El sistema penitenciario español durante el segundo franquismo
Enviado por Guillem Rigo Alou • 28 de Octubre de 2015 • Trabajo • 1.873 Palabras (8 Páginas) • 139 Visitas
El sistema penitenciario español durante el segundo franquismo
Historia de la Educación Social
Guillem Rigo Alou
Para entender el funcionamiento no solo de las cárceles, sino de la mayoría de instituciones del franquismo es necesario examinarlo desde el punto de vista de la totalidad, como un proceso que se fue desarrollando a medida del paso de los años. También es clave tener presente el hecho de que las prisiones no tienen únicamente una función punitiva o castigadora sino que también tienen una función educadora y reorientadora.
Pese a que durante la posguerra la represión y los castigos en las prisiones fue brutal, sobretodo para los presos políticos capturados durante la guerra civil o posteriormente, en las cárceles ya había una escuela para analfabetos obligatoria para los reclusos que no supieran leer y unas clases de adoctrinamiento organizadas para difundir el mensaje del régimen.
A partir de 1944 es cuando se rebaja por primera vez la dureza de las cárceles gracias a la redacción de un nuevo Código Penal. A partir de aquí es cuando el sistema carcelario va implementando nuevos aspectos y desechando otros facilitando así la vida de los reclusos. Ejemplos de estos aspectos son: el empleo masivo de la libertad condicional, la concesión de indultos, el fin de la normalidad del uso de la pena de muerte y el abandono de los últimos tipos de trabajos forzados. Finalmente en 1948 se redacta el Reglamento del Servicio de Prisiones, terminando así la etapa más cruel de el franquismo dentro de las cárceles.
Durante los años cincuenta y, de acuerdo con este Reglamento del Servicio de Prisiones se intenta establecer una visión del encarcelado “como persona humana, susceptible de regeneración, mediante un tratamiento penitenciario, fundado en principios de caridad cristiana que lo alejen del peligro de la reincidencia". En esta época había aproximadamente 36000 reclusos en España, un numero bastante reducido comparado a los 50000 que había durante 1946. Estos reclusos, pese a haber mejorado sus condiciones de vida, carecían de una calidad de vida muy alta, a diferencia de muchos otros reclusos residentes de otros países europeos por aquellas fechas.
En el año 1952 la Commission Internationale contre le Régime Concentrationarire visitó España y redactó un informe muy crítico sobre el sistema penitenciario de Franco que, aunque no se publico en España, fue respondido por la elaboración de un folleto por parte de el gobierno español contradiciendo sus críticas e intentando disimular las deficiencias del sistema de prisiones al pueblo español. Se creó intentar así un bonito escaparate para enmascarar y hacer creer que el sistema penitenciario se estaba transformando debidamente.
Es en 1956 cuando se lleva a cabo un nuevo Reglamento de los Servicios de Prisiones, en el que se procuraban respetar las Reglas Mínimas
para el Tratamiento de los Reclusos que elaboro la ONU. En este reglamento se cambia la función de las cárceles desde “transformadora y redentora” a “reformadora, con arreglo a los principios y orientaciones de la ciencia penitenciaria”. Aun así, su carácter militar y la presencia de un gran numero de deficiencias hicieron evidente que este reglamento no seguía las directrices de la ONU. El régimen franquista tan solo intentaba crear una fachada para el exterior.
Aun así a partir de 1956 y coincidiendo con la mejoría económica en la que se encontraba España, se avanzó en cuanto a calidad de vida para los presos. Esto no se produjo gracias a la creación de nuevas cárceles ni al aumento del rancho de los encarcelados, si no a la enrome reducción de su numero que se produjo gracias a la aplicación de la libertad condicional. De todas maneras la dureza y el castigo del régimen no se relajan y se mantiene la política represiva.
Los años sesenta son conocidos como la época en la que se inició la modernización de el régimen franquista, proceso que también afectó al sistema penitenciario. Es aquí donde se empiezan a incorporar las nuevas teorías de carácter científico que sustituirán, o al menos eso se intentó, al carácter evangélico. Se cambió así una orientación del castigo por otra más cercana al tratamiento medico de las carencias y desequilibrios.
Es en esta época cuando aparecen los primeros institutos de criminología en Barcelona y Madrid, ejemplos de la recuperación por el interés del desarrollo de la ciencia. Este fenómeno esta claramente influido por autores extranjeros, en este caso el más destacable es Jean Pinatel, criminólogo francés de fama internacional autor del concepto de “personalidad criminal”.
Es aquí cuando cobra relevancia un joven abogado del Cuerpo Especial de Prisiones, quién en 1960, después de tomar contacto por primera vez con las cárceles españolas y “movido por el interés que le suscitaban los continuos problemas de adaptación y personalidad manifestados por los reclusos” buscó las herramientas con que afrontarlos y se matriculó en la Escuela de Psicología de la Universidad de Madrid. Tras finalizar sus estudios, Jesús Alarcón Bravo impulsaba, bajo el patrocinio de la Gerencia de Trabajos Penitenciarios, el Servicio –o Gabinete– Psicológico de la Prisión Provincial de Hombres de Madrid, en febrero de 1965. Las razones que llevaron a emprender la creación de este equipo,
explica el propio autor, se encontraban en el conocimiento profundo de las cárceles españolas, que bajo su punto de vista, habían alcanzado ya el “fin previo que postula una custodia perfecta”. Cumplida la primera de las finalidades de la reclusión –“la retención y reforma”–, quedaba por acometerse la segunda parte del artículo 1 del Reglamento: “la labor reformadora”, para lo que se necesitaban “además de los presupuestos básicos de seguridad, disciplina y unos medios materiales inexcusables,
unos saberes específicos, difíciles, con técnicas costosas de dominar y que no se pueden improvisar o reducir a elementales nociones: Psicología, Sociología y Pedagogía”.
Había llegado el momento propicio pues para empezar esta “tecnificación”, o “pulimentación científica de nuestra lucha por la reforma o resocialización de nuestros educandos”. Y para lograrlo, la psicología, “la ciencia que estudia el comportamiento humano” para intentar “interpretar, predecir e influir en la conductas humanas”, será la herramienta básica propuesta por Alarcón. Su idea, sin embargo, aun siendo la primera vez que se instauraba como tal en España, no era nueva en el resto de Europa y Estados Unidos, como él mismo reconoce, y por ello “no hace sino incorporarse a una directriz ya «clásica» en la evolución penitenciaria”. El Gabinete creado por Alarcón, tuvo su primera ubicación en Madrid, en el pabellón anexo donde se ubicaba el Reformatorio de Jóvenes dentro del Complejo Penitenciario
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