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Ensayo “Las siete lámparas de la arquitectura”


Enviado por   •  5 de Junio de 2018  •  Ensayo  •  1.997 Palabras (8 Páginas)  •  393 Visitas

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Ensayo “Las siete lámparas de la arquitectura”

Rosalva Montserrat Villegas Becerril

Pensamiento crítico y estético de la ciudad

Arq. Ramón Aguilar Naranjo

Universidad Autónoma de Querétaro

John Ruskin (1819-1900) fue un escritor, crítico de arte y sociólogo británico. En1843 publico su primera obra, “Modern Painters, by a Graduate of Oxford”, que con sucesivos volúmenes se convirtió en un tratado acerca de los principios que debían constituir los fundamentos del arte. Estos principios se observan en la obra a estudiar “Las siete lámparas de la arquitectura (1849)” donde se analiza la importancia religiosa, moral, económica y política de la arquitectura; Dicha obra se encuentra dividida en 7 lámparas (capítulos): sacrificio, verdad, poder, belleza, vida, memoria y obediencia (en ese orden), -prácticamente son las características que debe de poseer una obra arquitectónica para nombrarla acertadamente como “una arquitectura”.

La lámpara del Sacrificio

Realmente me parece muy acertado el enfoque del autor, me atrevo a decir que en ésta lámpara se define al sacrificio como un regalo u ofrenda que se le hace a Dios. Es bien sabido que las personas (y me incluyo) no se dan el tiempo para detenerse –ya que se vive en una rutina- y pensar por qué tienen lo que tienen o cómo llegaron hasta dónde están y agradecer por ello; o si se hacen, se hacen meramente por cumplir. No se trata de sólo cumplir porque es un deber, cumplir significa implica también hacer ese sacrificio, dar una ofrenda  que realmente tenga un valor para ti –a lo que comúnmente llamamos “dar de algo de corazón”-
“Imperfecto obrar menos que como pudo obrarse”
(1), enfocándome a la arquitectura y a lo que Ruskin se refiere, no es una cuestión de cuánto se debe hacer, sino de lo que realmente debe hacerse, tampoco se trata de cuanto es lo que se hará , sino cómo se hará, de hacer las cosas bien sin enfocarse en cuánto costará, para tener un buen proyecto no se trata de gastar  todos los recursos (monetarios) para hacer la mejor arquitectura,  sino de saber cómo hacerlo y tratar de hacerlo de la  mejor forma posible:


Quizá  no  deseemos un ornamento de tanta calidad; escojamos,         pues, un estilo menos elaborado o, si lo prefiere, un material más basto; la ley que nos impulsa exige sólo que lo que pretendamos hacer y ofrendar sea lo mejor en su género; por lo tanto, elijamos la hacheta normanda en vez de la estatua y el friso  de  Flaxman, pero eso  sí, que  sea  la  mejor obra  de  hacheta;  […] y  si  no, utilice piedra , ladrillo, pero que  sea  de primera clase;  prefiera siempre lo bueno de un material inferior a lo malo de uno superior (2).  

La lámpara de la verdad

La verdad es uno de los elementos fundamentales en la vida. En la arquitectura se encuentran faltas en demasía en cuanto a la naturaleza del material o la cantidad de trabajo, lo cual es tan puntualmente merecedor de condena como cualquier otra falta moral, podría decirse que  es indigno de un arquitecto; ya que si no somos expertos hacedores de una arquitectura bonita o creativa, debemos al menos intentar crear una arquitectura honesta. Esto quiere decir que la arquitectura será noble exactamente en la medida que se eviten estos recursos falsos.

Dichas faltas pueden referirse  a la insinuación decidida e intencionada de un modo de apoyo que no es el verdadero, o dentro del “diseño” proponer elementos que tendrían que actuar de una forma algún sin tener ninguna función, llamándoles a estas, faltas estructurales.

 Las faltas de superficie surgen por el hecho de transmitir/vender una idea al cliente  y pintar superficies para representar un material que no es el que en realidad hay o  emplear de ornamentos de cualquier tipo, hecho a máquina o moldeados.  Cabe mencionar que el deleite de una obra (de ornamentación) alcanza una máxima belleza al considerar la sensación de esmero y trabajo humano invertidos en ella, cito a Ruskin “Su verdadero encanto depende de si en ella descubrimos el registro de pensamientos, propósitos, pruebas y desmayos y las alegrías del éxito […] en eso radica el valor de la obra” (3).

La lámpara del poder

Desde el punto de vista que adopta Ruskin ,la arquitectura se puede dividir en dos categorías;  una se caracteriza por la delicadeza con la que se aprecia una obra, a los que volvemos complacientes con  asombro, la otra;  impresión –ese no sé qué- que sentimos ante la presencia o actuación de un gran poder espiritual. De aquí la diferencia entre lo que hay de original y lo derivado en la obra humana; pues cuanto hay en la arquitectura de justo y hermoso es imitación de formas naturales; y lo que no lo es, ya que su grandeza  depende de la disposición y porte que recibe de la mente humana, se convierte en expresión del poder de esa mente y se vuelve sublime en proporción al poder expresado.

La lámpara del poder  ilumina la arquitectura promoviendo los aspectos que dan fuerza a los proyectos, tomando en cuenta que el interés de un edificio grande depende de la impresión que recibe del poder humano y la imagen lleva la creación natural.

La lámpara de la belleza

Entiendo por  belleza, la cualidad de algo/alguien capaz de provocar en quien lo contempla  un placer sensorial, intelectual o espiritual. Llegamos pues a un punto en el que surge una controversia entre lo que es bello y lo que no lo es, ya que desde mi opinión, la belleza es un concepto muy subjetivo y que en parte está relacionado con la forma de ver las cosas o las experiencias que ha tenido una persona, es por eso que, lo que para mi puede ser precioso o majestuoso, para otra persona puede ser grotesco y desagradable.  Ruskin hace hincapié en  que el ser humano (en éste caso el arquitecto)  no puede inventar nada bello a no ser que en lo inventado  se ejerza  una analogía a algo que la naturaleza le provea,  es decir que, la belleza de la arquitectura sólo puede alcanzarse si se asemeja a la naturaleza,  ya que la decoración idónea se buscaba en las formas naturales de la vida orgánica, y principalmente en las humanas,  así pues,  el hombre no puede crear algo tan bello como lo creo Dios, por lo que mientras las formas arquitectónicas más se parezcan a la naturaleza, más bella será la obra.

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