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Escuelas y Artistas renacentistas[


Enviado por   •  11 de Febrero de 2017  •  Documentos de Investigación  •  1.953 Palabras (8 Páginas)  •  590 Visitas

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Escuelas y Artistas renacentistas[pic 1]

Escuela de Umbría.

Es la denominación que recibe la escuela pictórica formada en el renacimiento en la región italiana de Umbría. Esta escuela es problemática, seguramente porque no es una escuela de iniciación o de plenitud, sino de transición. Ni siquiera están de acuerdo los historiadores del arte en sus límites, ni aun geográficos estrictos; basta pensar que sus maestros son viajeros y reparten su producción, y aun la centran, en otros lugares. Ese momento de transición a que nos referimos acusa, y ésta es la personalidad de la Escuela de Umbría, un menor rigor del dibujo y la línea, y una preferencia cada vez más creciente por la luz y la atmósfera, traduciéndolas en la belleza y delicadeza del color, considerado en primer plano. Frente a la intelectualización y rebuscada de lo antiguo, de lo florentino, lo umbro sigue el camino tradicional de lo religioso cristiano, llegando incluso a lo piadoso y devocional; a severidad se opone ternura, a monumentalidad, gracia y, con frecuencia, un arte más superficial que el florentino, más limitado y, a veces, tocando con lo decorativo. Pero constituye el paso decidido, el camino a la pintura romana del pleno Renacimiento y el arranque de Rafael. Se considera frecuentemente a Piero della Francesca como fundador de esta Escuela. Podría serlo en el sentido del color y la luz, pero a este excepcional y personalísimo maestro no podemos verle completamente lejos de la nobleza, severidad y monumentalidad florentinas; en todo caso, su producción queda al margen de todo lo posterior umbro. Los que son reputados como sus dos mejores discípulos se orientan de modo diferente al maestro. Uno de ellos es Melozzo da Forli (1438-94), así llamado por el lugar de nacimiento (Marco degli Ambrosio, en realidad); se pone en relación con Giovanni Santi, el padre de Rafael, que le introduce en la Corte papal, para la que trabaja abundantemente, decorando con grandes murales iglesias romanas y la de Loreto, siendo el precedente de Correggio en la representación de figuras planeando en el espacio; entre ellas, los bellísimos ángeles músicos, parte de un gran fresco desmontado, ahora en S. Pedro. El otro discípulo de Piero es Luca Signorelli, fuerte y dramático, incluso violento, gran dibujante y ajeno en general a las blanduras umbras; sus frescos en la catedral de Orvieto cuentan entre las obras fundamentales del quatrocento. En definitiva, es un heredero del arte florentina. El arte umbro, especialmente el peruginesco, aparece después, sobre todo en el paisaje y su modo de interpretarlo, como estilización de vegetales y espacio. Esto ocurre principalmente en Roma, también en Florencia e incluso en la Venecia anterior a lo tizianesco. Los límites y las clasificaciones se hacen difíciles frecuentemente al tratar de separar las escuelas italianas de los s. XV y XVI.

La escuela de Padua.[pic 2]

[pic 3]Fue un círculo pictórico italiano, que surge en Padua en el S. XVI. La importante tradición gótica conservada hasta mediados del S. XV influye profundamente en el Renacimiento del Norte de Italia, que comienza a manifestarse a través de la actividad de grandes artistas toscanos en Padua, convertida desde entonces en un centro artístico de la mayor importancia. Hacia 1434-37 trabaja allí Filippo Lippi; desde 1443 hasta 1452, Donatello; y también por aquellos años Paolo Ucello; mientras Piero della Francesca lo hacía en la vecina Ferrara en 1449-50. Los diversos elementos renacentistas aportados por ellos operan en Francesco Squarcione (1394/971468), desigual como pintor y carente de personalidad propia -compárese su políptico de Lazara (Museo Cívico, Padua) tan decadente en su goticismo con la donatelliana Madonna del Stadtliches Museum de Berlín-, pero apasionado negociante y coleccionista de cuadros y antigüedades que estimularon decisivamente a sus magníficos discípulos: Cosme Tura, que extiende a Ferrara los elementos renacentistas; Carlo Crivelli, que en 1468 va a las Marcas; y sobre todo Mantegna, que imprime un tono heroico a su figuración realizada plásticamente con trazo incisivo y firme claroscuro, a la vez que muestra un alto ideal de fe en sus cuadros religiosos. La influencia de Mantegna en Venecia, Lombardía y Emilia, durante la segunda mitad del S. XV, es comparable a la que ejerció Masaccio en Italia central.

[pic 4]Escuela veneciana.

[pic 5]Esta escuela se desarrolló con relativa independencia respecto a las tendencias dominantes en otros lugares. Las características de Venecia, cosmopolita, acaudalada y volcada al intercambio fue un factor determinante. Sus particularidades urbanas y su belleza arquitectónica fueron asimismo parámetros centrales de los intereses estéticos de la escuela, que pintaron y evocaron sus espacios en varias de sus obras. Fue asimismo determinante la relativa tranquilidad de la ciudad, pues la Serenísima República no padeció confrontaciones como las luchas internas de Florencia, y gozó de una sólida independencia hasta los tiempos napoleónicos. En un principio, el aislamiento marcó cierto retraso en el desarrollo de una escuela original y de vanguardia. El arte bizantino caracterizó en efecto los trabajos de los primeros exponentes de la escuela veneciana, como Paolo Veneziano, Lorenzo Veneziano o Semitecolo.

En 1420 el palacio ducal fue intervenido por Gentile da Fabriano, quien influenció con su estilo colorido al primer gran miembro de la escuela, Jacobello del Fiore, autor del León de la Señoría, La justicia entre San Miguel y San Gabriel, en la Galería de la Academia; de la Epifanía (Museo de Estocolmo) y del Retablo de Santa Lucía, en el Museo de Fermo. Aunque es un pintor de esencias góticas, narrativas y pintorescas, en la obra de Jacobello ya se encuentra un colorido que acompañará a la escuela. La familia Vivarini también favoreció el desarrollo de las características de la escuela, como se puede apreciar en las obras de Antonio, Bartolomeo y Alvise. Antonio da Negroponte y Andrea da Murano, preceden a Carlo Crivelli, pintor de corte preciosista, enjoyado, opulento de color, amante del lujo ornamental, de las bellas telas y de las ricas arquitecturas, de cuya obra son óptimos ejemplos la Anunciación (National Gallery de Londres) y la Madonna de la Candeletta (Milán, Pinacoteca Brera). 

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