Geopolitica Sud America
Enviado por davidantuan • 12 de Julio de 2013 • 12.552 Palabras (51 Páginas) • 392 Visitas
Ensayos de Interpretación de la Revolución Cubana.
Autor(es): Sobrino, Francisco T.
Sobrino, Francisco T..
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Introducción
“Los imperialistas no nos pueden perdonar que hayamos hecho una revolución, una revolución socialista, aquí, bajo las mismas narices de los Estados Unidos”.
De esta manera, el 16 de abril de 1961 el pueblo cubano y el mundo entero, recibió del primer ministro Fidel Castro la definición del carácter socialista de la Revolución, explicitada durante el funeral masivo de las víctimas de los bombardeos de los días anteriores, prólogo sangriento de la invasión de la Bahía de Cochinos.
Esta dramática definición fue la culminación del proceso desatado en Cuba desde la huida de Fulgencio Batista el 1º de enero de 1959 y la entrada triunfal en La Habana de Fidel y su columna de guerrilleros 7 días después, proceso jalonado de acontecimientos políticos, económicos y sociales que culminaría en “la definición socialista”.
Al principio el gobierno revolucionario gozaba del apoyo del conjunto de la burguesía cubana, la Iglesia católica, amplios círculos influyentes de Estados Unidos y los gobiernos latinoamericanos (algunos de los cuales habían ayudado a pertrechar a la guerrilla de Sierra Maestra). Pero las medidas sociales y económicas que comenzó a tomar fueron enfriando este apoyo, a la vez que crecía su prestigio entre los campesinos, los trabajadores, y las masas hasta entonces postergadas.
En marzo de 1959 el gobierno redujo los alquileres urbanos hasta un 50 %. Esta medida, obviamente muy popular, afectaba solamente a un sector, aunque significativo, de la burguesía cubana, pues el capital norteamericano no intervenía mayormente en el rubro de construcción de viviendas. Luego de esta medida, Castro siguió alentando a los capitalistas a que invirtieran, afirmando que los productos de la industria cubana contribuirían al crecimiento de la nación, en contraste con “los parásitos que invertían en el mercado de viviendas”.[1]
En mayo de 1959 Fidel definía a la revolución como “ni capitalista ni comunista”, pues si se debía optar entre “el capitalismo que hambrea al pueblo, y el comunismo que resuelve el problema económico pero suprime las libertades (...) nuestra revolución no es roja, sino verde oliva, el color del ejército rebelde que surgió del corazón de Sierra Maestra”. Sin embargo, el virtual “frente unido” de principios de 1959 se fue resquebrajando progresivamente. La orientación nacionalista del nuevo gobierno inevitablemente chocó con la resistencia de los intereses norteamericanos, y la reacción de la burguesía cubana, dependiente del comercio y las inversiones de EE.UU., fue concordante con la de sus amos. En oposición a las medidas revolucionarias renunció el primer ministro Miró Cardona, reemplazado por Fidel, y luego le siguió el presidente Urrutia. Al mismo tiempo, el Movimiento 26 de Julio sufría las primeras deserciones por parte de sectores disconformes con el rumbo radical de la revolución. Ese mismo mes de mayo es promulgada la primera Ley de Reforma Agraria. por la cual casi todas las propiedades de más de treinta caballerías (unas 402 hectáreas) fueron confiscadas. Entre los propietarios afectados estaban las compañías azucareras de propiedad norteamericana. Parte de las tierras fue entregada a arrendatarios, aparceros y campesinos sin tierra, pasando éstos a constituir entonces el grueso del sector privado agrícola, formado por unas 166.000 granjas cuyo tamaño variaba en una escala que iba desde “menos de 67 hectáreas” hasta “más de 402 hectáreas”, y ocupaban 4.451 millones de hectáreas. El resto de las tierras, sobre todo las provenientes de los grandes terratenientes, pasaron a propiedad del Estado, organizadas en “granjas del pueblo” o a “cooperativas” que en los hechos poco se diferenciaban de las granjas estatales. En conjunto, las tierras administradas por el Estado representaban el 44 % de la superficie cultivada. La reforma agraria era una antigua reivindicación muy sentida en Cuba, que incluso había sido incluida en la Constitución de 1940, aunque con cláusulas que la hacían impracticable, y por supuesto figuraba en el programa del manifiesto La historia me absolverá, escrito por Fidel en 1953. Ya en los dos primeros meses del gobierno revolucionario hubo algunas tomas espontáneas de tierras. Estas pocas tomas fueron condenadas oficialmente: “Nos oponemos a la distribución anárquica de tierras. Hemos propuesto una ley que estipula que quienes se involucren en las distribuciones de tierra sin esperar a la nueva ley agraria, perderán el derecho a beneficiarse de la nueva reforma. Quienes se han apropiado de tierras desde el 1º de enero hasta la fecha no tienen derecho a las mismas. Cualquier provocación de distribuir tierras despreciando a los revolucionarios y a la ley agraria es criminal”.[2]
La American Foreign Power Company también fue obligada a reducir la tarifa eléctrica.
Comenzaron los vuelos de hostigamiento a la isla, provenientes de Florida, y acciones de sabotaje, mientras el gobierno norteamericano presionaba a los europeos para que no vendieran armas a Cuba. En enero de 1960, Cuba expropió nuevos latifundios azucareros, así como de pasturas y bosques pertenecientes a la United Fruit Company, y rechazó las protestas oficiales de EE.UU. En febrero se firmó por primera vez entre Cuba y la URSS un tratado comercial canjeando azúcar por petróleo, cereales y maquinarias. En abril, Fidel visitaba a EE.UU. intentando llegar a un acuerdo con el gobierno norteamericano, pero fracasaría. En junio el gobierno cubano nacionalizaba las refinerías de Shell, Esso y Texaco por negarse a refinar el petróleo soviético. En julio, el presidente Eisenhower canceló la cuota de azúcar que se le compraría a Cuba ese año, como primera “sanción económica” a la que seguirían otras.
En setiembre la “Primera Declaración de La Habana” respondía a la “Declaración de San José” de la OEA, que condenaba “el intento de los poderes chino-soviéticos de aprovechar la situación política, económica o social de cualquier estado americano”. Ese mismo mes, fueron nacionalizados el Bank of Boston, el City Bank, el Chase Manhattan, y el resto de la banca.
En esos días, Cuba ya se había transformado en una estrella en ascenso en el movimiento de los “países no alineados”. Durante una corta gira de Fidel Castro a Nueva York para la apertura de la Asamblea de las Naciones Unidas,
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