El siglo XVIII constituye, el anhelo del progreso de la razón y de perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia.
Enviado por chio2211 • 6 de Enero de 2015 • Informe • 955 Palabras (4 Páginas) • 205 Visitas
El siglo XVIII constituye, el anhelo del progreso de la razón y de perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue un período que impulsó a la entonces emergente burguesía, a pesar de ello, los privilegios continuaron a favor de los beneficiarios de un sistema monárquico absolutista imperante en todo el Occidente. Se seguía manteniendo el modo de producción feudal, lo que provocaba una profunda desigualdad económica, social y cultural. Estas desigualdades impedían obviamente que germinase el espíritu racional perseguido por los iluminados, quienes sostenían que “la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor”. En la historia nada es casual, todo acto conlleva a una consecuencia ineludible. La Revolución francesa, quizá no hubiese sido posible sin la presencia de la Ilustración que, poniendo luz sobre los rezagos del oscurantismo de la época medieval en el siglo XVII, en la que no se podía pensar libremente, abandonó las ideas religiosas para explicar la luz de la razón. La Ilustración difícilmente hubiera existido si no la hubiesen precedido, por un lado la reforma protestante, que a su vez debilito el poder de la Iglesia; y por el otro el humanismo, que anteponía el antropocentrismo por encima del teocentrismo.
De las novelas de Carpentier, El siglo de las luces es una obra que presenta una gran reflexión y de hecho, este texto constituye en sí mismo, y
desde el título, un ensayo ficcional sobre la inteligencia historiográfica y sobe la penetración de las ideas europeas en la América del siglo XVIII. Carpentier se ha referido a la ironía explicativa contenida, en el título de esta novela:
Yo tengo por costumbre dar a mis libros unos títulos que tienen y no tienen que ver con el contenido […] Cuando yo publiqué El siglo de las luces mis editores se llevaron las manos a la cabeza y me dijeron: «Pero esto parece un ensayo sobre el siglo dieciocho, esto no parece una novela». Sí, señor, el libro se llama así porque el Siglo de las Luces, que se ha dado como el ejemplo de la cordura, del pensamiento filosófico, de la paz, de la calma y todo lo que usted quiera, es uno de los siglos más sangrientos […] que se han visto en la Historia. Por lo tanto, hay juego de palabras en el título (Fornet: 1989: 54).
Desde el inicio de la novela, podemos hallar una analogía entre la historia y la ficción carpenteriana: la acción en un principio está inmersa en el encierro, el luto y la oscuridad de una vetusta y rica casa colonial después de la muerte del padre de Carlos y Sofía. La casa puede interpretarse como símbolo del antiguo orden de la época virreinal y la monarquía absoluta. Cuando el intruso forastero Víctor Hugues aparece un medio de un trueno de aldabas al refugio, donde tres incipientes adolescentes viven en horarios nocturnamente invertidos y en un desorden de fantasías
literarias,
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