Fabula LA BODA DE LA HIJA DEL NAGUAL

LA BODA DE LA HIJA DEL NAGUAL Alfredo Barba Voy a contar una historia que le ocurrió a mi bisabuelo. Sucede que a él todavía le tocó vivir el tiempo aquel cuando había haciendas y hacendados. Él no era de Tlaxcala, sino que llegó aquí a pedir trabajo, se quedó y tiempo después se casó. La historia es así: Cerca de mi pue. Hace mucho tiempo en ese lugar estaba una hacienda de la que ahora sólo quedan las ruinas. Una vez, mi bisabuelo se quedó a cuidar los arados, los animales y algunas cosas que se utilizaban para cultivar el campo. Como el lugar donde estaba se encontraba lejos y no le podían llevar de almorzar, pues tenía su itacate. Entonces estaba comiendo como a eso de la medianoche (porque terminó la labor ya muy tarde) cuando ve que pasaban corriendo varios puercos por el camino y ve cómo, por encima de ellos, va volando un animal parecido a un guajolote. Entonces mi bisabuelo tomó su machete, trazó una cruz en la tierra y lo clavó. Inmediatamente cayeron los marranos como desmayados, y el guajolote que iba volando por encima de ellos se escondió detrás de unos arbustos. Mi bisabuelo lo vio que se escondía y le dijo: Oye, tú, no te escondas, que ya te vi. ¿Quién eres? ¿Por qué llevas los marranos? ¿De dónde vienes y adónde vas? Entonces el guajolote respondió que era un nagual. También dijo que provenía de un pueblo cercano llamado Techachalco. Aunque mi bisabuelo bien sabía qué es un nagual le preguntó: Es una persona que se convierte en animal, en el que quiera. Yo me convierto en guajolote. Así que aquel animal no era realmente un guajolote sino una persona. Y ya platicando, mi bisabuelo fue averiguando más cosas. El motivo de que llevara los marranos era que su hija se iba a casar al otro día y se necesitaban los puercos para hacer la comida. Entonces el nagual le pidió a mi bisabuelo que desclavara el machete para que él pudiera llegar a su casa, porque si la luz del Sol lo llegaba a alcanzar y él todavía no estaba en su casa, se quedaría convertido en animal para siempre. Mi bisabuelo estuvo de acuerdo, pero le preguntó si lo invitab

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