Grecia En La Antiguedad

GRECIA EN LOS SIGLOS V Y IV

Las guerras greco-persas en la historia de la Grecia arcaica un importante estimulo para su grandeza. La causa de estas guerras consistió en que Persia había ganado ciudades helenas en la costa de Asia Menor.

En el 500, una de las ciudades griegas más importantes del Asia Menor, se alzó contra el poder Persa. Los sublevados que se veían con pocas fuerzas ante el enorme imperio Persa, resolvieron pedir ayuda a los griegos europeos.

El persa Darío, una vez que se dio la sublevación, la utilizó como pretexto para emprender la guerra contra la Grecia continental. Darío envió a las ciudades-Estado embajadores que, en nombre del «gran rey, rey de reyes», exigieron de los griegos «tierra y agua», es decir, la proclamación de pleno sometimiento. En su mayoría, aceptaron las exigencias persas. Solo en dos Estados griegos fueron acogidos de otro modo los embajadores: en Atenas les dieron muerte y en Esparta los arrojaron a un profundo pozo diciéndoles que allí tendría tierra y agua suficientes.

La batalla decisiva entre griegos y persas tuvo lugar cerca de Mara¬tón, sobre la orilla oriental de Ática. Los atenienses no pudieron presentar más que diez mil guerreros. A todos ellos les alen¬taba la idea de estar defendiendo la patria, la libertad y el hogar. Estaba claro para cada griego que la derrota equivalía a la esclavitud.

Un heraldo fue enviado a Atenas para anunciar la jubilosa noticia: Victoria.

Falleció Darío y tras su muerte se produjeron

los disturbios habituales en la corte persa. se afianzó en el

trono su hijo Jerjes, quien comenzó una activa preparación de una

nueva campaña contra Grecia.

En Grecia también se esperaba la colisión con los persas. Encabezados por Esparta. Como ésta era casi inexpugnable por el mar y los espartanos tenían fama de ser los mejores soldados de toda Grecia.

En Atenas la situación aparecía más complicada. Los persas se enfrentaban a Temístocles, hombre que había logrado sobresalir en Atenas gracias exclusivamente a su energía, su ambición y sus apti¬tudes excepcionales.

Temístocles consideraba que los griegos no tenían probabilidades de victoria en una guerra en tierra contra los persas: Por ello insistía en que el futuro de Atenas estaba en el mar y luchaba por la creación de una potente armada.

La tercera campaña de los persas contra Grecia comenzó en el año 480. La dirigió Jerjes en persona que, utilizando a pueblos sometidos a Persia, consiguió reunir una fuerza ingente.

El enorme ejército persa se aproximó a las Termópilas. Jerjes estaba seguro de que no chocaría con una resistencia seria, y por ello envió a Leónidas un requerimiento exigiendo que depusiera las armas. El rey de Esparta contestó lacónicamente: «Ven y tómalas». Los primeros ataques de los persas fueron infructuosos. Aprovechando hábilmente el terreno, los griegos combatían heroicamente y rechaza¬ron el empuje de los persas durante varios días. Pero un traidor condujo a un nutrido destacamento persa a espaldas de las tropas griegas.

Todos murieron en aquella lucha desigual.

Entretanto se libraba la batalla naval frente al cabo de Artemisión, batalla favorable a los griegos.

La victoria de la escuadra griega fue completa, los acontecimientos posteriores mostrarían que la batalla de Salamina constituyó a un momento crucial en el curso de toda la guerra.

Jerjes, con el grueso del ejército, tuvo que abandonar Grecia. Más dejó en ella un destacamento de unos sesenta mil o setenta mil hombres al mando del experto general Mardonio. En Grecia, cerca de Platea, el ejército de Mardonio sufrió una derrota total, y los persas fueron defi-nitivamente expulsados de Grecia.

La victoriosa culminación de la guerra tuvo inmenso alcance para toda Grecia. Mas como en los últimos años predominaran las batallas navales, la hegemonía entre los Estados helenos pasó a Atenas, pues era ella la que poseía la armada más numerosa.

Al principio, todos los confederados gozaban de derechos iguales. Existía un consejo confederado en el que cada ciudad o comunidad tenía un voto.

La formación de la Liga Délica y la victoria sobre los persas contri¬buyeron al desarrollo de la esclavitud, del comercio y del sistema mone¬tario de Atenas, Se había multiplicado el número de esclavos, en comparación con el que existía antes de las guerras heleno-persas.

El esclavo

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