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Fundamentación y marco de análisis


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2011  •  Tutorial  •  9.807 Palabras (40 Páginas)  •  598 Visitas

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2. Fundamentación y marco de análisis

3. Antecedentes y conceptos clave

4. Panorama etnohistórico: el Pueblo Indígena Yuracaré

5. Panorama general: la situación actual del Pueblo Indígena Yuracaré

6. Conclusiones

7. Bibliografía

Yo le voy a contar como vivía antes el Pueblo Yuracaré, mis antepasados. La historia dice que nosotros estábamos en 4 departamentos, La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos, bastante humildes, porque, dicen que vivíamos como nómadas, de un lado a otro porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez.

Cuando empieza la colonización, (...) el pueblo fue replegándose, hasta lo que hoy es el Trópico de Cochabamba y cuando llegaron acá, -no le diría el año- los curas jesuitas, tenían una costumbre de agrupar a la gente, aquí en Villa Tunari, estaban mis abuelos y los antepasados de mis abuelos y ellos aprendieron varias cosas de ellos, no. Eran interesantes, pero como no era la costumbre de los Yuras vivir así todos en un lugar, el trabajo, el ambiente les afecto, y cuando ellos vieron que como siempre los Yuras se habían acostumbrado a vivir por aquí y por allá y como vieron que el trabajo era pesado, se vinieron replegando, unos al río Ichilo, otros nuevamente al Sécure, al Beni, y algunos quedaron por este lado. Los pocos que han quedado han podido resistir el avasallamiento de los colonos, del altiplano de las tierras altas.

Actualmente nosotros vivimos en el río Chapare, y ahí estamos ahora. Entonces como eso ha pasado, yo no entiendo por qué la gente Yuracaré no es conocida a nivel nacional, yo he leído de los investigadores que hay mucho de historia, pero pareciera que el Pueblo Yuracaré, que está en un lugar escondido, ¿yo no se por qué será? (Teobaldo Noé) 1.

I. Introducción

Bolivia, encuentra al siglo XXI con una población indígena de más del 50 por ciento. Sin embargo, la marginalidad, exclusión e inequidad, son el común denominador para este grueso de sus habitantes; no queda exento de ésta realidad uno de los Pueblos Indígenas representativos del Trópico de Cochabamba: el Pueblo Yuracaré. Sus casi cuatro mil habitantes, sueñan, piensan y construyen su visión pensando en su idioma y en aquel que hoy por hoy nos sirve para comunicarnos entre los bolivianos, el español.

Como los otros 34 Pueblos Indígenas y Originarios, que habitan el territorio, los Yuracaré comparten formas de vida y cosmovisiones diferenciadas, habiéndose organizado, en los últimos años, para ser actores en la movilización, participación y representación política del país, y sobre todo para evitar algo que todavía persiste en ellos y en el resto de nosotros, "la negación del otro".

Habitan entre los bosques vírgenes o deforestados del Chapare, quién sabe desde cuando, porque incluso su memoria histórica ha sido arrancada en la colonia y la república, y son los estudios de exploradores, historiadores, antropólogos y otros, los que dan pautas que la cultura Yuracaré tiene, desde luego, un ayer, un presente y un futuro que lo construyen tratando de tomar de la coyuntura su derecho a la diferencia.

1. Se considerarán Pueblos Indígenas a aquellos conglomerados que descienden de las culturas que habitaban América Latina antes de la conquista europea, en el Siglo XV, se caracterizan por poseer una cultura propia, diversas lenguas vivas, y cosmovisiones particulares. Sin embargo, luego de cinco siglos de presencia de una visión occidental, éstos, se han acondicionado a las relaciones sociales diferenciadas, habiendo casi perdido en muchos casos su lengua originaria o se encuentran amenazadas de desaparición.

Asimismo, las diversas prácticas socioculturales propias de la sociedad capitalista y constitución de repúblicas independientes, los han mantenido en su condición de grupos marginados, producto de una categorización heredada del pasado que menoscaba a los "indios", como sinónimo de una mentalidad colonial. Este aspecto es, además, inherente a las características biológicas, como un reflejo del denominado "darwinismo social" que fuera adaptado, -como principio teórico- a las categorías sociales, y superado en muchas sociedades luego del Siglo XIX, y perenne –todavía- en otras, sobretodo de Latinoamérica.

Esta marginalidad se tornará, palpable, cuando se hacen revisiones sucintas de los datos del Índice de Desarrollo Humano, de éstos conglomerados, comprobándose que la equidad no existe en relación a otros grupos sociales, la desigualdad económica, política, cultural, comunicacional es un común denominador, y más aún cuando se considera a países, como Bolivia, donde su porcentaje de indígenas supera el 50% de su población nacional, y a conservado en su territorio a 35 Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s).

La discriminación y exclusión, propias de esa mentalidad colonialista heredada ha sido justificada por una clase y cultura dominante, fundamentalmente por el origen étnico- racial, habiéndose incluido implícitamente en la escuela formal, "los caray son más inteligentes, porque son más estudiados que nosotros..."2. Esta orientación se manifiesta de igual manera en el acceso a los servicios básicos, generando y alargando la inequidad.

Particularmente Bolivia, en los últimos años ha pretendido romper esta distancia entre quienes detentan el poder político y un pequeño grupo privilegiado, habiendo reconocido como política de Estado "(...) su calidad de país pluricultural y multiétnico, modificando su Constitución Política del Estado en 1994, en la que se incluyen, justamente, ambas categorías en su primer artículo, dejando entrever la predisposición de realizar cambios estructurales al respecto" (Cardoso 2002:11). Según el Viceministerio de Asuntos Indígenas y Pueblos Originarios, el país "... se encuentra ante el reto de generar un desarrollo social, económico, cultural y sostenible de los Pueblos Indígenas y Originarios (PIO’s) que habitan y conviven en su territorio (...), pertenecientes a 35 diferentes representaciones, residentes en sus 9 departamentos" (VAIPO 2000: 45).

Esta predisposición se halla manifiesta, con la aprobación de muchos artículos en diversas leyes, decretos supremos y/o ministeriales que consideran sustancialmente a las poblaciones indígenas nacionales. La Ley de Participación Popular, por ejemplo, reconoce la personalidad jurídica de las organizaciones naturales3, pudiendo ejercer el control social de 314 Gobiernos municipales que integran el territorio nacional.

Por otra parte, la Ley del Medio Ambiente -aprobada en 1992-, "(...) creará los mecanismos y procedimientos necesarios para garantizar la

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