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Escribir La Historia Reciente


Enviado por   •  24 de Enero de 2013  •  3.937 Palabras (16 Páginas)  •  506 Visitas

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ESCRIBIR LA HISTORIA RECIENTE

José Agustín

En enero de 1988, la Dirección de Prensa del PRI me pidió que escribiera un ``retrato de México durante los años 1940-1970'', que sería parte de una serie de trabajos en que distintos autores abarcarían la historia de nuestro país, desde los albores de los pueblos indígenas hasta el año en curso. La paga no era mala, pero el trabajo tenía que ser breve (cuarenta páginas) y escribirse en un mes. Estas condiciones impedían una investigación profunda, pero más intuitiva que racionalmente decidí aceptarlas.

De esa forma entré en el campo de la historia reciente. Jamás había hecho algo semejante, pero en cierta forma, sin saberlo, ya me había ido preparando. Cuando fui profesor visitante en universidades de Estados Unidos, con frecuencia tuve que preparar cursos ligados con la historia mexicana, lo cual me hizo estudiarla, porque, como se sabe, la mejor manera de aprender una materia es enseñándola. Además, a lo largo de los años ochenta conduje, escribí y dirigí un programa de televisión, Letras vivas, que me obligó a sintetizar lo mejor posible diversos temas literarios. Para mí, una buena síntesis debía concentrar los aspectos esenciales, pero también debía contener matices y detalles imprescindibles, además de hacerse con una soltura que facilitara la lectura y que no viniera a ser una mera enumeración de datos.

Por supuesto, tuve en claro varias cuestiones medulares: primero, aunque la historia siempre me atrajo muchísimo, e incluso en algún momento pensé estudiarla, yo no era historiador, por lo que opté por llevar a cabo una ``crónica histórica'' y no intentar un trabajo formal de historiografía. Segundo, tenía conciencia de que trabajar con hechos recientes era patinar en hielo frágil. Los historiadores usualmente esperan que el filtro del tiempo dé una perspectiva que asiente los datos y les permita trabajar con más seguridad. En los hechos recientes, los protagonistas están vivos y cada quien ve las cosas desde su perspectiva e intereses, por lo que suele haber numerosas versiones que muchas veces se oponen entre sí y que hacen sumamente difícil una mínima objetividad; por esta razón, la historia de México mejor investigada se detiene en los principios de los años sesenta. Tercero, como es lugar común, la historia la hacen los vencedores; lo ocurrido suele acomodarse para favorecer el punto de vista de los grupos en el poder, por lo que cualquier versión distinta suele ser descalificada.

En mi caso, yo no tenía puestos oficiales, no pertenecía al partido ``casi único'' de Estado, tampoco militaba en ninguna organización política, no pertenecía a alguna institución o corporación, ni me cobijaba bajo ninguna ideología determinada. Esto me permitía trabajar con una libertad notable y podía darme alguna credibilidad, pero también me hacía peligrar, pues fácilmente podría entrar en colisión con los intereses de otros. Dada mi recién elegida condición de cronista y no de historiador, decidí escribir para un público amplio, no especialista, lo cual me llevó a prescindir de un esquema formal: notas y pies de página, cuadros, profusión de estadísticas y demás. Me era claro también que mi crónica histórica no podía ser una versión oficial de los acontecimientos recientes. Además, mi propia naturaleza narrativa me inducía a trabajar desde un punto de vista crítico, si no es que irreverente, ameno y divertido; es decir, en cierta forma, contracultural.

Por otra parte, desde un principio pensé en los libros de Salvador Novo sobre los periodos presidenciales de Lázaro Cárdenas, Manuel çvila Camacho y Miguel Alemán. En esos volúmenes, Novo recopiló sus columnas y diarios públicos del periodo 1934-1952, y por lo mismo no sóloÊabarcó los acontecimientos políticos y económicos sino que incluyó sus observaciones sobre la cultura en general: artes, ciencias, artesanías, espectáculos, maneras de ser, hablar, vestir y cocinar, por lo que los tituló La vida en México, pues se referían más a los modos de vida que a la historia tradicional en sí. Seguí también la práctica de Novo de dividir la vida nacional en sexenios, ya que éstosÊhan sido parte esencial del sistema, al grado de que Daniel Cosío Villegas consideró que en México se vivía una ``monarquía sexenal''.

Con estos criterios iniciales me lancé a escribir. En la fecha establecida entregué mis cuarenta cuartillas, tituladas Retrato de México 1940-1970, pero, para mi sorpresa, mis editores me arguyeron que en mi trabajo trataba muy mal al gobierno y al PRI, por lo que me pidieron permiso para hacerle modificaciones. Todo esto me sorprendió notablemente, porque yo me había esmerado por no ser muy provocativo, pero lo que había escrito así había ocurrido y yo no podía maquillarlo, así es que me negué a cualquier ``modificación'', e incluso advertí que venía de tener problemas con la censura en la televisión, así es que denunciaría públicamente cualquier intento de manipular mi texto. Casi con seguridad, esto no serviría de gran cosa, pero al menos no me habría sometido a ninguna forma de censura.

A fin de cuentas, por otras razones, el PRI renunció a su proyecto historiográfico y a mí me pagaron, pero me quedé vestido y alborotado con un texto que me gustaba mucho. Sin embargo, en esos días Homero Gayosso, el entonces director de la Editorial Planeta, me visitó en mi casa de Cuautla y le platiqué lo que me había ocurrido con el PRI. Gayosso me pidió que le mostrara el material y, después de hojearlo, me dijo que a Planeta le interesaba publicarlo, sólo que ya no en cuarenta páginas sino en un libro más amplio; también me pidió que no lo concluyera en 1970, sino que lo llevara hasta el año en curso, 1988. Accedí encantado. Le pedí un adelanto sustancioso, para dedicarme exclusivamente al proyecto, y que me consiguieran una larga lista de libros, ya que al escribir el Retrato de México no tuve tiempo para llevar a cabo una investigación, por lo que tuve que trabajar con muy pocos textos de apoyo.

Decidí que el nuevo libro se llamara Tragicomedia mexicana (La vida en México de 1940 a 1988) y dividí la investigación en tres partes: bibliográfica, hemerográfica y de campo. Primero leí y releí una impresionante cantidad de libros, entre los que destacaban La historia de la Revolución Mexicana de Luis Medina y Olga Pellicer de Brody, La historia general de México de Lorenzo Meyer y Carlos Monsiváis, por supuesto los tres tomos de La vida en México de Salvador Novo, México hoy y México en crisis, compiladas por Pablo González Casanova, y de Daniel Cosío Villegas la trilogía El sistema político mexicano, El estilo personal de gobernar y La sucesión, además de libros de José Revueltas,

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