FERNANDO POLITICA
Enviado por mahernandezu • 27 de Abril de 2015 • 337 Palabras (2 Páginas) • 123 Visitas
Los partidarios de la anarquía pueden admitir la mayoría de estas demandas y su perentoriedad,
pero no sin buenas razones arguyen que establecer una jefatura estatal y única suele crear más
problemas de los que resuelve, aún peor: los jefes dan soluciones a los problemas planteados que
resultan después más problemáticas que los males que intentaban resolver. Para acabar con la
violencia promueven ejércitos y policías que cometen violencia en gran escala; pretendiendo ayudar
a los débiles debilitan a todo el mundo con su prepotencia ordenancista; en nombre de la unidad de
lo colectivo acogotan la espontaneidad libre y creadora de los individuos; inventan al Todo (patria,
nación, civilización...) una personalidad sacrosanta hecha de odio a los extraños, los diferentes, los
disidentes; convierten la educación en un instrumento de sumisión a los dogmas, a los poderosos y a
los prejuicios que les favorecen; etc., etc.. En resumen, inventan una casta privilegiada —los
especialistas en mandar— y la instituyen por la fuerza como «salvadora permanente» de los demás,
que por lo visto son sólo «especialistas en obedecer»...
Repasando la historia, tanto la más antigua como la más contemporánea, te confieso que llego a
la conclusión de que estas objeciones contrarias a los jefes y al Estado tienen bastante fundamento.
Pero también me resulta evidente que esperar el milagro de que millones de seres humanos logren
vivir juntos de manera automáticamente armoniosa y pacífica, sin ningún tipo de dirección colectiva
ni cierta coacción que limite la libertad de los más destructivos o de los más imbéciles (que suelen
ser los mismos), no es cosa que parezca compatible con lo que los humanos hemos sido, somos... ni
siquiera con lo que verosímilmente podemos llegar a ser. De modo que considero indispensables
algunas órdenes... aunque no cualquier tipo de órdenes; ciertos jefes... aunque no cualquier tipo de
jefes; algún gobierno... pero no cualquier gobierno. Volvemos así, qué quieres que yo le haga, al
planteamiento inicial del asunto, de ese asunto del que la política se ocupa: ¿a quién debemos
obedecer? ¿En qué debemos obedecer? ¿Hasta cuándo y por qué tenemos que seguir obedeciendo?
Y, desde luego, ¿cuándo, por qué y cómo habrá que rebelarse?
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