos, generosos, inteligentes y llenos de amor y bondad para con todos los seres. El mundo en que viven es sólo comparable al Edén. No cree que pueda existir tierra mejor, ni más buena gente. Aman a sus prójimos como a sí mismos, hablan una dulce lengua y siempre están sonriendo.
Esta imagen coincide en gran parte con la que traza Fray Bartolomé de las Casas. Sólo que el famoso fraile se aparta de ella en un punto importante, que es el de la fortaleza. El padre Las Casas no se cansa de insistir en la extrema debilidad corporal del indio. No tienen fuerzas para realizar ningún trabajo. Obligarlos a trabajar es condenarlos a muerte.
Ambas imágenes combinadas van a tener una larga trayectoria en la literatura. De ellas se nutre principalmente la idea del buen salvaje que va a ser la base de las utopías del Renacimiento. Sobre ellas filosofará con lenta gracia Montaigne. Y llegarán hasta el sigloXVIII para sostener los más diversos argumentos sobre la condición natural del hombre y los males de la vida social.
Pero hay una etapa en la que esta imagen sufre cierto deslustre y olvido ante la aparición de otra visión literaria que surge con avasalladora fuerza.
En 1569 se publicó en Madrid la primera parte de La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Traía a la literatura castellana la más feliz realización de la poesía épico-narrativa de inspiración clásica lanzada por los renacentistas italianos. Sus héroes eran indios americanos. Los irreductibles araucanos de la remota Chile.
Ercilla había venido a Chile a combatir con los indios. Los había visto de cerca. Los había visto vivos combatiendo, y prisioneros y muertos. Había oído sus gritos de guerra y conocía sus rancherías. Había comenzado a escribir, como él mismo lo cuenta, en mitad de la lucha durante la sobresaltada noche del campamento, sobre pedazos de papel o de cuero donde a veces falta espacio para terminar la sonora octava real. Conocía también el paisaje de Chile.
Sin embargo, cuando va a describir al indio lo cambia y desfigura. Quiere asimilarlo, aun en lo físico, a los héroes de Ariosto, de Virgilio y de Lucano. Puede en él más la moda poética que la directa visión de una realidad que amenaza su propia vida.
Los indios de Ercilla:
Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros, de nervios bien fornidos: ágiles, desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos, duros en el trabajo y sufridores de fríos mortales, hambres y calores.
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