Francisco, El Hombre, Leyenda

La leyenda de Francisco "el hombre"

Se dice que un juglar llamado Francisco, era un artista humilde que una noche volvía de una parranda que duro varios días, en el camino a su pueblo para distraerse en la soledad del lugar saco su acordeón para tocar melodías en el mientras montaba su burro.

De repente en la oscuridad le pareció escuchar algo, mientras hacia una tocada en el acordeón, alguien en la oscuridad copiaba la melodía, no solo eso, intentaba superarlo; el otro acordeonero lo desafió en cada melodía que hacia Francisco.

Francisco mientras tocaba un repertorio tras otro por casi dos horas intercambiaba hermosas melodías que eran copiadas muy hábilmente, al final se acercó hacia donde parecía provenir el sonido retador y aparentemente superior a él; al principio no diviso nada pero en la oscuridad le pareció ver la silueta del retador, que tocaba un instrumento como el suyo pero cual fuera su sorpresa que cuando su vista se hubo graduado a la oscuridad del lugar, su sorpresa se convirtió en horror cuando era el mismo Satanás su contrincante.

Francisco en lugar de aterrarse por el hecho que estaba con el mismísimo mal hecho criatura quien lo escogió como reto para este duelo de habilidad y comprendiendo que nunca tendría un reto de esta magnitud se dice que miro al cielo, se sentó sobre las raíces de un árbol y entono una melodía jamás antes escuchada. El despliegue de la habilidad era tal que parecía que con cada sonido la luna y las estrellas se apagaban, todo quedo en pausa y en esa tranquilidad, lo único vivo era la melodía de Francisco, los ojos de Satanás brillaban en la oscuridad y tuvo miedo del despliegue que estaba escuchando pues al parecer mientras Francisco tocaba el acordeón recitaba para sí el credo al revés con tal arte que todo el sonido fue uno y el demonio comprendió que no podría ganarle a este prodigio de hombre.

El demonio vencido exhalo un alarido y cargando su acordeón se arrastró al bosque rumbo a las montañas donde se perdió para siempre, dejando a Francisco como ganador indiscutible.

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