Extremos De Un Segmento Conciliatorio: Anarquismo Y Espiritismo En La Cultura Obrera De Principios De Siglo XX
Enviado por • 26 de Enero de 2014 • 7.370 Palabras (30 Páginas) • 574 Visitas
Extremos de un segmento conciliatorio: Anarquismo y espiritismo en la cultura obrera de principios de siglo XX
Introducción
En el inicio del siglo XX en Puerto Rico las expresiones políticas marginales -entiéndase anarquismo, librepensamiento, masonería, espiritismo, socialismo utópico entre otras-, parecen desembocar en las luchas iniciadas en el siglo anterior bajo un manto común, la idea de la fraternidad universal. En un artículo titulado: La invención anarquista, Christian Ferrer, afirma que en la modernidad, el anarquismo se difundió al modo de las antiguas herejías, como una urgencia espiritual que impulsó a los ideales emancipadores a correrse más allá de los límites simbólicos y materiales permitidos por las instituciones a las que se había otorgado el monopolio de la regulación de la verdad. A juicio de Ferrer, lo anterior se debió probablemente a que los anarquistas fueron los albaceas más fieles del ideal jacobino tanto como correas de transmisión del antiguo impulso milenarista, que pudieron transformar el lema "libertad, igualdad y fraternidad" en el trípode de una mística desmesurada.
A tono con los ideales de la fraternidad universal -ampliamente difundidos durante todo el siglo XIX- apunta Ferrer que tres doctrinas: liberalismo, marxismo y anarquismo se constituyeron en los vértices del tenso triángulo de la filosofía política emancipadora. A juicio de este autor, los matices particulares tanto de Stuart Mill, como Marx y Bakunin estaban atravesados por la pasión y por la excelencia del siglo XIX.
Para José Álvarez Junco, los instrumentos políticos concretos a que el anarquismo -en especial el español- apela para aunar en la práctica la solución comunitaria y el máximo respeto a la libertad individual son precisamente, dos artificios liberales: el federalismo y la teoría despreciada por Juan Jacobo Rousseau de los derechos naturales del ser humano.
Con relación a la teoría de los derechos naturales el autor destaca que, al hablar de derechos naturales se alude a unas prerrogativas inherentes a la naturaleza humana y anterior a la existencia de la sociedad y los anarquistas acentúan el aspecto de la intangibilidad de tales derechos por cualquier ley o disposición social. Valiéndose de la filosofía política el autor presenta a los anarquistas españoles como herederos de la corriente iusnaturalista racional secularizado de los siglos XVII y XVIII, cuya base era el ser humano como organismo material, y cuyo objetivo no es tanto edificar un conjunto de normas éticas reguladoras de la actividad social -Derecho Natural- derivadas de la común participación universal, sino un conjunto de facultades individuales -derechos naturales- que pueden esgrimirse frente a la compulsión política-social.
No debe pasarse por alto que el liberalismo económico acompañó al liberalismo político retando los controles del sistema mercantil, de ahí que ambas tendencias liberales se confabularon sobre la premisa de que el hombre de su tiempo es un ser racional, altamente individual y que por tanto los factores de producción son libres, lo que a su vez garantiza la producción de individuos racionales, que laboran por su propio bienestar y para el bien común de la sociedad. Con lo anterior en mente los principales exponentes del liberalismo justifican la idea de que la función del Estado sea la de proteger al individuo, y a la propiedad privada.
Ese conjunto de facultades individuales con la que Álvarez Junco designa a los derechos naturales, esgrimidos por los filósofos de la Ilustración, parece ser la fuente de donde brota la concepción de orden que los protagonistas del siglo XIX utilizan para impulsar sus respectivos proyectos políticos -entiéndase: liberalismo, marxismo y anarquismo- y que como señaló Ferrer arriba se constituyeron en los vértices del tenso triángulo de la filosofía política emancipadora.
Ahora bien a juicio de Santiago Castro Gómez -profesor de Filosofía de Social de la Universidad Javeriana- es a partir de Juan Jacobo Rousseau, y en pleno siglo de las luces, que la filosofía empieza a levantar la sospecha de que los procesos socio-culturales de la modernidad y el desarrollo del capitalismo no conducen a un reino de felicidad y solidaridad entre los hombres, sino que conllevan la esclavización paulatina y tal vez irreversible del ser humano, así como la destrucción de la naturaleza. Sostiene Castro Gómez que diversos tipos de crítica a la modernidad han sido esbozados por las principales figuras de la filosofía social hasta mediados del siglo XX: Rousseau, Schiller, Hegel, Marx Nietzsche, Weber, Freud, Horkeimer y Adorno.
Lo anterior ameritaría una discusión más amplia pero debido a la naturaleza del trabajo no puedo desarrollar en este momento, sin embargo es precisamente en este descontento social que podrían ubicarse a los espiritistas y anarquistas.
En este ensayo pretendo abordar las posibles tangencias ideológicas entre el anarquismo y el espiritismo y su impacto en la comunidad obrera puertorriqueña de principios de siglo XX. La consulta a pensadores anarquistas y espiritistas de primer orden, es menester a la hora establecer posibles vínculos con el contenido ideológico de la prensa obrera. Con esto en mente habré de examinar el discurso de la prensa obrera de la época, con la intención de identificar, trazar y problematizar las ideas anarquistas y espiritistas, así como los protagonistas puertorriqueños que en alguna medida se vieron identificados con lo anterior.
Proyecciones materiales y espirituales de la vida en sociedad
Luisa Capetillo -una de las primeras líderes obreras de la Isla- sugiere en un artículo que lleva por título: "Anarquismo y espiritismo," unas claves que muy bien podrían sugerir más afinidad que diferencias. Capetillo destaca con la intención de armonizar ambos pensamientos lo siguiente: 1. que muchos ignorantes dirán cómo pretendo unir los anarquistas y espiritistas, 2. ¿Qué acaso los anarquistas no tienen alma o la tendrán constituidas en otra manera?
La autora señala en tono de crítica: que muchos espiritistas desearían ser como los anarquistas, que son más justos, equitativos, humanos amigos leales y seguros compañeros a pesar de la distancia. La líder feminista sugiere que para realizar un estudio de ese tipo es imprescindible revisar las siguientes obras: La filosofía anarquista, La conquista del pan, Dios y el Estado y La psicología del Socialismo anarquista.
En sintonía con la intención de Luisa Capetillo de acoplar los anarquistas y espiritistas so pretexto de que los primeros tienen alma y que son más justos y equitativos que los segundos, Allan Kardec en su obra, El libro de los espíritus, presenta un tema dedicado al egoísmo
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