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El texto de Arthur Danto


Enviado por   •  15 de Abril de 2013  •  Reseña  •  1.950 Palabras (8 Páginas)  •  437 Visitas

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El texto de Arthur Danto, primero que todo debe ser enmarcado en el contexto de la discusión que se originó en el siglo XIX, de parte de filósofos, historiadores y sociólogos sobre la necesidad de dotar a la disciplina histórica de un carácter de ciencia, con todos los métodos y procedimientos que ello implica. Es en este intento, que Marx y Hegel por ejemplo, mediante sus construcciones, profesaron haber alcanzado el grado de dominio y conocimiento de los patrones que gobiernan el curso de la historia, bajo sus propias construcciones teóricas. No obstante, pronto se hizo patente que a diferencia de las ciencias naturales y el trabajo propiamente científico que ellas demandan, la labor del historiador está muy alejada de los parámetros sistematizados que éstas ocupan. En primer lugar, el objeto de estudio de la historia, lo constituyen los actos protagonizados por los seres humanos, que resultan presentarse como comportamientos variables y no sujetos a leyes fijas y cerradas al cambio, que condicionan de ante mano las conductas humanas, sin dejar espacio para el libre albedrío. Del mismo modo e íntimamente relacionado con lo anterior, es el hecho de que dicho componente humano imposibilita de inmediato, la elaboración de predicciones certeras sobre el curso de los hechos sociales. En sus obras, Ranke y Michelet, fueron algunos que se dieron cuenta del carácter subjetivo de la investigación histórica, principalmente porque quienes la realizan, son seres humanos que estudian los comportamientos en distintas épocas de otros.

Durante los dos primeros capítulos, Danto se dedica a fortalecer la idea de que la disciplina histórica se encierra dentro de la categoría de ciencia, sin embargo, y apoyándose en autores como Collingwood, nos podemos dar cuenta de que para alcanzar las respuestas a sus interrogantes y preocupaciones, se basa en una variación o método científico que posee algunas diferencias. Es así como el objetivo que se persigue, inicia de la realización de interrogantes que deben ser contestadas, mediante un trabajo de investigación objetivo y serio. Dicha indagación se inicia con el establecimiento de preguntas respectivas a éste, que serán explicadas o dilucidadas mediante los fundamentos racionales aportados por los documentos, testimonios, monumentos y fuentes variadas a las cuales puede acceder el historiador (el proceso de experimentación, propia del método científico utilizado por la física por ejemplo, es reemplazado por la indagación crítica y análisis efectuado por el historiador a las fuentes que ha recolectado), para finalmente, entregar sus conclusiones en la forma de una serie de sentencias narrativas que construirán una interpretación al hecho o periodo de su interés. En este proceso, el especialista debe tener claro en su mente, que los actos que esta estudiando, son el resultado de un propósito humano, por lo tanto, su misión debe guiarse en las máximas de organizar, recrear y re-pensar este pasado desaparecido y que le abre la posibilidad de practicarle una revisión o introducirle cambios retroactivos, ya que aunque se trate de un mismo acontecimiento, contado por dos historiadores distintos, siempre existen fuentes que no han sido adecuadamente tratadas o antecedentes que vienen a aportar nuevos conocimientos. Por mucho que un historiador se esmere, sus supuestos aunque apelen y busquen ser enunciados verdaderos, no lo lograrán en absoluto.

Fundamentalmente, el capítulo 3 de la obra esta orientado a justificar y llevar a cabo un reconocimiento del carácter irreductiblemente narrativo de la historia. En él, se desarrolla el tema de que la escritura histórica exige el uso de sentencias narrativas, lo que implicaría que la conciencia histórica propiamente tal, posee una estructura que supone la narratividad. Mediante un enfoque analítico, Danto invita a llevar a cabo un ejercicio mental para defender el rol e importancia del historiador frente a, por ejemplo, una Crónica Ideal (de ahora en adelante CI) elaborada por una especie de “dios del presente”, que tiene la capacidad de registrarlo todo, en el mismo momento en que ello acontece, sin dejar lagunas ni espacios vacíos. Para ello, esta deidad se remite únicamente a dejar registro de lo ocurrido en cada instante presente, de manera lo más completa posible. En este momento, nos encontramos con el primer elemento a tener en cuenta en defensa de la historia, los hechos reseñados y testimoniados por la CI, deberían ser presentados en un estilo puramente descriptivo, lo que significa ir perdiendo de vista lo que antes se atesoraba y prohibiéndole de inmediato, la elaboración de cualquier aseveración o juicio de su presente, tal como si lo puede hacer un historiador, gracias a la perspectiva temporal distante que guarda con los hechos de su interés. Esta preocupación de la CI por el “aquí y ahora” y una potencial y ficticia existencia, serían los argumentos lógicos para defender la propuesta de Ranke de que los historiadores debieran atenerse a contar los hechos tal y como sucedieron, implicando sea de paso, que la historia estaría terminada, finalizada y absoluta, sentenciando el fin del trabajo de los historiadores. Sin embargo, Danto profundiza aún más en esta idea. En su parecer, lo que Ranke quiso señalar, es que los historiadores si bien deben alejarse lo más que puedan de incorporar el aspecto subjetivo en su construcción teórica, están necesariamente obligados a practicar una discriminación, llevar a cabo un discernimiento, jerarquización y ordenamiento en cuanto a los antecedentes y datos con los cuales trabajan, debido principalmente, a que el historiador posee un conocimiento del futuro, tiene una visión de las consecuencias, de los efectos que un acto en particular ha tenido, por su lejanía temporal con el mismo y por ello, puede discernir entre que acontecimientos son dignos de ser considerados como históricos y cuales no lo son. La intención, claramente no es señalar que el historiador por tener este conocimiento, puede cambiar la historia, ni mucho menos, pero si la puede rectificar o interpretar, ya que el tiempo enriquece y fortalece la descripción y relaciones de un acontecimiento

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